Capítulo 17: Sombras en la Escuela

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Kazuki despertó al día siguiente con los músculos doloridos. Cada movimiento era una lucha, pero algo en su interior lo empujaba a seguir adelante. Después de una ducha rápida y un desayuno ligero, se dirigió a la escuela. Trató de ignorar el dolor en su cuerpo, pero era imposible; el entrenamiento de Lee lo había llevado al límite.

Al llegar a la escuela, notó que el ambiente estaba cargado de murmullos y miradas furtivas. Al caminar por los pasillos, escuchó fragmentos de conversaciones entre los estudiantes.

—¿Escuchaste lo que pasó con Marcos? —murmuraba un chico con expresión de preocupación.

—Sí, dicen que no ha venido a la escuela desde hace una semana. Nadie sabe dónde está —respondió una chica, mirando a su alrededor con nerviosismo.

Kazuki continuó caminando, intentando ignorar las miradas que lo seguían. Desde el enfrentamiento con Marcos, se había convertido en el centro de atención involuntaria. Algunos lo miraban con miedo, otros con respeto, pero todos parecían tener algo que decir sobre él.

Entró en el aula y se dirigió a su asiento. Elena estaba ausente. Aunque ya sabía que se estaba recuperando, el simple hecho de no verla le producía un nudo en el estómago. Se sentó y esperó a que comenzaran las clases, intentando concentrarse en cualquier cosa menos en las miradas y los susurros.

Durante el descanso, salió al patio. Necesitaba despejar su mente, pero apenas tuvo tiempo de relajarse cuando alguien se le acercó. Era un chico de su clase, alguien a quien apenas conocía.

—Oye, Kazuki —comenzó el chico, con una expresión seria—, ten cuidado. He oído cosas... sobre ti y lo que hiciste con Marcos. Hay gente que te está vigilando.

Kazuki lo miró, intentando descifrar si el chico hablaba en serio o solo repetía rumores.

—¿Qué quieres decir con "vigilando"? —preguntó, manteniendo la calma.

—No lo sé exactamente. Solo... ten cuidado. Hay tipos raros preguntando por ti en los alrededores.

Kazuki asintió lentamente. Agradeció al chico por la advertencia y lo vio alejarse. ¿Quién estaría interesado en él? ¿Serían los mismos que se llevaron a Marcos? Las palabras del chico solo sirvieron para aumentar la sensación de que algo mucho más grande estaba en juego.

La sensación de ser observado se hizo más fuerte a medida que avanzaba el día. En un momento, mientras se dirigía a la biblioteca, Kazuki sintió una presencia detrás de él. Se giró rápidamente, pero no vio a nadie. Aun así, la sensación persistía, como si alguien lo estuviera siguiendo.

Al salir de la escuela, decidió tomar una ruta diferente hacia el dojo. Era una calle menos transitada, bordeada por edificios altos que arrojaban sombras largas. A mitad de camino, se dio cuenta de que no estaba solo.

—Vaya, vaya, así que tú eres Kazuki —dijo una voz detrás de él.

Kazuki se giró y vio a un hombre alto y delgado, vestido con ropa informal pero con una actitud que sugería peligro. Sus ojos eran fríos y calculadores, y su sonrisa tenía un toque de burla.

—¿Quién eres? —preguntó Kazuki, manteniendo la distancia.

—Digamos que soy un... interesado en tus recientes actividades. —El hombre dio un paso hacia adelante—. Mis jefes quieren saber más sobre ti. Has llamado la atención de personas importantes.

Kazuki sintió un escalofrío. Este hombre no estaba bromeando.

—No sé de qué hablas —respondió Kazuki, tratando de mantener la calma.

—Oh, claro que lo sabes. Sabes exactamente de qué hablo. —El hombre sonrió de nuevo, pero esta vez su expresión se endureció—. Así que aquí está la cuestión. Nos gustaría invitarte a una pequeña charla. Algo... amistoso, por supuesto.

—No estoy interesado —dijo Kazuki, dando un paso atrás, preparándose para cualquier cosa.

El hombre rió suavemente y se cruzó de brazos.

—No creo que entiendas. No es una invitación que puedas rechazar. Tarde o temprano, tendrás que venir. Y te aconsejo que lo hagas por las buenas.

Kazuki no respondió. Sabía que estaba en peligro, pero también sabía que no podía mostrar miedo.

—Piensa en ello, Kazuki. No queremos que esto se convierta en algo... desagradable. —El hombre se dio la vuelta y comenzó a caminar por la calle, alejándose lentamente.

Kazuki lo observó hasta que desapareció. Su corazón latía con fuerza, pero no era miedo lo que sentía, sino determinación. Quienquiera que estuviera detrás de todo esto, no iba a dejarse intimidar tan fácilmente.

Tenía que hablar con Lee. Había algo más grande en juego, y necesitaba estar preparado. Pero, por ahora, lo único que podía hacer era mantenerse alerta y esperar el siguiente movimiento de este misterioso enemigo.

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