Capítulo 21: Te Amo Bec...

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Rebecca Armstrong

No conocía aquella faceta de Freen. Ella siempre tenía un rostro inocente, pero supongo que aquellos rostros inocentes son los que más cosas ocultan. Pero si les digo la verdad, nunca pensé que aquella chica que se sonrojaba con casi cualquier cosa, estaría en estos momentos sobre mí, entre mis piernas y aprisionando mis manos sobre mi cabeza.

Sentí mis mejillas arder cuando deslizó su mano por mi cuello hasta el inicio de mi camisa, poco a poco fue desabrochando los botines hasta dejar mi brasier y abdomen a la vista.

—¿Tienes idea de cómo te ves ahora mismo, Bec? —dijo con tono inocente. Solté un pequeño gemido cuando sentí que se pegaba un poco más a mí.

—Espera un poco —dije jadeando. Ella soltó mis manos y llevó una de sus manos hasta mi pecho acariciando debajo del brasier. Me encantaba está faceta de Freen.

—Es tu culpa que esté así… —tomó mi mano y la llevó hasta sus labios —Así que acepta la responsabilidad —metió mis dedos a su boca y sentí una corriente recorrer mi espalda. Estaba completamente excitada.

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—Hueles bien —comenzó a bajar mi pantalón hasta dejarme solo en bragas. Besó mis muslos y poco a poco se fue hacer ando a mí sexo. Dejó un beso sobre la tela haciendo jadear y en un movimiento rápido, las bragas ya no estaban.

—Espera un momento Freen —demandé, pero ella ignoró mi petición y sentí su lengua húmeda y caliente hacer estragos. Intenté alejarla, pero ella me sostuvo con fuerza.

Su lengua comenzó a dibujar círculos alrededor de mi clítoris y me sentí desfallecer. Ella era buena en lo que hacía. —Ya estás mojada —se separó y observé como pasaba su lengua por sus labios con una sonrisa.

—¿Donde está la Freen inocente? —pregunté jadeante. Ella solo sonrió y elevó los hombros restándole importancia. Se acercó hasta mis labios y dejó un pequeño beso en ellos —Se ha ido de vacaciones —volvió a besarme, pero esta vez con más fuerza y rudesa. Pidió permiso con su lengua y no se lo negué, quería más de ella, quería conocerla mucho más.

Sentí su mano bajar por mi abdomen hasta llegar a la entrada de mí sexo. Ahogué un gemido cuando introdujo dos dedos sin previo aviso. —No sabes cuánto me encantas —mordió mi labio inferior mientras sus dedos entraban y salían de mi interior. —Te amo Bec… —sus besos bajaron hasta mi cuello, seguramente dejando marcas.

No fui muy consciente de lo que me había dicho. Estaba cerca, probablemente mañana me arrepentiría si recordaba sus palabras. Pero en este momento, solo éramos ella y yo. Por esta noche, no pensaré a nada más que en enosotras.

Unas cuantas embestidas más y sentí mi orgasmo aparecer. Mordí con fuerza el hombro de Freen escuchando una queja de dolor y el sabor metálico de la sangre en mis labios. Había tenido uno de los mejores orgasmos de mi vida.

Aquella noche, Freen y yo nos volvimos a entregar la una a la otra, de una forma que no había experimentado en mucho tiempo. Había perdido la cuenta de cuántas veces nuestros cuerpos se habían unido, pero fueron las suficientes como para dejarnos completamente agotadas. Cada caricia, cada beso, cada susurro se sintió como si rompiera las barreras que había intentado levantar entre nosotras.

Cuando todo terminó, Freen me abrazó, escondiendo su rostro en mi cuello. Sentí su respiración cálida contra mi piel, y sin pensarlo, le devolví el abrazo, envolviendo su cuerpo con el mío. No recordaba la última vez que había sentido el calor de otra persona tan cerca, la última vez que me había permitido simplemente sentir.

El peso de su cuerpo sobre el mío, el ritmo suave de su respiración, todo era tan reconfortante. Me invadió una paz que hacía tiempo no sentía, como si por fin hubiera encontrado un refugio seguro en sus brazos. Aquella noche, me dejé llevar. No me resistí más. Por una vez, dejé que mis sentimientos hacia Freen fluyeran sin restricciones, sin barreras.

Dormí profundamente, algo que no había hecho desde la muerte de Richie. No había espacio para dudas, ni para el miedo o la incertidumbre. Aquella noche, me dediqué a sentir, a liberar todo lo que había estado conteniendo dentro de mí. Con Freen a mi lado, todo se sintió diferente, y por primera vez en mucho tiempo, me permití soñar con algo más.

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La luz del sol se colaba por las ventanas, despertándome lentamente. Mi cuerpo estaba algo adolorido, los recuerdos de la noche anterior aún vívidos en mi mente. Observé a Freen, su rostro tranquilo mientras dormía, y sin poder evitarlo, una sonrisa apareció en mis labios. Pero esa misma sonrisa se desvaneció al instante cuando recordé lo que había sucedido anoche.

"Te amo, Bec…"

Esas palabras resonaban en mi cabeza. Las había escuchado salir de la boca de Freen con tanta sinceridad que me estremecieron. Ese era el plan, ¿no? Conseguir que Freen se enamorara de mí. Lo había logrado. Al fin, había alcanzado el primer objetivo. Entonces, ¿por qué no me sentía feliz? Todo lo contrario, una especie de angustia me invadía, una sensación que no esperaba, pero que me resultaba imposible ignorar.

Miré de nuevo a Freen, que comenzaba a removerse entre mis brazos, despertando lentamente. Sus ojos marrones, aún medio adormilados, me miraron, invadiendo todo mi ser. Mi corazón comenzó a latir de una manera descontrolada, algo que no podía explicar. Se veía tan adorable, tan vulnerable en ese momento, que por un segundo me permití olvidar lo que se suponía debía estar sintiendo.

—Buenos días —dijo con esa voz ronca de recién despierta que tanto me gustaba. No supe cómo responderle al principio, así que solo sonreí, tratando de mantener el control de la situación. Dejé un beso suave en su mejilla y le pregunté:

—¿Qué quieres desayunar?

Lo dije con normalidad, pero por dentro, mis pensamientos se arremolinaban. ¿Cómo algo que debía ser tan simple se había convertido en un torbellino de emociones confusas?

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Ayy Rebecca, todavía estás a tiempo de arrepentirte.

Entre La Venganza Y El AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora