DIESCISEIS

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CAPITULO 16

"EL ACARICIAR DEL MIEDO"




Tenía miedo, pero demasiado miedo y realmente no sabía exactamente por qué sentía miedo de perderlo, él ni siquiera me veía, ni siquiera me conocía... no sé cómo pude fijarme en él sin tapujos.

Tenía perfectamente controlado mis sentimientos, pero cuando él se acercaba o solo sentía su sola presencia detrás de mí... Mi corazón palpitaba jodidamente, siempre lo reconocía desde lejos, reconocía sus pasos, incluso en otra vida reconocería sus ojos color azul que tanto me cautivaban, siempre que nuestras miradas chocan, resucita lo que había muerto en mí.

—Derek... ¿Qué me has hecho? —Me pregunté a mí misma, susurrando su nombre en la noche estrellada. Mi cabello alborotado en todo el césped.

Algunos dicen que siempre debes escuchar tu corazón, que nunca lo calles porque si lo callas esté nunca te ayudará con la persona que tantos amas.

Y quiero que esté me ayudé, no tengo el valor suficiente para poder llevar la carta que tenía entre mis manos, aún recordaba lo que había pasado con él y su novia, pero aun así no puedo evitar verlo y sentir cómo el mundo se detenía por un instante, como si todo lo que me rodeaba se desvaneciera.

La noche estrellada, con el aire fresco acariciando mi piel, me hacía recordar momentos, miradas furtivas en la biblioteca, en el pasillo, en esos lugares donde nuestros caminos se cruzaban de forma casual, pero que para mí eran todo un universo. Cada vez que giraba la cabeza y lo veía ahí, con su sonrisa deslumbrante y esa forma despreocupada de ser, era como si el tiempo volviera a comenzar. Derek era la razón por la que mis días tenían colores más vivos, incluso en los momentos más grises.

—¿Por qué no puedo olvidarte? —susurré de nuevo, con la voz quebrada. La carta en mi mano parecía quemar con cada latido de mi corazón. La había escrito una y otra vez, pero las palabras nunca eran lo suficientemente buenas, nunca podían capturar la esencia de lo que sentía.

Recordaba el día en que su novia había llegado a la escuela, radiante y segura. Me había destrozado, claro. Era como si un tornado hubiera pasado por mi pecho. Derek siempre había sido un enigma, pero desde aquel momento, la distancia se volvió un abismo. Él seguía sin ver más allá de su felicidad, y yo permanecía atrapada en este torbellino de emociones que no sabía cómo manejar.

Me levanté del césped, el rocío aún fresco en mis dedos, y miré hacia el cielo. Las estrellas parecían reírse de mí, como si supieran lo que sentía. Era un juego cruel, una danza de ilusiones y realidades. Respiré hondo y decidí, aunque temblara, que debía enfrentar lo que había guardado en mi corazón. Tal vez Derek nunca supiera lo que significaba para mí, pero por una vez, debía ser valiente.

«No sé qué hacer»

Pensé mientras caminaba de un lado a otro, mientras trataba de pensar realmente la situación, estaba insegura de que no lo lograría para nada, pero al menos hay que intentarlo aunque sea de alguna forma. No quería que Derek me viera observándolo todo el tiempo, pero no podía evitar hacerlo, era difícil no hacerlo. No quiero dejarlo con una mala impresión de que soy una acosadora del montón que está detrás de él, no quiero decepcionarlo para nada.

«Piensa, Melissa, piensa».

—Melissa, tienes que salir. No puedes estar todo el tiempo ahí metida

—Tengo miedo.

—Ya verás que todo saldrá bien. —Me animó y suspiré profundamente antes de salir del baño y arreglar un poco mi falda.

Cuando el corazón habla [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora