TRES

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CAPITULO 3

"IMPACTO INESPERADO"



Otra semana en esta escuela pasó sin que lograra conectar con nadie. El aislamiento era palpable, especialmente cuando la profesora de historia asignó una tarea en grupos y me excluyeron por completo. Me preguntaba si esta escuela realmente era para mí, pero había trabajado demasiado para obtener mi beca, y no quería renunciar a mis sueños solo porque mi estabilidad emocional se desmoronó aún más.

Mis pensamientos oscuros siempre volvían, recordando que tal vez nunca encontraría amigos.

«Debo dejar de pensar en eso. Recuerda las palabras de mi abuela. Debo seguir adelante, no importa si me hablan... Aunque, en realidad, sí me afecta»

En ese momento, me encontraba en un pasillo solitario, disfrutando unas galletas que mi abuela había preparado. La tranquilidad del lugar me envolvía, y no había muchos estudiantes alrededor. Sin embargo, la paz que sentía se rompió abruptamente cuando un toque repentino en mi hombro me hizo soltar un grito.

—¡Ah, mierda! ¡Qué susto! —exclamé, girando mi cabeza para ver a una chica desconocida.

—¡Hola! Soy Adriana, mucho gusto —dijo la chica, extendiendo su mano en señal de saludo. Dudé por un momento, pero recordé que sería de mala educación no aceptar su gesto.

—Hola, Adriana. Soy Melissa —respondí, tomando su mano con una leve sonrisa. Me sorprendió cuando ella se sentó a mi lado.

Era la primera vez que alguien se acercaba a hablarme, y me hizo pensar que tal vez aún tenía algo de esperanza en este mundo, como decía mi abuela.

«Cada persona tiene un papel importante en la vida de cada uno. Algunos lo encuentran rápido, otros lo encuentran con el tiempo y viven felices con sus decisiones de amistad; otros simplemente se dejan llevar»

—¿Por qué estás sola? —preguntó Adriana, sacándome de mis pensamientos. La miré, notando que era claramente una chica popular en la escuela.

—Solo quería disfrutar un poco de la tranquilidad, alejada de todos —respondí, aunque la realidad era que la falta de compañía me afectaba más de lo que admitía. No tenía amigos, pero no quería confesarlo a una desconocida.

—Ya veo —dijo ella, asintiendo con la cabeza. Luego, me sorprendió al preguntar—: ¿Cómo estás?

«¿Qué le respondo?»

Varias respuestas pasaron por mi mente.

«Estoy muy bien, gracias por preguntar.»*

«Estoy super.»

Finalmente, decidí ser honesta aunque mi sonrisa se sintiera forzada. Miré a Adriana con una expresión que traté de hacer lo más genuina posible.

—Estoy bien —dije, esperando que mi respuesta fuera suficiente para que se fuera. Pero, para mi sorpresa, ella se quedó a mi lado.

—Me alegra escuchar eso, Melissa. Aunque te he notado un poco triste. ¿Sucede algo? —Su preocupación fue inesperada, como un balde de agua fría que caía sobre mí.

—Para nada. Estoy bien —respondí rápidamente, tratando de mantener la sonrisa.

—¿Segura? Porque te he notado un poco rara. Me gustaría ser tu amiga. ¿Aceptas?

Cuando el corazón habla [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora