Pokémon; espíritu del bosque verde

Capitulo 54: Máximo Peñas Y Blasco

-Taresu, James y Masao se encontraban inmersos en su entrenamiento en pueblo lavacalda, cada uno acompañado por su equipo de Pokémon. Los movimientos sincronizados de Mareux, Urabe, Zard, Sonne, Latias, Blaziken, Masquerain, Dragonite, Roserade, Milotic, Absol, Sceptile, Gallade, Mightyena, Pelipper y Latios resonaban en el campo de entrenamiento, como una danza donde la disciplina y la energía se fusionaban en un solo impulso. Mientras intercambiaban golpes y estrategias, la pregunta rondaba en sus mentes: ¿En qué podemos mejorar?

_¿Cómo puedo afinar más mi aura para mantener el control total? -se preguntaba Masao, con su Gallade a su lado, afilando no solo sus movimientos, sino también su mente.

_¿Cómo puedo llevar esta energía más allá? Quiero ser más rápido, más preciso. Pero ¿cómo? -James, observando la velocidad luz de su Dragonite, reflexionaba.

-Taresu, por su parte, se concentraba en Mareux y Urabe, notando los pequeños detalles en sus ataques combinados. 

_¿Cómo puedo hacer que mis Pokémon y yo nos sincronicemos mejor con el poder del aura y nuestro poder? -La pregunta persistía en su mente como una llama que no dejaba de arder.

-En ese momento, Baiore, que los observaba desde una distancia prudente mientras entrenaba a Petra y Carola, rompió el silencio con una voz firme pero reflexiva. Llevaba la medalla de Flannery como un pin en su traje, un recordatorio visible de las pruebas que habían superado. 

_¿En qué no han mejorado? -preguntó con un tono retador, cruzando los brazos mientras las miradas de los tres entrenadores se volvían hacia ella. La pregunta penetró como un rayo. No era una simple provocación; era una invitación a la autocrítica y el crecimiento.- Conocen la regla de los porcentajes y entienden la importancia de la energía Genki -continuó Baiore.- Pero la verdadera pregunta es, ¿pudieron aprovechar su Genki al máximo?

-Las palabras de Baiore dejaron a Taresu, James y Masao mirándose entre sí, buscando respuestas más profundas. Sabían que su potencial era enorme, pero en el fondo de sus corazones también sabían que no habían llegado al límite de lo que podían lograr. Esa simple frase los desarmó, llevándolos a reconsiderar su enfoque. La energía Genki no solo era una fuente de poder; era una parte esencial de quiénes eran, de sus propias identidades.
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-Mientras tanto, en Ciudad Algaria, Máximo estaba inmerso en sus estudios en el gimnasio de Vito y Leti. Con un cuaderno en mano, analizaba las mega-piedras que había recuperado, objetos cargados de un poder indescriptible, capaces de transformar tanto a Pokémon como a sus entrenadores. Su mente viajaba por los caminos de la ciencia y la historia, pero su corazón estaba anclado en la responsabilidad que sentía. Había devuelto esas piedras a Carola, junto con los frutos de su investigación, pero aún sentía que había mucho más por descubrir. No podía detenerse ahí.

-A unos metros de él, Blasco, el joven entrenador de cabello verde, estaba sentado en posición de zazen, guiado por Vito y Leti. Estos últimos habían detectado algo en él: Blasco no era como Taresu, James o Masao, cuya aura florecía de manera casi natural. No, Blasco era diferente, y por eso su entrenamiento sería más lento, más profundo.

_Él es..."normal", pero su determinación es lo que le permitirá avanzar. -Vito, observando el esfuerzo de Blasco, le comentó a Máximo. 

_No todos podemos ser como esos niños prodigiosos que nacieron con un don o poderes...-Máximo, sin apartar la mirada de sus notas, asintió.- un niño que creció cerca de un Luminalis Aeternus, un estratega innato o un erudito nato. La mayoría de las personas son como Blasco. Nacen débiles, frágiles y sin experiencia. Pero lo que hace especiales a personas como él es que... son ambiciosas. Se enfocan en lo que les falta y se esfuerzan por mejorar en eso.