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Treinta minutos han pasado desde la fuga, y la policía no ha dejado de perseguirnos. Las sirenas suenan detrás de nosotros, y las luces rojas y azules parpadean en el espejo retrovisor del coche. Pero no hay tiempo para el miedo, solo para la acción.


"¡Sigue conduciendo, Joe! No pares por nada," le ordeno, manteniendo la calma mientras él sigue mis instrucciones al pie de la letra. Sus manos están firmes en el volante, y su mirada fija en la carretera, pero en su interior, sé que ya no queda nada. Joe es solo un títere, mi títere.

Nos acercamos a un punto crucial. A lo lejos, el camino se estrecha y se alza un puente, o lo que queda de él. El puente está destruido, interrumpido en el medio, pero eso no importa.

"Prepárate," le digo a Joe, mientras yo mismo ajusto mi cinturón de seguridad. Me aseguro de estar bien sujeto, y Joe no vacila. Acelera el coche sin dudar, y el vehículo se lanza al vacío, cayendo desde el borde del puente roto.

El coche se estrella con un estruendo aterrador, y por un momento, todo se vuelve oscuridad y caos. El ruido de los hierros doblándose y el impacto contra el suelo es ensordecedor, pero para mí, es solo otra prueba que debo superar.

Cuando todo se calma, me desabrocho el cinturón de seguridad y salgo del coche sin problemas. Una de las ventajas de estar vinculado a la magia del Daemon Ritus es que puedo resistir golpes fuertes, siempre y cuando mi corazón esté envenenado con suficiente odio para mantener la conexión con la magia.

Mientras me sacudo el polvo, miro al cuerpo inerte de Joe, todavía atrapado en el asiento del conductor. "Gracias por todo, mi querido títere," le digo con una sonrisa torcida.

Recojo la mochila que había preparado con antelación, asegurándome de que todo lo que necesito esté dentro, y me alejo de los restos del coche sin mirar atrás. La policía creerá que morimos en el accidente, pero yo estoy muy lejos de estar acabado. Esto es solo el comienzo.

VolveréWhere stories live. Discover now