Capitulo 29: Ecos del Pasado

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El sol apenas asomaba en el horizonte cuando Kazuki se encontraba de pie, sudando y respirando agitadamente tras horas de entrenamiento. El despertar de Elena y su visión lo mantenían inquieto, pero sabía que debía mantenerse enfocado si quería protegerla, y enfrentar lo que venía. Nomura y Álvaro le habían advertido que la organización no descansaría hasta que lo eliminaran a él y todo rastro del legado de Lee.

Nomura, quien lo había estado observando desde una distancia, se acercó.

—Estás mejorando, pero aún te falta mucho —comentó, cruzándose de brazos—. El enemigo que enfrentarás no es uno que puedas subestimar. Han pasado generaciones perfeccionando sus estilos, y los siete líderes... bueno, ellos no son humanos en el sentido convencional.

Kazuki frunció el ceño. Los siete líderes, esa misteriosa organización que lo observaba desde las sombras, se habían mantenido en el misterio durante años. Cada uno representaba uno de los pecados capitales, y sus influencias se extendían por diferentes países. Pero había algo en lo que Nomura había dicho que le llamaba la atención.

—¿Qué quieres decir con que no son humanos? —preguntó Kazuki.

Nomura suspiró, tomando asiento en uno de los bancos cercanos.

—Es complicado. La organización a la que te enfrentas no es nueva. Sus raíces se remontan siglos atrás, y en cada generación, el líder de cada pecado recibe un poder. Nadie sabe exactamente de dónde proviene, pero los hace más fuertes, más rápidos... y más peligrosos. No son invencibles, pero derrotarlos no es algo que se pueda hacer a la ligera.

Kazuki sintió un escalofrío recorrer su columna. Sabía que su maestro Lee había enfrentado peligros inimaginables, pero nunca había considerado que el enemigo fuera de tal magnitud.

—¿Y qué pasó con ellos cuando Lee estaba activo? —preguntó.

—Lee fue el único que pudo enfrentarse a algunos de ellos y vivir para contarlo. —Nomura hizo una pausa, como si dudara de contar más—. Incluso derrotó a dos de los siete en su tiempo, pero ellos siempre encuentran la forma de regresar. Lee desapareció antes de que pudiera eliminar al resto... y ahora, están buscando venganza.

Kazuki guardó silencio, intentando procesar lo que acababa de escuchar. Sabía que su maestro había sido poderoso, pero no tenía idea de que había luchado contra seres tan formidables.

Mientras tanto, en otro lugar lejano, una figura sombría caminaba entre las sombras de una ciudad subterránea. Los túneles oscuros y lúgubres llevaban a una sala oculta, donde Marcos se encontraba rodeado de cuerpos ensangrentados, todos caídos tras una brutal pelea.

Marcos, con la respiración entrecortada y los puños aún cerrados, observaba el desastre que había dejado. Sus ojos estaban inyectados de ira, pero había algo más en su mirada: desolación.

—No lo entiendes, ¿verdad? —dijo una voz desde las sombras.

De repente, un hombre alto y robusto apareció, caminando hacia Marcos. Era uno de los asesinos más antiguos y letales de la organización. Vestía un traje elegante, pero sus manos estaban cubiertas de cicatrices que contaban historias de innumerables batallas.

—Creías que podrías ocultarte para siempre —continuó el hombre—, pero siempre supimos dónde estabas.

Marcos lo observó en silencio. Sabía quién era, y sabía lo que venía a hacer.

—No vine aquí para esconderme —respondió Marcos con calma, sus ojos fríos como el acero—. Sabía que me encontrarían tarde o temprano.

El hombre sonrió, sacando una daga de su cinturón.

—Entonces, esto será rápido.

Marcos se preparó para lo inevitable, sus manos listas para el combate. Pero antes de que el hombre pudiera moverse, una figura enmascarada apareció desde las sombras. En cuestión de segundos, el atacante fue derribado, su cuerpo cayó al suelo, inconsciente.

—Marcos —dijo la figura enmascarada, con una voz grave y familiar—, aún no es tu tiempo.

Marcos se giró, con una mezcla de sorpresa y reconocimiento en sus ojos.

—¿Tú...? No pensé que volverías —dijo, mirando a la figura.

El enmascarado no respondió directamente. En cambio, se acercó lentamente a Marcos, tendiéndole una mano.

—Las cosas han cambiado. Es hora de que vuelvas. Necesitamos a alguien como tú para lo que viene.

Marcos dudó por un momento, pero luego asintió, sabiendo que no tenía otra opción. Su pasado lo había alcanzado, y la batalla que había intentado evitar por tanto tiempo estaba a punto de comenzar.

De vuelta en la base, Kazuki se encontraba meditando tras un día de entrenamiento agotador. Las palabras de Nomura resonaban en su mente, pero no solo eso: la imagen de Marcos seguía apareciendo en sus pensamientos. Algo le decía que Marcos no estaba bien, que su antiguo compañero estaba en problemas. Pero antes de que pudiera ahondar más en esa intuición, una alarma sonó en la base.

Nomura y Álvaro entraron corriendo a la sala, con expresiones de urgencia.

—Kazuki, hemos recibido información. Marcos ha sido localizado. Pero no está solo. Alguien lo ha encontrado antes que nosotros.

Kazuki se levantó de inmediato, su corazón acelerado.

—¿Dónde está?

Álvaro sacó un mapa, señalando un lugar en las afueras de la ciudad.

—Parece que está en un complejo subterráneo. Pero no podemos ir allí sin estar preparados. Podría ser una trampa.

Kazuki miró el mapa con determinación.

—Marcos es uno de los nuestros. No puedo dejarlo allí, sea una trampa o no.

Nomura lo observó durante unos segundos, evaluando su determinación.

—Entonces, prepárate. Si vamos a ir, necesitarás todo lo que has aprendido hasta ahora.

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