~Monkie Kid~ 7️⃣

Sun Wukong: Black Myth #2

Espero que les guste~

Nota: Para quienes no lo sepan, el predestinado es la mente de Sun Wukong pero no se convierte por completo en el gran Monkey King hasta que consigue todas las reliquias y derrota el cascaron vacío que descansa dentro del huevo de piedra, solo entonces hereda el nombre y el titulo del dios

Nota-2: El predestinado no habla y tampoco tiene un nombre en si en la mayor parte del juego, así que le pondré un apodo. Tao, es chino según la pagina de nombres, que significa "gran ola" o "durazno"

Nota-3: ¿Algo que quieran ver de estos dos para el siguiente capitulo?

MK se siente extraño al estar bajo aquel hechizo, incapaz de moverse o hablar, sintiendo que respiración es más corta de alguna manera pero lo que lo intimida más de la situación es la mirada fija del predestinado, quien parece analizarlo con cierta curiosidad. Imagina que debe verse raro, sobresale notablemente, su ropa de tonos brillantes sobresaliendo. Por suerte, el efecto es temporal, apenas dura unos segundos antes de que él pueda sentir que tiene le control sobre su propio cuerpo una vez más y respira profundo, su mente corriendo en busca de que decir.

-¡No soy un acosador!- es lo primero que sale de su boca y es rápido en taparse la boca con las manos, sintiendo las mejillas arder de vergüenza mientras el mono solo parpadea, como confundido. -Q-Quiero decir...si, te estaba siguiendo y mirándote pelear a escondidas pero...- hizo una mueca, dándose cuenta de lo que acababa de decir. -Por todos los fideos de Pigsy, eso sonó como todo un acosador- se da cuenta, retorciendo sus dedos. Su apariencia tiene una falla de tonos dorados, cambiando a mono por unos segundos antes de volver a verse como humano, un efecto secundario de su ansiedad y nerviosismo. Aun no controlaba lo de la transformación. -Lo siento, yo no...- el predestinado hace un movimiento casi elegante, encogiendo su arma antes de guardarla al parecer, inclinándose con las manos extendidas en su dirección y MK se queda muy quieto, dejándose alzar cual niño, parpadeando ante la mirada fija ajena. -¿Estás bien?- su apariencia cambia una vez más pero se permite quedarse como un mono, sacudiendo apenas la cola, pudiendo notar el interés del otro.

No espera que el mono lo acerca a su rostro solo para olfatearlo con curiosidad.

-¡Hey, espera!- ríe. La nariz ajena esta algo fría por alguna razón y la sensación le da cosquillas. Su maestro e incluso Macaque han hecho eso un par de veces, aunque no tiene muy en claro su completo significado pero supone que tiene que ver con una especie de reconocimiento o algo así. -No soy un niño- bufo, empujando el rostro ajeno entre risas, pudiendo notar su ligero ceño fruncido. El predestinado lo mira y luego parece mirar en dirección a donde esta la montaña, pensativo, con una pregunta clara en su mente. -Oye, no soy un cachorro- recuerda que Monkey King llamo así a sus monos más de una vez, incluso si estos tenían muchos años de vida en este punto. Supuso que así se llamaban a los más jóvenes o algo así, no lo tenía muy en claro. -Y tampoco pertenezco a ellos- señalo, esperando que el otro pudiera entenderlo. -Sé que soy pequeño y todo pero en serio, no soy un niño ¡Soy un adulto!- infla el pecho lo mejor que puede al estar sujeto, agitando la cola con emoción pero terminando por hacer un puchero cuando el predestinado solo enarca una ceja en su dirección, sin creerle al parecer. -¡Soy un niño grande!-

Para el predestinado, eso parece una gran mentira. Ante sus ojos, lo que esta sosteniendo es un pequeño mono que de alguna manera cambia de apariencia por alguna razón, de ropa extraña y pelaje alborotado que solo parece esponjarse mientras el menor se ofende de no ser tomado en serio, su larga cola agitándose como la de un gato molesto. Así que no, el predestinado no puede creer en sus palabras, ni siquiera un poco pero admite que no pertenece a su gente, le falta ese aroma que los caracteriza a quienes crecieron en la montaña.

-No me crees, ¿cierto?- y MK no puede culparlo. Parece un niño, debido a su pequeño tamaño en comparación al otro y su actitud infantil, esta seguro que el puchero tampoco lo esta ayudando en nada pero bueno, que se le va hacer. -¿Sabes que? Bien, soy un cachorro abandonado, al que dejaron sin supervisión...- podía usarlo a su favor. -...¿me llevas contigo, porfis?- y muestra la sonrisa más dulce que tiene en su arsenal, con ojos brillantes incluidos, extendiendo las manos en la dirección del gran mono. -Prometo no ser un estorbo- podía pelear, defenderse a si mismo y ayudar al predestinado si era necesario pero tampoco quería intervenir demasiado. No era su misión, era la de él, y eso parecía ser algo importante. 

El predestinado frunció el ceño, no contento con lo que escuchaba y sintiéndose un poco en conflicto. Los cachorros tenían que estar en la montaña, cuidados y seguros, divirtiéndose y otras cosas junto a todos los demás pero este no pertenecía a su gente y por la falta de aroma, no parecía tener una familia en si. Era un cachorro que no tenía a donde ir e incluso si tenía una misión, no estaba dispuesto a dejarlo solo. Eso iba en contra de sus enseñanzas.

-¿Me puedo quedar contigo?- sonrío, sintiendo una punzada de culpa al verlo suspirar con cansancio y resignación pero iluminándose con pura felicidad cuando el mono termina por asentir. -¡Genial!- se aprovecha un poco de su estado de mono y del agarre ajeno para poder treparlo, moviéndose por su brazo con extraña facilidad, medio aferrándose a su espalda pero apoyándose en su hombro. -Intentare no estorbar~- agita la cola con deleite, mientras el predestinado solo tararea, haciendo aparecer su bastón en un rápido movimiento y empezando a caminar una vez más en dirección desconocida. -Me siento como la mascota acompañante del personaje principal de un videojuego- bufo para si mismo, riendo ante su pensamiento, notando que el mono lo mirada de reojo. Parecía casi divertido de verlo y MK le dedico con una gran sonrisa. -No hablas mucho, ¿no?- se cruzo de brazos, apoyándose del todo en el hombro del más grande, disfrutando un poco de ser el más pequeño en la situación. No podía hacer eso con ninguno de sus amigos, era una gran sensación, y se sentía muy alto en ese momento. 

El predestinado negó, girando hábilmente su bastón en su mano, caminando con cierta tranquilidad. No tenía un limite de tiempo.

-Esta bien, creo que yo puedo hablar suficiente por los dos- había hecho algo así muchas veces. Nezha era un soldado, no muy acostumbrado a hablar demasiado, y Macaque de cierta manera tenía sus momentos de silencio, sin saber del todo como socializar pero MK se consideraba muy bueno en llenar el silencio por si mismo. -Soy MK, por cierto- recordó presentarse. -¿Tienes un nombre?- el predestinado solo tarareo, aunque el menor no sabía si era una negativa o algo así. Aunque supuso que no se lo iba a decir incluso si lo tuviera, no parecía ser muy hablado y se pregunto si era porque no podía hablar o solo no quería hacerlo. -¿Puedo ponerte un apodo?- se niega rotundamente a llamarlo predestinado. Es como si lo llamaran a él presagio, era un titulo que no lo hacia sentir muy cómodo. 

El predestinado asintió con cierta diversión. Los cachorros de por si eran enérgicos pero este en particular parecía ser eso y charlatán, aunque en el buen sentido.

-Bien, entonces te llamare...Tao- por el fuerte y dulce aroma a durazno que parecía estar impregnado tanto en su ropa como en su pelaje castaño oscuro, algo que en si parecía venir con los monos de la montaña. Había estado allí y olía a durazno, fresco y dulce. Tao tararea con una pequeña pero visible sonrisa en su rostro, al parecer satisfecho con su nuevo apodo. -Entonces, Tao, ¿crees que encontraremos comida en algún momento? Porque no sé tu pero yo tengo hambre y si vas a luchar contra quien sabe que cosas, tendrías que hacerlo con el estomago algo lleno al menos o podrías desmayarte- y MK no tardo mucho en divagar un poco.

Así es como empezó el viaje de la búsqueda de las reliquias del gran Sun Wukong.