Capítulo 22: Visitas Inesperadas

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Sarocha Chankimha

Nos levantamos lentamente de la cama, aún un poco adormecidas, y nos dirigimos a la cocina. Becky llevaba unos pantalones ajustados y un top que resaltaban su figura de una manera que me hacía difícil apartar la vista. Yo, por mi parte, estaba usando una de sus camisas, que me llegaba justo por encima de las rodillas. Me subí al mesón, observando cómo Becky se movía con agilidad en la cocina. Su manera de concentrarse, tan simple pero tan natural, me llenaba el corazón de una calidez inexplicable. Se veía tan tierna que no pude evitar sonreír, sintiendo cómo mi corazón se aceleraba.

Becky se detuvo un momento y, con una sonrisa divertida, me preguntó:

—¿Quieres café, jugo o chocolate?

Hice una mueca al escuchar la última opción y le respondí con sinceridad: —No me gusta el chocolate, prefiero el café.

Becky llevó su mano a su pecho, haciéndose la ofendida en un gesto exagerado. —¿Cómo es posible que no te guste el chocolate? —dijo, fingiendo horror.

Yo solo me encogí de hombros, restándole importancia, pero verla en ese momento hizo que ambas soltáramos una sonrisa. Becky se acercó a mí, quedando entre mis piernas, y me dio un pequeño beso en los labios antes de volver a concentrarse en el desayuno. Ese gesto simple me hizo sentir tan conectada con ella, como si, de alguna manera, estuviéramos en perfecta sintonía.

Mientras Becky seguía cocinando, me vino un recuerdo a la mente. En una semana se celebraría el aniversario de la hacienda Chankimha, cuarenta años desde que fue construida. Y de repente, una idea se formó en mi cabeza, haciéndome sonreír. Me bajé del mesón, caminé hacia ella y la abracé por la espalda, dejando un beso en su mejilla. Noté cómo sus mejillas se sonrojaban, lo que me hizo soltar una pequeña risa. Becky siempre se veía tan adorable cuando se sonrojaba.

—¿Tienes planes para el próximo fin de semana? —le pregunté suavemente.

Becky, sin dudar, me respondió: —No, ¿por qué?

—Porque quiero invitarte al aniversario de la hacienda Chankimha —le dije, con emoción en mi voz. —Es el cuarenta aniversario, y me gustaría que fueras conmigo.

Becky me miró sorprendida, pero luego sonrió cálidamente. —No hay problema, con gusto asistiré.

Mi corazón se llenó de alegría, y no pude evitar sonreír aún más. —Genial, te enviaré la invitación unos días antes —le dije, emocionada por la idea de que Becky estuviera a mi lado en un evento tan importante para mí.

Volví a abrazarla con fuerza, sintiendo que todo había comenzado como un simple accidente y ahora mis sentimientos eran reales y al parecer los de Becky también los eran.

El timbre sonó sacándonos de nuestra burbuja.

—¿Estás esperando a alguien? —pregunté mientras me apartaba un poco.

Becky negó con la cabeza y entonces me dirigí hasta la puerta para abrirla. Al hacerlo, una mujer de cabello rubio y ojos marrones ocupó mi campo de visión. Detrás de ella, un chico de cabello negro y ojos marrones también estaba allí. El chico fue el primero en hablar:

—Creo que nos hemos equivocado de apartamento.

La chica miró el número de la puerta y, con una ligera sonrisa, negó:

—No, este es el apartamento de Becky.

Me sonrojé por lo incómoda que me sentía en ese momento.

—Becky está adentro. —dije cuando al fin logré hablar.

Me hice a un lado para que ellos entraran al apartamento y, después de que ingresaron, cerré la puerta. Becky salió de la cocina.

—¿Quién es? —preguntó curiosa.

Al ver a las dos personas en la sala, sonrió y se acercó a ellas, saludándolos con un abrazo.

—No esperaba su visita —dijo Becky, riendo.

La chica rubia le devolvió la sonrisa con picardía y respondió:

—Ya nos dimos cuenta de eso.

Luego, dirigió su mirada hacia mí, haciendo que mi rostro se sonrojara intensamente. No pude evitar sentirme vulnerable bajo su escrutinio, como si supiera más de lo que yo podía admitir en ese momento.

Becky le dijo a Irin con una sonrisa:

—No seas así, Irin.

Luego, se acercó a mí, y posando su mano en mi cintura, agregó:

—Ellos son mis amigos, Irin y Non.

Aún con las mejillas algo rojas por la situación, hice una pequeña reverencia para saludarlos:

—Mucho gusto —dije, intentando mantener la compostura.

Después de las presentaciones, Becky los invitó a desayunar, y sus amigos aceptaron con gusto. Poco a poco, mientras hablábamos y compartíamos la comida, me di cuenta de lo bien que me llevaba con ellos. Irin y Non resultaron ser muy amigables, y con el tiempo, la incomodidad inicial desapareció.

Así fue como conocí a los amigos de Becky, sintiéndome cada vez más cómoda en su mundo.

En medio del desayuno, mi teléfono vibró con un mensaje. Era mi hermana, avisándome que me recogería en un rato. Observé a todos en la mesa antes de levantarme, disculpándome:

—Fue un placer conocerlos, pero debo irme —dije, algo apenada.

Becky me miró con curiosidad y preguntó:

—¿Pasa algo?

Me sonrojé un poco al responder:

—Solo voy a cambiarme, tengo que irme pronto.

Becky sonrió con comprensión:

—Está bien, no te preocupes.

Me dirigí hacia la habitación, donde entré al baño para darme una rápida ducha. Luego, revisé entre la ropa de Becky, encontrando algo cómodo para ponerme. Mientras me vestía, pensé que le devolvería las prendas en cuanto tuviera la oportunidad, aunque el gesto me hizo sonreír por dentro.








Entre La Venganza Y El AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora