Parte 2: Sam Y Sarocha

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Después de la incómoda conversación con Freen en el set, me dirigí de regreso a mi oficina con el ramo de rosas aún en mis manos. Sentía una mezcla de frustración y tristeza; quería hacer las cosas bien con ella, pero parecía que cualquier esfuerzo era en vano. Las palabras duras de Freen aún resonaban en mi mente, y aunque sabía que tenía razón en estar molesta, me dolía que me viera de esa manera.

Al entrar a mi oficina, encontré a Irin, esperándome. Ella levantó la vista de los papeles que estaba revisando y al ver las flores, arqueó una ceja, claramente curiosa.

—¿Y esas rosas? —preguntó con una sonrisa divertida. —¿Para quién son?

Suspiré, sintiéndome agotada tanto física como emocionalmente. Me dejé caer en mi silla detrás del escritorio y coloqué el ramo a un lado. —Son para Freen —respondí, intentando no mostrar demasiado mis emociones.

Irin frunció el ceño, visiblemente confundida. —¿Freen? ¿Quién es Freen?

Miré a Irin y me di cuenta de que, en medio de todo el caos, no le había hablado de Freen. No le había contado nada sobre la nueva fotógrafa ni sobre los eventos recientes que habían sacudido mi mundo. —Es la nueva fotógrafa de la empresa —expliqué, tratando de mantener mi voz neutral. —Empezó hace poco.

Irin me observó por un momento, su expresión aún perpleja. —¿Y por qué le llevas flores? —preguntó, claramente intrigada.

Sentí una punzada de incomodidad ante su pregunta. No sabía cómo explicarle la situación sin entrar en detalles que ni yo misma entendía completamente. Pero sabía que no podía esquivar la pregunta. —Es... complicado —dije finalmente, evitando su mirada. —Cometí un error, y esto era mi forma de intentar disculparme.

Irin asintió lentamente, procesando la información. No dijo nada más, pero su mirada me decía que estaba llena de preguntas. Me quedé mirando las rosas sobre el escritorio, preguntándome si alguna vez podría arreglar las cosas con Freen. Sentía que cada paso que pudiera dar hacia ella me alejaría más, y no sabía cómo detener ese ciclo.

Finalmente, Irin cambió de tema y comenzó a hablar sobre los asuntos pendientes qué tendríamos en un mes. Me sumergí en el trabajo, tratando de distraerme, pero mi mente seguía volviendo a Freen y a lo que podría haber hecho diferente. ¿Había alguna manera de arreglar esto? ¿O todo estaba perdido ya?

Irin y yo charlamos un rato más, tratando temas ligeros para distraernos de la tensión que flotaba en el aire. Ella siempre ha tenido una habilidad para hacerme sentir mejor, y hoy no fue la excepción. Sin embargo, nuestra conversación fue interrumpida cuando mi secretaria entró en la oficina con un toque de prisa en su paso.

—El señor Saint está aquí, Rebecca —anunció con voz profesional. —Dice que ya tiene la información que necesitas.

Asentí, sintiendo un ligero nudo en el estómago. —Gracias &respondí, mirando a Irin. Ella se levantó de su silla, dándome una sonrisa comprensiva.

—Voy a ver a Non —dijo, despidiéndose con una leve inclinación de cabeza. —Nos vemos luego.

La observé salir de la oficina y, apenas unos segundos después, Saint entró con su habitual aire de confianza. —Buenos días —saludó con una leve inclinación de cabeza.

—Buenos días, Saint —respondí, intentando ocultar mi nerviosismo. Le ofrecí sentarse en la pequeña sala de estar de mi oficina, un espacio acogedor con sofás cómodos y una mesita de centro. Nos sentamos, y él no perdió tiempo en ir al grano.

—Me costó un poco —comenzó, sacando su portafolio y abriéndolo con cuidado, —pero pude recolectar toda la información sobre la persona que buscaba. —Me entregó una carpeta gruesa y bien organizada.

Tomé la carpeta con manos un poco temblorosas, mi estómago dando vueltas de anticipación. —Gracias, Saint —murmuré, intentando mantener una voz firme. Él asintió y se levantó para irse, dejándome sola con la carpeta.

Cuando la puerta se cerró detrás de él, me quedé mirando la carpeta como si fuera una bomba a punto de explotar. Finalmente, reuní el valor para abrirla. Los primeros documentos contenían información básica, nada demasiado revelador. Pero cuando llegué a la parte que mencionaba el nombre "Sam Chankimha" saltó a la vista. Sentí un frío helado recorriéndome la columna cuando mis ojos se posaron en la siguiente línea: “Familiares: Sarocha Chankimha.”

Los latidos de mi corazón se aceleraron. ¿Freen y aquella mujer tenían un parentesco? Sam y Sarocha eran hermanas. La revelación me golpeó con fuerza, dejándome sin aliento. Esto significaba que la mujer que me había comenzado a gustar tanto, Freen, era la hermana de alguien a quien había jurado odiar con todo mi ser. La ironía de la situación era amarga y dolorosa.

Me quedé sentada, mirando fijamente la hoja, sintiendo que la sangre dejaba de circular en mis venas. La habitación parecía cerrarse a mi alrededor, y me sentí atrapada entre el deber, la lealtad y los nuevos sentimientos que habían comenzado a surgir. Todo se complicaba de una manera que nunca habría imaginado, y ahora tenía que decidir cómo manejar esta nueva y devastadora verdad.

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Bueno…
Comienzan los engaños, las mentiras y el dilema.

Entre La Venganza Y El AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora