Freen Chankimha
Finalmente, estaba de vuelta en Bangkok. Después de un largo viaje al extranjero, mi corazón latía con fuerza al pensar en ver al lugar que me vió nacer y crecer nuevamente. Caminando por la terminal del aeropuerto, mis pensamientos revoloteaban entre las experiencias vividas en la universidad y el deseo de abrazar a mi hermana Sam.
De repente, sentí un fuerte impacto. Había chocado con alguien sin darme cuenta. Mi cámara se deslizó de mi hombro y cayó al suelo, al igual que una pequeña caja de regalo que pertenecía a la chica con la que había chocado.
—¡Lo siento mucho! —dije apresuradamente, agachándome para recoger mi cámara—. No te vi venir.
La chica sonrió amablemente mientras recogía su caja y se sacudía el polvo de la ropa.
—No te preocupes, los accidentes a veces ocurren —respondió con una voz suave.
Al ver su sonrisa, sentí que mis mejillas se calentaban y me sonrojé. Había algo en su expresión que me resultaba encantador.
—De verdad, lamento el inconveniente —repetí, tratando de mantener la compostura.
Ella asintió con la cabeza, todavía sonriendo.
—Está bien, en serio. Cuídate.
Le hice una pequeña reverencia antes de despedirme y seguir mi camino hacia la salida. Al llegar a la puerta, vi a Sam esperándome. Tan pronto como me vio, corrió hacia mí y me envolvió en un fuerte abrazo.
—¡Te extrañé tanto! —dijo con entusiasmo, sin soltarme.
—Yo también te extrañé, Sam —respondí, devolviéndole el abrazo con igual fuerza.
Sam me ayudó a guardar la maleta en el maletero de la camioneta, y ambas subimos para emprender el viaje a la hacienda Chankimha.
—Entonces, cuéntame, ¿cómo te fue en la universidad? —preguntó mientras arrancaba el motor.
Sonreí, pensando en todas las cosas que quería compartir con ella.
—Fue una experiencia increíble. Aprendí tanto y conocí a gente maravillosa. Pero nada se compara con estar de vuelta en casa.
Mientras nos dirigíamos hacia la hacienda, me di cuenta de que no podía dejar de pensar en la chica del aeropuerto y su sonrisa misteriosa. Sin embargo, por ahora, lo más importante era disfrutar de estar nuevamente con mi familia.
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Finalmente, estábamos en la hacienda Chankimha. Al bajar de la camioneta, los empleados se acercaron con sonrisas y abrazos, expresando cuánto me habían extrañado.
—¡Señorita Freen! —dijo uno de ellos—. Nos alegra tanto verla de nuevo.
—¡También los he extrañado mucho! —respondí, devolviendo cada abrazo con cariño.
Después de un rato, subí las escaleras hasta la que era mi habitación de niña. Había algo nostálgico en ese espacio, con sus paredes decoradas con recuerdos de mi infancia. Comencé a guardar mis cosas, sintiendo la comodidad de estar en casa.
Mientras guardaba mis pertenencias, Sam entró en la habitación y se apoyó en el marco de la puerta, observándome.
—De verdad te extrañé mucho, Freen —dijo, con una expresión sincera en su rostro.
Viré los ojos y sonreí.
—Ya me lo has dicho más de mil veces cuando estábamos en el auto, Sam.
Sam soltó una carcajada.
—Está bien, está bien. Solo quería que lo supieras. Pero prepárate, porque tenemos una cena esta noche en la hacienda Poolsak. Nam también te ha extrañado mucho y está ansiosa por verte.
Suspiré, pero no pude evitar sonreír.
—Está bien, me prepararé. Aunque después de todo esto, podría necesitar una siesta.
Sam sonrió y salió de la habitación, dejándome con mis pensamientos. Mientras continuaba guardando mis cosas, no pude evitar pensar en la chica del aeropuerto y su sonrisa. Sin embargo, ahora estaba en casa, rodeada de las personas que me querían, y eso era lo más importante.
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Llegó la noche y, después de una breve siesta, me preparé para la cena en la hacienda Poolsak. Me puse un vestido sencillo pero elegante, uno de mis favoritos, y bajé al comedor donde Sam me esperaba.
—Lista para irnos —dije, ajustándome el cabello frente al espejo del recibidor.
Sam sonrió y me hizo un gesto para que la siguiera. Tomamos la camioneta y emprendimos el corto trayecto hacia la hacienda Poolsak. La propiedad de los Poolsak era impresionante, con jardines cuidados y una casa que parecía sacada de una postal.
Al llegar, fuimos recibidas por Nam, mi mejor amiga. Su rostro se iluminó al verme y corrió hacia mí, abrazándome con fuerza.
—¡Freen! ¡Te extrañé tanto! —exclamó Nam, casi sofocándome con su abrazo.
—¡Nam! También te he extrañado muchísimo —respondí, riendo y devolviéndole el abrazo con igual entusiasmo.
Nos dirigimos al comedor, donde una mesa espléndidamente puesta nos esperaba. La cena estaba llena de platos deliciosos y el ambiente era cálido y acogedor. Nam no dejaba de sonreír, y Sam y yo intercambiábamos miradas cómplices, contentas de estar rodeadas de amigos y familiares.
—Cuéntame todo sobre tu viaje —dijo Nam, sirviéndome un poco de vino—. Quiero saber cada detalle.
Comencé a relatarle mis experiencias en la universidad, las personas que había conocido, y las cosas que había aprendido. Nam escuchaba atentamente, asintiendo y haciendo preguntas de vez en cuando.
—Pero lo más importante es que estoy de vuelta —dije, levantando mi copa—. Salud por estar en casa y por los amigos que se convierten en familia.
Todos levantaron sus copas y brindamos, el sonido del cristal chocando resonó en la habitación, llenándola de un calor especial.
Mientras la cena continuaba, sentí una profunda satisfacción. A pesar de los desafíos y las incertidumbres que aún me esperaban, en ese momento, rodeada de personas que amaba, me sentí completa.
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Hubo una situación, y me recomendaron mejor comenzar a publicar la historia desde ahora.
Aunque el plan original era publicarla el 8.
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Entre La Venganza Y El Amor
FanfictionRebecca Armstrong tenía una vida perfecta hasta que su hermano, Richie, se suicidó, dejando una devastadora carta que revelaba el motivo de su muerte. Consumida por el dolor y el enojo, Rebecca jura vengarse de la persona responsable. Sarocha Chanki...