Pokémon; espíritu del bosque verde

Capitulo 52: La Batalla Por El Destino De La Tierra. Pt3

-Taresu se encontraba agotado, luchando por mantenerse de pie mientras intentaba curar a sus aliados, los Pokémon de Máximo y los suyos propios. La energía que había usado en su mega-evolución, en sanarse a sí mismo y en curar a los demás le estaba pasando factura. Respiraba con dificultad, pero aún insistía:

_Si los curo a todos, podremos durar más en esta batalla... -jadeaba, tratando de continuar, pese a su evidente cansancio. Máximo, viendo su estado, le colocó una mano en el hombro, en un gesto de apoyo.

_Taresu, ya es suficiente. No puedes seguir forzándote de esta manera, solo te lastimarás más -le dijo el Campeón con seriedad, aunque con una sonrisa comprensiva.- Tienes que confiar en los demás y en sus propias fuerzas.

_Quiero hacerlo, pero la mayoría de los líderes ya no pueden continuar... -replicó Taresu, respirando con esfuerzo.- Solo unos pocos siguen en pie. Si puedo ayudar a que se recuperen, tendremos más oportunidades de ganar. Tengo que apoyarlos... y también a ti. Eres el Campeón, el entrenador más fuerte de todos.

-Máximo asintió, entendiendo la presión que Taresu sentía sobre sus hombros. Lo miró con seriedad antes de responderle.

_Te entiendo, Taresu. Yo también he sentido esa carga... ese "debo" constante, creyendo que tengo que estar en todas partes, haciendo todo por los demás. Pero no puedes hacerlo solo. Si algo he aprendido recientemente, es que debemos confiar en el poder de los demás, en sus habilidades, sin desgastarnos más de lo necesario. Hagamos lo que podamos sin forzarnos -le dijo con una sonrisa.- Confiemos en nuestros aliados.

-Máximo acomodó el sombrero del joven y luego desvió la mirada hacia la pelea colosal entre Groudon y Kyogre. Sabía que el final de esta batalla estaba cerca, pero todavía tenían que dar un último esfuerzo.

-Mientras tanto, James, Masao y los líderes de gimnasio estaban estratégicamente posicionados, listos para llevar a cabo el plan. James miraba a su equipo Pokémon: Blaziken, Masquerain, Dragonair, Roserade, Milotic y Absol. Cerró el puño con determinación antes de dirigirles unas palabras:

_Esta es la batalla de nuestras vidas. Si no lo logramos, quiero que sepan que será porque fallé yo. Nunca deben sentirse culpables por esto -le dijo el moreno a sus pokemon, sus palabras llenas de energía y pasión.

-Su equipo asintió, comprendiendo la importancia de la situación. James levantó la mano y dio la señal. Activó su aura junto a todos sus Pokémon, y al mismo tiempo, los líderes de gimnasio liberaron sus propias auras, sincronizando las de ellos y las de sus Pokémon. Blaziken, portando la Vidaesfera, incrementó su poder de lucha hasta diez veces, aunque con un gran coste físico.

-James concentró su aura y la fusionó con Absol. El poder fue tal que la piedra activadora de James y la mega-piedra de Absol comenzaron a brillar intensamente. Envolviéndose en una luz cegadora, James y Absol sufrieron una transformación. Cuando la luz se rompió en fragmentos, James se había adquirido características como la de su ahora Mega-Absol: sus ojos ahora eran de un rojo intenso y su mechon era ahora como el de mega-absol, el pelaje de la Pokémon habia crecido similar a un par de bellas alas, con una aura de llamas arcoíris rodeándolos.

-Ambos suprimieron su aura lo suficiente para soportar la intensa transformación, y sin dudarlo, se lanzaron hacia adelante junto a todo el equipo de James.

-Desde su posición, Masao observaba, preocupado, cómo su amigo y sus Pokémon avanzaban sin titubear hacia el caos. 

_buena suerte james...-dijo masao mientras cargaba energía junto a su equipo.- latios, perdón por tener que involucrarte en esto...

-Al llegar cerca de Groudon, james y su equipo lanzaron una poderosa onda de energía al suelo, lo que provocó que James y su equipo fueran lanzados por los aires, fuera de Ciudad Arrecípolis. Desde el cielo, James miraba la isla amurallada, divisando a Magno. El líder del equipo Magma estaba impresionado por la hazaña del joven, pero rápidamente ordenó a Groudon que lo protegiera.