Pokémon; espíritu del bosque verde

Capitulo 27; después de los 10 días

-Pasaron diez días, y en ese tiempo los tres aspirantes a entrenador, Taresu, James y Masao, habían entrenado intensamente, perfeccionando sus habilidades sin tener noticias uno del otro. Aunque cada uno entrenaba por su cuenta, todos habían experimentado un enorme incremento de poder. Una mañana, después de tanto tiempo, los tres se mandaron mensajes acordando reunirse en Pueblo Pardal, donde se encontraba James. Petra le había mostrado a James una ruta rápida para llegar a Ciudad Férrica, y ahora, su siguiente objetivo era el gimnasio de Norman, quien los había rechazado previamente por no estar a la altura de sus desafíos.

-James estaba sentado a las afueras del Centro Pokémon, con ropas nuevas que reflejaban su evolución como entrenador. Solo su gorra negra con la franja amarilla seguía siendo la misma. Mientras esperaba, observaba el horizonte. Fue entonces cuando vio llegar a Masao, quien, al estar relativamente cerca, llegó primero. Masao y James se abrazaron fuerte, felices de reencontrarse tras días de entrenamiento duro.

_¡Mira nada más, Masao! Estás en tu mejor forma. Se nota que estuviste dándolo todo. -James, sonriendo mientras se alejaba un poco para mirarlo de pies a cabeza:

_Lo mismo digo, hermano. Pareces alguien totalmente distinto... aunque esa gorra sigue siendo la misma de siempre. -Masao, devolviendo la sonrisa y examinando a James del mismo modo.

-Ambos rieron, pero también sentían la presencia del poder del otro. Sus auras habían crecido y se habían fortalecido de una manera que nunca imaginaron. Mientras se elogiaban mutuamente, se preguntaban dónde estaría Taresu.

-Mientras tanto, Taresu corría a toda velocidad por el bosque, concentrado en el mapa que sostenía con una mano, intentando encontrar la mejor ruta hacia Pueblo Pardal. Estaba lejos aún, pero su determinación era inquebrantable. Tan concentrado estaba, que no se dio cuenta cuando chocó accidentalmente contra una mujer que caminaba por el mismo sendero. taresu se mantuvo inmóvil volteando a ver a la mujer, rodando por la colisión.

-La mujer, una joven de ojos verdes brillantes y sombrero de bruja, se levantó, mirando alrededor confundida. Al principio, pensó que había sido arrollada por una bicicleta o incluso un auto, pero lo que vio fue a un niño de sombrero de paja, que se detuvo rápidamente para disculparse.

_¡Lo siento mucho! No te vi. ¡Tengo que irme! -Taresu, inclinándose en una reverencia rápida y sincera.

-Y sin esperar respuesta, volvió a correr a una velocidad sobrehumana, desapareciendo entre los árboles. La joven mujer lo observó mientras se ajustaba su sombrero con una sonrisa escalofriante en sus labios, sus ojos verdes brillando intensamente. Había sentido algo en el poder de Taresu que la intrigó profundamente. Pero decidió dejarlo pasar... por ahora.

-De vuelta en su carrera, Taresu, sabiendo que aún le quedaba un largo camino, sacó a Zard de su pokeball. El Golbat entendió de inmediato lo que su entrenador necesitaba. Activando su aura, voló a toda velocidad y se mantuvo a pocos metros del suelo, manteniendo su vuelo rápido y ágil sin perder control. Taresu, sin perder el ritmo, saltó y aterrizó en la espalda de Zard. Ambos aceleraron, moviéndose a la velocidad de un rayo en dirección a Pueblo Pardal.

-De regreso en el pueblo, James y Masao seguían esperando, preguntándose dónde estaría su amigo.

_¿Y Taresu? No puede estar tan lejos, ¿no? Aunque con él nunca se sabe...-dijo James, rascándose la cabeza.

_Seguramente se perdió en el camino. Tienes razón, nunca se sabe con él. -Masao, cruzando los brazos, mirando alrededor.

-De repente, ambos miraron hacia el cielo al sentir una presencia y vieron a lo lejos un Golbat volando a máxima velocidad hacia ellos. El Pokémon pasó de largo un poco, pero luego se detuvo en seco. Desde el aire, Taresu saltó y aterrizó de pie justo frente a sus amigos, agitado pero sonriendo. Su ropa estaba visiblemente desgastada por el entrenamiento intenso, pero su energía era contagiosa.