QUINCE

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CAPITULO 15

"REFLEJOS DEL DOLOR"



La mañana del sábado amaneció soleada y brillante, un contraste palpable con el torbellino de emociones que anidaba en mi pecho. Tenía que encontrar un vestido sencillo para una celebración que Adriana había organizado, pero la idea de salir de casa me llenaba de ansiedad. Sin embargo, mi abuela siempre decía que un poco de luz puede ayudar a disipar las sombras, así que decidí enfrentar mis miedos. Me vestí con un atuendo cómodo y tomé un respiro profundo antes de salir. El centro comercial no estaba lejos, y la caminata me dio tiempo para ordenar mis pensamientos.

Al llegar, el bullicio del lugar me envolvió. Las risas, los murmullos y el sonido de las bolsas de compras llenaban el aire. Pero a medida que me adentraba en el centro comercial, mi ansiedad comenzó a florecer. Cada rostro desconocido parecía juzgarme, y la presión de encontrar un vestido adecuado para la ocasión se sentía abrumadora.

Pasé de una tienda a otra, mirando los vestidos en los maniquíes, pero ninguno parecía adecuado. Mi mente se llenó de pensamientos oscuros:

«¿Y si no me veía bien? ¿Y si nadie pensaba que era digna de ser parte de la celebración?» Cada vez que pensaba en eso, mi corazón latía con más fuerza, como si estuviera tratando de escapar de mi pecho.

Finalmente, me detuve frente a una boutique que tenía algunos vestidos en exhibición. Uno en particular llamó mi atención: un vestido sencillo, de color azul claro, que parecía reflejar la luz de una manera casi mágica. Decidí probarlo. Entré al local y caminé hacia el vestidor, vi mi reflejo en un espejo grande. Mis ojos estaban llenos de inseguridad, y el nudo en mi estómago se hacía más fuerte.

«¿Por qué era tan difícil?»

Entré al vestidor y me quité la ropa. Al ponerme el vestido, me sentí un poco mejor. Era ligero y cómodo, y aunque no era un vestido de gala, me hacía sentir un poco especial. Pero al mirarme en el espejo, la inseguridad volvió a asaltarme.

— «Está bien, solo es un vestido» —me dije a mí misma. Pero la voz crítica en mi cabeza no se aquietaba:

«No eres lo suficientemente bonita. No eres lo suficientemente interesante. ¿Quién creería que mereces estar en una celebración?»

Decidí salir del vestidor para mostrarle a Adriana mi elección.

— ¡Guao, te queda excelente, Melissa! —exclamó ella al verme.

—No estoy segura, creo que no va conmigo —respondí, sintiendo cómo la inseguridad comenzaba a filtrarse en mi voz.

— Bien, como quieras. Lo llevamos y vamos por un helado, que me muero del calor —murmuró. Aunque mi idea era buscar otro vestido, finalmente decidí quedarme con el azul.

Pasé a la caja a pagarlo, pero la bolsa era tan grande para un simple vestido. Mientras me acercaba a la salida de la tienda, vi que Adriana se había adelantado un poco para agarrar una mesa. Entonces, escuché risas familiares. Cuando miré hacia donde provenían, mi corazón y mi respiración se detuvieron por un instante.

Derek estaba allí, parado en el centro comercial con su novia, una chica de cabello largo y lacio, que reía de manera despreocupada. La imagen de ellos juntos me golpeó como un puño en el estómago. Me sentí atrapada entre el deseo de huir y la necesidad de quedarme, de enfrentar la realidad.

La chica se inclinó hacia Derek, y él le sonrió con esa misma sonrisa que me había desarmado tantas veces. Mi corazón se hundió en mi pecho, y el vestido que me había hecho sentir un poco especial ahora se sentía como una pesada carga. ¿Cómo podía él estar tan feliz con ella mientras yo me sentía tan sola?

Cuando el corazón habla [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora