Capítulo 26: El despertar del caos

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El día en la base comenzó como cualquier otro. Kazuki entrenaba bajo la atenta mirada de Nomura y Álvaro, perfeccionando sus técnicas con dedicación. Sin embargo, algo parecía estar fuera de lugar. Desde la invasión a la base y el ataque a sus compañeros, la sensación de amenaza latente se intensificaba.

—Hoy será un entrenamiento diferente, Kazuki. Debes estar preparado para lo que viene —dijo Nomura, con su usual tono severo, mientras ajustaba su cinturón de judo y preparaba la sala de combate.

Kazuki respiró profundamente y se preparó para el entrenamiento. Sabía que debía ser más fuerte, pero una parte de él no dejaba de preguntarse quién era realmente Lee y qué estaba sucediendo a su alrededor.

Nomura, sin previo aviso, se lanzó hacia Kazuki con una técnica de judo, el Uchi Mata. El movimiento era rápido y fluido, consistiendo en balancear su peso hacia adelante, usando su pierna para barrer la pierna interna de Kazuki. Este apenas logró esquivar el ataque, pero perdió el equilibrio, cayendo al suelo.

—Debes aprender a sentir el momento de la técnica, a anticipar el movimiento de tu oponente —dijo Nomura mientras lo ayudaba a levantarse—. Lee fue un maestro en esto. Él dominó el arte de leer los movimientos de sus rivales antes de que siquiera pensaran en atacar.

Kazuki asintió, pero antes de que pudiera responder, la alarma de la base se activó. Álvaro y otros miembros corrieron hacia las entradas, mientras Nomura se colocaba en posición de combate, listo para cualquier eventualidad.

—¿Qué está pasando? —preguntó Kazuki, su corazón acelerándose.

Antes de que pudiera obtener una respuesta, las puertas de la base se abrieron de golpe. Un grupo de hombres armados y con trajes oscuros entraron, pero lo más perturbador fue la figura que lideraba el ataque: Nagata, un antiguo miembro de la organización, uno de los más temidos en su tiempo.

Nagata había estado retirado durante varios años, pero su reputación seguía viva. Era conocido como "El Puño Sombrío" por su estilo letal de karate kyokushin combinado con un manejo impecable de aikido. Había derrotado a incontables rivales, pero se retiró misteriosamente antes de enfrentarse al líder supremo. Su aparición ahora indicaba que las cosas iban a un nivel completamente diferente.

—¿Nagata? —susurró Nomura, con una mezcla de sorpresa y preocupación en su voz—. Pensé que ya te habías retirado.

Nagata sonrió bajo su máscara de combate y avanzó lentamente hacia Kazuki, ignorando a los demás.

—Nunca hay un retiro definitivo cuando el deber llama, Nomura. He venido por él —dijo Nagata, señalando a Kazuki—. El discípulo de Lee... ¿Es esto lo mejor que pueden ofrecer? Un muchacho inexperto. Será mejor que lo preparemos para lo que viene.

Kazuki se puso en guardia, sintiendo la presión de la presencia de Nagata, quien lo observaba con ojos fríos y calculadores.

—He esperado mucho para enfrentarme a alguien como tú —dijo Nagata, inclinando ligeramente la cabeza—. Veremos si eres digno de la herencia de Lee.

Sin previo aviso, Nagata lanzó un golpe descendente, un shuto uchi típico del karate, dirigido a la clavícula de Kazuki. La velocidad y precisión eran sorprendentes, pero Kazuki logró bloquear el ataque con un tan sao, una técnica de Jeet Kune Do que le enseñó Lee, desviando el golpe hacia un lado.

Kazuki apenas tuvo tiempo de reaccionar antes de que Nagata lanzara un barrido con su pierna, forzando a Kazuki a saltar para evitar caer. Kazuki contraatacó con una combinación de jab y cruzado, intentando abrirse paso en la defensa de Nagata, pero este absorbió los golpes con una postura sólida de aikido, desviando los ataques de Kazuki sin perder el equilibrio.

—Eres rápido, pero te falta experiencia —dijo Nagata, tomando el brazo de Kazuki y lanzándolo al suelo con un impecable iriminage, una técnica de proyección de aikido que utiliza el peso y el impulso del oponente en su contra.

Kazuki se levantó con dificultad, jadeando, pero no dispuesto a rendirse. Se lanzó nuevamente, esta vez utilizando una técnica defensiva del Jeet Kune Do llamada Stop-Hit, que interrumpe el ataque del oponente con un golpe directo y rápido al torso. El impacto hizo retroceder a Nagata unos pasos, pero este sonrió.

—No está mal, chico. Tienes algo de potencial. Pero aún no has visto nada.

Nagata, sin previo aviso, lanzó una serie de golpes que fluían de su karate kyokushin, cada uno dirigido a puntos vitales del cuerpo de Kazuki. Este apenas pudo bloquear la mayoría, pero algunos golpes alcanzaron su objetivo, obligándolo a retroceder, el dolor era evidente en su rostro.

—Esto termina ahora —dijo Nagata, preparándose para el golpe final. Sus músculos se tensaron mientras se preparaba para una técnica devastadora.

Pero antes de que pudiera atacar, una sombra cruzó rápidamente el campo de batalla. Un hombre vestido completamente de negro, con una máscara que cubría su rostro, apareció de la nada, como una ráfaga de viento. Con movimientos rápidos y letales, neutralizó a los hombres de Nagata que rodeaban a Kazuki y sus compañeros, usando técnicas de ninjutsu.

Nagata se detuvo, sorprendido por la intrusión del hombre enmascarado. Este último desenfundó una katana con fluidez, colocándola entre él y Nagata.

—No hoy, Nagata. Este chico no está listo para morir. No todavía —dijo el hombre enmascarado con una voz firme, pero calmada.

Nagata entrecerró los ojos, evaluando la situación. Sabía que enfrentarse a este misterioso individuo no sería fácil, y sus hombres habían sido eliminados con demasiada facilidad.

—No interfirieras en asuntos que no te conciernen —dijo Nagata con dureza, pero retrocedió, consciente de que la situación ya no estaba a su favor—. Este no es el final. Volveremos por él.

Con esas palabras, Nagata desapareció entre las sombras, llevándose a sus hombres heridos. El hombre enmascarado se volvió hacia Kazuki, guardando su katana.

—¿Estás bien? —preguntó, extendiendo una mano para ayudarlo a levantarse.

Kazuki, aún aturdido, tomó su mano y se puso de pie, sin saber qué decir.

—¿Quién eres? —preguntó Kazuki, su voz débil por el cansancio y el dolor.

—Solo alguien que vela por el legado de Lee. Aún no estás listo para lo que viene, pero con el tiempo lo estarás. Solo asegúrate de no perder el camino.

Antes de que Kazuki pudiera preguntar más, el hombre enmascarado desapareció en la oscuridad, dejando a Kazuki con más preguntas que respuestas.

Nomura se acercó, cojeando por las heridas, pero con una expresión seria.

—Ese hombre... No lo había visto en años. Es un protector, pero su verdadero nombre es desconocido —dijo Nomura, con la mirada perdida en el horizonte—. No puedo creer que Nagata esté involucrado ahora. Esto va mucho más allá de lo que esperábamos.

Kazuki, aún confundido, asintió, sabiendo que la batalla solo acababa de comenzar. Pero mientras miraba las ruinas de la base y a sus compañeros heridos, una única pregunta seguía girando en su cabeza: ¿Quién era realmente Lee, y por qué tantos están dispuestos a matarlo a él por ser su discípulo?

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