Capítulo 2 (Temp-2): El Observador en las Sombras

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El día avanzaba lentamente. Después de una mañana de entrenamiento en la chatarrería, Kazuki decidió tomar un breve descanso, sin saber que alguien lo había estado observando desde las sombras. El viento soplaba suavemente, levantando una fina capa de polvo del suelo, mientras él recogía sus cosas, listo para regresar a la base. Pero antes de que pudiera dar el primer paso, algo en el ambiente cambió.

De repente, una figura emergió de entre los escombros. Su silueta era alta y poderosa, pero lo más inquietante era la máscara que cubría su rostro. Era negra, lisa y sin rasgos, pero transmitía una amenaza silenciosa.

"Kazuki Matsumoto, el legado de Lee..." — su voz era profunda, pero tenía un tono extraño, casi neutral.

Kazuki frunció el ceño al escuchar esas palabras. Sus músculos se tensaron instintivamente mientras evaluaba a la figura que tenía frente a él. No reconocía la voz, pero la manera en que esa persona hablaba de Lee no era casual.

"¿Quién eres tú?" — preguntó Kazuki, su cuerpo listo para reaccionar ante cualquier ataque.

La figura enmascarada no respondió de inmediato. Caminó lentamente hacia Kazuki, sus movimientos eran fluidos, casi como si no tocara el suelo. La tensión en el aire era palpable.

"Solo soy... el heraldo." — dijo al fin, deteniéndose a unos metros de él. — "El heraldo de lo que está por venir."

Antes de que Kazuki pudiera responder, la figura lanzó un golpe rápido y preciso. Kazuki apenas tuvo tiempo de bloquearlo, y el impacto lo empujó hacia atrás. Sus reflejos estaban al máximo, pero algo en la forma en que este extraño luchaba lo desconcertaba. Cada movimiento era perfectamente calculado, cada golpe tenía una precisión milimétrica.

El hombre enmascarado continuaba su ataque con una combinación de artes marciales que Kazuki no había visto antes. Había elementos de Aikido, con movimientos de desvío y uso de la energía del oponente, pero también golpes de Karate y técnicas de Krav Maga, que lo hacían sumamente letal en combate cerrado.

Kazuki contraatacó, lanzando un puñetazo rápido con la técnica fluida del Jeet Kune Do, pero su oponente lo esquivó con una agilidad sorprendente. Había algo inquietante en la calma con la que el hombre se movía, como si estuviera jugando con él.

"No estás listo para lo que vendrá." — dijo el hombre enmascarado, esquivando otro golpe.

Kazuki se frustraba más con cada intercambio. Este no era un oponente común, no era alguien que solo estuviera buscando una pelea. Sentía que había un propósito detrás de cada movimiento.

Finalmente, tras varios intercambios, la figura se retiró unos pasos, como si ya no le interesara continuar la pelea.

"No es mi tarea derrotarte hoy, Kazuki. Solo vine a verte con mis propios ojos."

Kazuki respiraba con dificultad, sin quitarle la mirada de encima.

"¿Qué quieres decir con eso?" — preguntó, apretando los puños.

"Pronto lo sabrás. Todos lo sabremos." — respondió el hombre, mientras retrocedía hacia las sombras. — "Prepárate para lo que está por venir. La lucha por el legado de Lee apenas está comenzando."

Y con esas palabras, la figura se desvaneció en la oscuridad, dejando a Kazuki con más preguntas que respuestas.

En otro lugar de la ciudad, Marcos estaba al borde de la desesperación. Su mente seguía en espiral hacia la oscuridad, y la rabia que sentía hacia el mundo crecía con cada segundo que pasaba. Había estado trabajando para la organización sin saberlo, y ahora no veía salida. Se sentía atrapado, manipulado, pero al mismo tiempo, algo dentro de él había cambiado.

Sentado en un bar oscuro, con una botella vacía delante de él, Marcos reflexionaba sobre sus acciones. Sabía que no era un héroe. Nunca lo había sido. Pero algo dentro de él lo empujaba hacia el caos.

"Te ves peor que la última vez." — dijo una voz grave detrás de él.

Marcos levantó la vista lentamente, encontrándose con un hombre alto, con una cicatriz en la cara y una sonrisa perturbadora. Era uno de los miembros de la organización, alguien que siempre había observado a Marcos de cerca.

"¿Qué quieres?" — murmuró Marcos, casi sin fuerzas para responder.

"Solo quería ver cómo estabas. Parece que finalmente has llegado al punto de no retorno." — dijo el hombre, inclinándose hacia él. — "Es hora de que aceptes tu destino, Marcos. Sabes que no puedes escapar de esto."

Marcos lo miró fijamente, sabiendo que esas palabras eran ciertas. No tenía a dónde ir, no había escapatoria. Todo lo que le quedaba era el caos y la violencia.

"¿Y cuál es mi destino, entonces?" — preguntó con una voz rota, mientras su mirada se endurecía.

"Ser lo que siempre has sido destinado a ser... un destructor." — respondió el hombre. — "Pronto, te daremos una oportunidad de liberar toda esa furia que llevas dentro. Pero antes de eso, hay algo que debes hacer."

Marcos no dijo nada, solo asintió lentamente. El hombre le entregó un sobre, y sin más palabras, se fue. Marcos lo abrió, revelando una foto de Kazuki.

La ira que había estado conteniendo estalló dentro de él. Kazuki.... Todo estaba relacionado con él. Todo lo que había sufrido, todo lo que había perdido. Y ahora, tenía una misión clara. Una misión que lo llevaría directamente al enfrentamiento que tanto temía, pero que al mismo tiempo, deseaba con todo su ser.

Al mismo tiempo, en un lugar oculto, los líderes de la organización estaban reunidos. Eran siete en total, cada uno representando una región del mundo. Pero más que simples líderes, se les conocía como los "Siete Pecados Capitales", un título que habían adoptado para reflejar el poder y la influencia que tenían.

"Es preocupante." — dijo uno de ellos, su voz resonando en la sala. — "El discípulo de Lee ha comenzado a moverse."

Frente a ellos, en una pantalla, se veía una imagen de Kazuki.

"Sabíamos que esto sucedería tarde o temprano." — dijo otro líder, inclinándose hacia la mesa. — "Lee no pudo ser controlado, y no podemos permitir que su legado continúe en este chico. Es demasiado peligroso."

"El heraldo ya ha sido enviado para evaluar su fuerza." — agregó otro. — "Pero eso no es suficiente. Debemos actuar rápido."

"¿Qué propones?" — preguntó uno de ellos, con un tono frío y calculador.

"Debemos eliminarlo antes de que sea demasiado tarde. El legado de Lee no puede renacer. No ahora, no después de todo lo que hemos construido."

El silencio llenó la sala mientras los líderes consideraban las opciones. Sabían que el discípulo de Lee representaba una amenaza real para sus planes. La generación de Lee había sido la única capaz de enfrentarlos en el pasado, y no podían permitir que eso sucediera de nuevo.

Uno de los líderes levantándose de su asiento, listo para dar la orden final.

— "Es hora de acabar con esto de una vez por todas."

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