Capítulo 3: Viejos Amigos

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Rebecca Armstrong

Estaba en mi oficina, concentrada en los documentos que mi secretaria me había entregado para firmar. Después de la muerte de Richie, me había volcado en el trabajo como una forma de distraerme del dolor. Mientras firmaba, escuchaba a mi secretaria enumerar mis actividades del día, aunque apenas registraba sus palabras.

—Aquí están los últimos papeles, Becky —dijo, dejándome un montón más en el escritorio.

—Gracias —respondí, devolviéndole los documentos firmados.

Justo cuando pensaba que había terminado, me recordó algo que había olvidado por completo.

—Por cierto, tus amigos Irin y Non llegan hoy de su viaje —dijo, con una leve sonrisa.

Maldije por lo bajo al mirar la hora en mi reloj de mano.

—¡Me había olvidado por completo! —exclamé, sintiendo una punzada de culpa.

Mi secretaria soltó una risita y me entregó una pequeña caja de regalo.

—Lo sé, por eso compré este colgante para la señorita Irin y reservé una mesa en el restaurante favorito del joven Non.

Solté un suspiro de alivio y le di un beso en la mejilla.

—¿Qué haría sin ti?

Ella viró los ojos, divertida.

—Podrías empezar por darme un mes de vacaciones pagadas —bromeó, mientras yo me apresuraba hacia el ascensor.

—¡Lo consideraré! —grité mientras las puertas del ascensor se cerraban.

Corrí hacia el estacionamiento, tomando mi camioneta y conduciendo rápidamente hacia el aeropuerto. La culpa de haber olvidado la llegada de mis amigos me quemaba por dentro. Cuando finalmente llegué, estacioné apresuradamente y corrí hacia la terminal.

Al entrar al aeropuerto, con la caja de regalo en mano, choqué sin querer con una chica que venía en dirección contraria. Mi caja de regalo cayó al suelo, y la cámara de la chica también se deslizó de su hombro.

—¡Lo siento mucho! —dijo apresuradamente, agachándose para recoger su cámara—. No te vi venir.

La chica, con una sonrisa nerviosa, recogió su cámara y me observó detenidamente.

—No te preocupes, los accidentes a veces ocurren —respondí con una voz suave tomando mi caja de regalo.

Al ver su rostro, pude ver que sus mis mejillas se calentaban y se sonrojó. Había algo en su expresión que me completamente adorable.

—De verdad, lamento el inconveniente —repitió, tratando de mantener la compostura.

Asintió con la cabeza, todavía sonriendo.

—Está bien, en serio. Cuídate.

Hizo una pequeña reverencia antes de despedirse y seguir su camino hacia la puerta de salida del aeropuerto.

Al ver a Irin y Non, me apresuré a abrazarlos.

—¡Hola! Lo siento mucho por el retraso, tuve un día de locos en la oficina —dije, entregándole el colgante a Irin y sonriendo con disculpa.

—¿Y mi regalo? —preguntó Non.

—Lo siento, solo traje uno para Irin. Ella es mi favorita —Irin sonrió con superioridad mientras le sacaba la lengua a Non, él se llevó la mano hasta su pecho completamente indignado. —Reservé una mesa en tu restaurante favorito, ya vamos.

Non me abrazó con fuerza mientras agradecía el detalle.

Nos dirigimos hacia la salida, charlando y riendo, mientras planeábamos la velada en el restaurante favorito de Non. Aunque la culpa aún persistía un poco, estar con mis amigos me hacía sentir que todo estaba bien nuevamente.

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Estábamos en el restaurante favorito de Non, un lugar acogedor con una atmósfera cálida y relajante. Nos sentamos en nuestra mesa reservada, y mientras esperábamos la comida, Irin y Non comenzaron a preguntar sobre cómo me había estado sintiendo.

—¿Cómo te has sentido después de la muerte de Richie? —preguntó Irin con una mirada de preocupación.

Suspiré profundamente, sintiendo un nudo formarse en mi garganta.

—No puedo evitar sentir la falta de mi hermano —respondí, mi voz apenas un susurro—. Era una parte tan grande de mi vida.

Non frunció el ceño, apoyando su codo en la mesa.

—Todavía no puedo entender por qué Richie se quitaría la vida —dijo, su voz cargada de confusión y tristeza.

Irin asintió, su rostro reflejando el mismo sentimiento.

—Era tan risueño y tenía tantas metas. Siempre parecía tan feliz.

Sentí un dolor punzante en el corazón al recordar lo que realmente había sucedido. Tomé un sorbo de mi bebida, tratando de encontrar las palabras adecuadas.

—Fue por culpa de una mujer llamada Sam —dije finalmente, mirando a mis amigos a los ojos—. Jugó con Richie y, cuando lo abandonó, él no soportó el dolor. Prefirió quitarse la vida.

Hubo un silencio pesado en la mesa, mientras Irin y Non procesaban lo que había dicho. Podía ver la incredulidad y el dolor en sus rostros.

—¿Sam? —preguntó Irin, con una expresión de confusión.

Asentí, apretando los labios.

—No puedo perdonarla por lo que hizo. Richie merecía mucho más.

Non se inclinó hacia adelante, sus ojos llenos de una mezcla de tristeza y rabia.

—Es terrible, Becky. No puedo imaginar por lo que has pasado.

Tomé una respiración profunda, tratando de calmar las emociones que se arremolinaban dentro de mí.

—Gracias por estar aquí, chicos. No sé qué haría sin ustedes.

Irin y Non extendieron sus manos, cada uno tomando una de las mías. Sentí el apoyo y el amor de mis amigos, y aunque el dolor seguía presente, saber que no estaba sola me daba una pequeña chispa de esperanza.

Tomé otra respiración profunda, sintiendo cómo la determinación se solidificaba dentro de mí.

—Voy a vengarme de ella —dije finalmente, mi voz firme y decidida.

Irin y Non me miraron con sorpresa y preocupación.

—Becky, eso no cambiará las cosas —dijo Non suavemente—. No traerá a Richie de vuelta.

Irin asintió, su expresión llena de aprehensión.

—Él no querría que te hicieras daño a ti misma por esto. La venganza no es la respuesta.

Negué con la cabeza, sintiendo la ira arder dentro de mí.

—No puedo dejar que se salga con la suya —respondí, mi voz dura—. Esa mujer llamada Sam merece sufrir por lo que hizo.

Hubo otro momento de silencio, y aunque mis amigos no estaban de acuerdo con mi plan, sabía que no intentarían detenerme. La ira y el dolor eran demasiado profundos para ignorarlos.

—Solo... ten cuidado, Becky —dijo Irin finalmente, su voz llena de preocupación—. No queremos perderte también.

Asentí, sabiendo que mis amigos solo querían lo mejor para mí, pero incapaz de renunciar a mi deseo de justicia.

—Lo haré —prometí—. Pero Sam pagará por lo que hizo. Eso se los aseguro.





Entre La Venganza Y El AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora