SIETE

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CAPITULO 7

"LA CÁLIDEZ DE UNA PRESENCIA"




La mañana transcurrió con una tranquilidad que parecía inusual. Me preparé con una ligera sonrisa, intentando no dejar que las inquietudes del día anterior me afectaran. Estaba nerviosa pero emocionada, sabiendo que Adriana vendría a visitarme para pasar el día juntas. Agradecía la compañía y la oportunidad de distraerme de mis pensamientos. No podía evitar sentirme un poco ansiosa, especialmente después de la conversación con su padre.

Cuando el timbre de la puerta sonó, me levanté de la cama con rapidez, tratando de esconder cualquier rastro de nerviosismo. Abrí la puerta para encontrar a Adriana, que se mostró alegre y animada como siempre. Me recibió con un abrazo cálido, y me sentí aliviada al ver su sonrisa familiar.

—¡Hola, Melissa! —dijo, casi saltando dentro de la habitación—. ¿Cómo estás? ¿Listas para pasar un buen rato?

—Hola, Adriana —respondí con una sonrisa—. Estoy bien, gracias. ¿Cómo estuvo tu mañana?

Adriana se dejó caer en la cama con una risa contagiosa, mientras sacaba un par de revistas de su bolso. El sol de la tarde se filtraba suavemente a través de las cortinas, creando un ambiente cálido y acogedor en mi habitación.

—Mi padre te manda saludos. Es algo muy raro viniendo de él —vocalizó, dejándome sorprendida.

—¿En serio? —pregunté, un poco incrédula. La idea de que el padre de Adriana se interesara en mí me parecía un poco desconcertante y raro.

Adriana asintió, con una sonrisa que parecía esconder más de lo que decía.

—Sí, le mencioné cómo te había conocido y cómo has sido una buena amiga para mí. Al parecer, eso le hizo querer conocerte un poco más.— Sus palabras me hicieron sentir un poco cohibida, y no pude evitar preguntarme qué pensaría su padre de mí. La idea de ser evaluada por alguien tan importante en la vida de Adriana me provocaba una mezcla de emoción y nerviosismo.

—Wow, eso es... inesperado —dije, tratando de sonar casual mientras mi mente se llenaba de pensamientos confusos. —¿Y qué le dijiste sobre mí?

—Solo lo bueno, claro —respondió Adriana con un guiño. —Le conté que eres una chica muy dulce y que he disfrutado mucho nuestra amistad.

La idea de que su padre pensara que soy una buena influencia para su hija me hizo sentirme aún más insegura. ¿Realmente era tan buena amiga? A veces, me sentía como si simplemente estuviera tratando de encajar y no aportara mucho valor a la vida de los demás. Pero el hecho de que Adriana hablara tan positivamente de mí me hizo sentir un poco mejor.

—Me alegra escuchar eso —dije con una sonrisa forzada, tratando de ocultar mi nerviosismo. —Espero que haya sido un buen comentario.— Adriana se rió y se inclinó hacia adelante, sus ojos brillando con un toque de picardía.

—Claro que sí. Mi padre tiene un buen sentido para estas cosas, aunque rara vez se muestra tan interesado en las amistades de sus hijos. Deberías sentirte halagada.

Una parte de mí se sintió aliviada al escuchar eso, pero otra parte no podía evitar preguntarse si había algo que no sabía. ¿Qué pensaría el padre de Adriana si me conociera mejor? ¿Me consideraría una buena influencia o simplemente una amiga más para su hija?

Cuando el corazón habla [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora