Capítulo 20: Quédate A Dormir

164 35 1
                                    

Sarocha Chankimha

El resto del día se sintió como un sueño. Después de despedirnos de los padres de Becky, nos subimos al coche sin ningún plan en particular, pero de alguna manera eso lo hizo todo aún más emocionante. Conducimos por la ciudad, deteniéndonos en diferentes lugares, y entre risas y conversaciones, Becky y yo compartimos partes de nuestras vidas que antes habíamos guardado solo para nosotras.

Todo se sentía tan natural. Cada palabra fluía sin esfuerzo, y con cada historia que Becky me contaba, sentía que la conocía más y más profundamente. Hubo momentos en los que nuestras miradas se cruzaban y el aire entre nosotras cambiaba. No era algo que pudiera explicar fácilmente, pero en esos instantes, el mundo a nuestro alrededor parecía desvanecerse.

No era una cita formal, pero en mi corazón lo sentía como tal. Becky no dudaba en hacerme reír, en robarme pequeños besos cuando menos lo esperaba, y con cada uno, mi pulso se aceleraba. Su forma de mirarme, la manera en que me tocaba suavemente la mano o me apartaba el cabello del rostro, todo eso hacía que mi corazón palpitara con más fuerza.

En un momento, mientras estábamos sentadas en un parque, Becky me lanzó un halago que hizo que me sonrojara hasta las orejas. —Tienes la sonrisa más bonita que he visto —dijo, y aunque intenté bromear para ocultar lo mucho que esas palabras me afectaban, por dentro me sentía completamente abrumada por la intensidad de mis emociones.

Era como si con cada gesto, con cada toque sutil, Becky estuviera derribando mis defensas. Me hacía sentir segura, pero también nerviosa, de esa forma en la que sabes que algo importante está sucediendo, algo que podría cambiar todo.

A lo largo del día, entre risas y esos roces accidentales que parecían demasiado intencionales, me di cuenta de algo: Becky me hacía feliz. No solo en un sentido superficial, sino en lo más profundo de mí. Era una felicidad que no había sentido en mucho tiempo, y mientras el sol comenzaba a ponerse, supe que este día se quedaría grabado en mi memoria.

No sé si Becky se dio cuenta, pero para mí, fue el mejor día que había tenido en mucho tiempo. Fue un día lleno de pequeñas promesas no dichas, de sentimientos que estaban a punto de explotar, pero que aún manteníamos a raya, como si no quisiéramos romper el hechizo que el día había creado.

Cuando finalmente nos dirigimos de vuelta, el silencio entre nosotras no fue incómodo. Al contrario, fue un silencio cargado de todo lo que habíamos compartido, de todo lo que no se dijo pero que ambas entendíamos perfectamente. Sabía que algo estaba cambiando entre nosotras, y aunque no podía prever a dónde nos llevaría, no pude evitar sentir que, por primera vez, estaba exactamente donde quería estar: con Becky.

---

Entrar al apartamento de Becky me trajo una oleada de recuerdos. La última vez que estuve aquí, todo se sentía diferente, más tenso, más incierto. Pero ahora, había una comodidad palpable entre nosotras, aunque eso no evitaba que mi corazón palpitara con fuerza en cada momento. Mientras cerraba la puerta detrás de nosotras, saqué mi teléfono para revisar la hora, solo para descubrir que estaba completamente descargado.

Fruncí el ceño y Becky notó mi reacción de inmediato. —¿Todo bien? —me preguntó con esa tranquilidad que siempre me desarmaba.

—Me he quedado sin batería —le respondí mientras levantaba mi teléfono apagado. —¿Podrías prestarme el tuyo, por favor?

Ella asintió y metió la mano en el bolsillo de su pantalón, sacando su teléfono. Estiré mi mano para tomarlo, pero Becky no me lo entregó. En su lugar, se quedó mirándome con una sonrisa que encendió todas las alarmas en mi cabeza.

—Quédate a dormir —me dijo, suave pero firme. Mi corazón se detuvo por un segundo. No lo había esperado, y la propuesta me tomó completamente por sorpresa.

Me quedé en silencio unos instantes, intentando procesar lo que acababa de decirme. Becky, sin perder su sonrisa, empezó a titubear, como si mi falta de respuesta la hubiera puesto nerviosa. —Si no quieres, no pasa nada —dijo rápidamente, tratando de suavizar el momento.

Antes de que pudiera detenerme, las palabras salieron de mi boca. —Sí. —La respuesta fue tan inmediata que me sonrojé al instante, sintiendo cómo el calor subía hasta mis mejillas. ¡Qué rápida había sido!

Becky rió suavemente, como si disfrutara de mi reacción, y finalmente me entregó su teléfono. —Aquí tienes, avísale a tu hermana.

Mientras desbloqueaba su teléfono, sentí cómo Becky se inclinaba hacia mí y, sin previo aviso, dejó un beso breve y suave en la comisura de mis labios. Fue tan rápido que apenas tuve tiempo de reaccionar, pero el efecto fue inmediato: mi corazón dio un vuelco, y mi mente se quedó en blanco por un segundo. Antes de que pudiera decir algo, Becky ya se estaba alejando, caminando hacia el pasillo que llevaba a su habitación.

Me quedé allí, de pie, con su teléfono en la mano, sin poder evitar sonreír. Todo había sido tan inesperado, pero increíblemente perfecto.


Entre La Venganza Y El AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora