UNO

16 7 3
                                    

CAPÍTULO 1

"EN SOLEDAD"



A veces la vida puede poner a la vista cosas que ni siquiera puedes enfrentar por ti sola; necesitas la ayuda de alguien que te apoye constantemente. Pero, ¿Qué sucede cuando esos apoyos no están presentes? Esta pregunta retumbaba en mi mente mientras caminaba hacia el edificio de la escuela, con el peso de la mochila cargando en mis pobres hombros.

Era mi primer día en esta nueva escuela de personas sin becas. Me sentía como un frágil pájaro recién salido del nido, expuesto al vasto cielo de lo desconocido que se me avecinaba. A diferencia de los otros estudiantes, que reían y conversaban en grupos, yo avanzaba sola, con la mochila a cuestas en mis hombros y el corazón palpitante por el nerviosismo al sentir unas cuantas miradas de estos, algunas eran pesadas y otras me hacían sentir demasiado incomoda, desearía que mis padres vinieran conmigo, pero sería algo estúpido que estos te acompañaran a una escuela de élite . La ausencia de mis padres, era algo que me afectaba demasiado, me hacía sentir aún más vulnerable por el simple hecho de no tener padres contigo. Ellos habían sido mi única constante en una vida llena de desafíos y sin su presencia, todo parecía más desolador.

Es como si sintieras que estar en este mundo no valía la pena para nada, que solo estabas aquí para tu sola presencia. Constantemente he pasado por situaciones de querer quitarme la vida, pero hay algo que me detiene en que lo haga, algo que me dice:

«No lo hagas»

«Hay cosas más importantes en la vida»

«Debes luchar por tus sueños»

«Tienes que seguir constantemente en esta vida, todos podemos tener problemas, pero hay que saber enfrentarlos siempre»

Pero realmente estoy perdiendo la batalla en esta vida que puede parecer exitosa para algunos, pero para mí no.

Realmente pienso «¿Será que puedo seguir adelante sin ningún apoyo»

«¿Será que encontraré la felicidad que merezco?»

De tanto pensar y llevar mi cabeza siempre agachada, llegué a la sala del director de la escuela. Suspiré profundamente dejando que mis pulmones tomaran suficiente aire para luego dejarlo salir, mi pecho bajó lentamente y relajé mis hombros.

El bullicio de las personas de la escuela resonaba en los pasillos profundos, risas, charlas y constantes pasos apresurados. Observé a mi alrededor, los pasillos estaban decorados con posters coloridos y anuncios de torneos de vóleibol, entre otros juegos deportivos. En lugar de ofrecerme una bienvenida, sólo hacían que me sintiera aún más perdida. No conocía a nadie, no sabía dónde ir ni a quién acudir. Sentí un nudo en el estómago al ver los grupos de estudiantes populares, con sus miradas despectivas y risitas que parecían burlarse de mi inseguridad al pasar a la par mía.

Tomé un respiro profundo nuevamente y toqué la puerta de madera. Mi primera impresión de este lugar estaba lejos de ser acogedora; el aire frío y la indiferencia general me hicieron cuestionar si realmente pertenecía aquí.

Bastaron algunos minutos para que la puerta fuera abierta, revelando a un señor de muy avanzada edad, me daba una mala impresión ese señor que aún no sabía su nombre, pero realmente no me gustaría saberlo y recordar su nombre constantemente. Me incomodaba su mirada morbosa sobre mí.

—¿En qué puedo ayudarte? —preguntó el señor, sin levantar la vista de mis piernas.

Acomodé mi falda y lo miré seriamente, no sin antes tomar un respiro y hablar.

Cuando el corazón habla [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora