Capitulo 5: El despertar Interior

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Kazuki se despertó antes del amanecer, sintiendo la energía del nuevo día. Desde que comenzó a entrenar con Lee, su rutina diaria había cambiado. Ahora, cada mañana empezaba con ejercicios de meditación y calentamiento, preparándose mental y físicamente para lo que vendría. Mientras se dirigía al dojo, recordaba las palabras de Lee: "La verdadera batalla no es contra otros, sino contra uno mismo".

Al llegar, encontró a Lee esperándolo en el centro del tatami, con una expresión serena pero firme.

—Buenos días, Kazuki —dijo Lee mientras ajustaba su postura—. Hoy vamos a llevar las cosas un paso más allá.

Kazuki asintió, dispuesto a dar lo mejor de sí. Comenzaron con una serie de ejercicios de respiración y estiramientos. Lee enfatizaba la importancia de la respiración controlada y el equilibrio, repitiendo que las artes marciales no eran solo sobre la fuerza bruta, sino sobre la mente y el espíritu.

—La mente es como el agua —dijo Lee mientras guiaba a Kazuki en un movimiento—. Cuando se agita, es difícil ver a través de ella. Pero cuando se calma, todo se vuelve claro.

Mientras continuaban con el entrenamiento, Lee introdujo movimientos más avanzados, ejercicios que no solo ponían a prueba la agilidad de Kazuki, sino también su paciencia y concentración. Cada golpe, cada bloqueo tenía un propósito más allá de la simple autodefensa. Era un diálogo interno entre su cuerpo y su mente.

En un momento, mientras realizaban una serie de movimientos, la mente de Kazuki comenzó a divagar. Recordó una escena que no podía borrar de su memoria...

[Flashback: La Cena Solitaria]

Era un niño de ocho años, y la casa estaba en completo silencio. Había preparado la mesa del comedor, esperando a sus padres. Había puesto dos platos adicionales, encendió una vela y preparó una sencilla cena que había aprendido a cocinar por su cuenta. Las horas pasaban, y la esperanza de ver a sus padres se desvanecía con cada minuto que el reloj marcaba.

Finalmente, se quedó dormido en la mesa, su pequeño cuerpo encorvado sobre los restos fríos de la comida. El vacío y la tristeza se hicieron presentes, dejándole una cicatriz que aún hoy seguía abierta. Se despertó más tarde esa noche, solo para encontrar una nota de sus padres, disculpándose por no haber llegado a tiempo.

[Fin del Flashback]

Kazuki volvió al presente con un sobresalto. Lee lo observaba, notando la distracción en sus ojos.

—Kazuki, ¿qué sucede? —preguntó Lee con suavidad, pero con una mirada penetrante.

—Nada, solo... recordaba algo del pasado —respondió Kazuki, tratando de mantener la compostura.

Lee se acercó y colocó una mano firme en su hombro.

—Todos llevamos cicatrices, Kazuki. El dojo no es solo para entrenar tu cuerpo. Es un lugar para encontrar paz con uno mismo, para sanar esas heridas que llevamos dentro.

Kazuki asintió lentamente, comprendiendo la profundidad de las palabras de Lee. Nunca había pensado en el entrenamiento de esa manera. Siempre lo había visto como una forma de hacerse más fuerte para enfrentar a los demás, pero ahora se daba cuenta de que el verdadero enemigo estaba dentro de él mismo.

Continuaron con el entrenamiento, pero esta vez Kazuki estaba más enfocado. Cada movimiento que realizaba tenía un nuevo significado. No se trataba solo de golpear o defenderse, sino de aprender a controlar sus propios demonios. Sentía que con cada golpe al aire, con cada postura de defensa, estaba deshaciéndose de una pequeña parte del dolor y la rabia que llevaba dentro.

Después de un par de horas, Lee hizo una señal para detenerse. Ambos estaban cubiertos de sudor, pero había una sensación de logro en el aire.

—Lo estás haciendo bien, Kazuki —dijo Lee con una leve sonrisa—. Pero recuerda, esto es solo el comienzo. La verdadera batalla es un viaje largo y solitario, pero no tienes que hacerlo solo.

Mientras se dirigían a un descanso, Lee decidió compartir una parte de su propia historia, algo que aún no le había contado a Kazuki.

—Mi maestro, cuando era joven, me enseñó que la verdadera fuerza no reside en los músculos, sino en la capacidad de controlar nuestras emociones —dijo Lee, mirando hacia el horizonte—. Me contó sobre las veces que fue probado, no solo físicamente, sino espiritualmente. Y cómo cada desafío lo hizo más fuerte. No porque se volvió más poderoso, sino porque aprendió a enfrentar la vida con serenidad y propósito.

Kazuki escuchó en silencio, absorbiendo cada palabra. Por primera vez, sentía que el entrenamiento era más que una simple actividad física. Era una forma de encontrar un equilibrio que nunca había tenido en su vida.

Mientras terminaban el descanso y se preparaban para continuar, Lee le hizo una última pregunta.

—Kazuki, ¿recuerdas lo que te dije al principio? La vida te da dos opciones: puedes huir o puedes sobrevivir. Cada día, cada entrenamiento, es una oportunidad para tomar esa decisión.

Kazuki miró a Lee y, con más convicción que nunca, asintió.

—Quiero sobrevivir.

Lee sonrió, sabiendo que Kazuki estaba en el camino correcto. Pero ambos sabían que el verdadero desafío aún estaba por llegar. Había algo en el aire, una sensación de que el pasado de Kazuki estaba a punto de enfrentarse al presente. Al salir del dojo, Kazuki sintió una mezcla de emociones. Se sentía más fuerte, pero también más consciente de las cicatrices que llevaba dentro. Estaba listo para enfrentarse a lo que sea que viniera, porque sabía que esta vez no estaría huyendo.

Sin embargo, no tenía idea de que alguien lo había estado observando desde las sombras, una figura del pasado que estaba a punto de reaparecer en su vida.

¿Quieres morir o sobrevivir?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora