Kazuki despertó lentamente, el mundo a su alrededor era una amalgama de sonidos apagados y luces borrosas. Sus músculos protestaron cuando trató de moverse, recordándole el dolor que había sufrido. Intentó abrir los ojos, pero los cerró casi de inmediato al notar la claridad de la habitación. Estaba en un hospital, y por un momento, el miedo lo invadió.
Un par de voces murmuraban cerca. Reconoció una de ellas, la calma y firmeza de Lee, que estaba hablando con alguien más. Al enfocar su oído, comenzó a escuchar.
—...fue encontrado en el callejón, con múltiples heridas —decía la voz desconocida, probablemente un doctor—. Afortunadamente, ninguna es grave, pero necesitará tiempo para recuperarse.
—Gracias, doctor —respondió Lee—. ¿Puedo quedarme con él un momento?
—Claro, pero no lo agote. Necesita descansar.
El sonido de una puerta cerrándose dejó a Kazuki solo con Lee. Sintió el peso de la preocupación en el aire, y a pesar de querer abrir los ojos y enfrentarlo, algo en su interior lo detuvo. Fingir que aún estaba inconsciente le daba un pequeño respiro, una oportunidad para ordenar sus pensamientos.
Lee se acercó a la cama, su sombra cayendo sobre el rostro de Kazuki. Hubo un largo silencio antes de que el maestro hablara.
—Kazuki, sé que estás despierto —dijo Lee en voz baja—. No tienes que abrir los ojos si no quieres. Pero necesito saber qué pasó.
Kazuki mantuvo su respiración regular, esforzándose por no reaccionar. No sabía si Lee realmente sabía que estaba despierto o si simplemente lo estaba probando.
—Escuché sobre lo de Elena —continuó Lee—. Lo siento... No llegué a tiempo para detenerte.
Kazuki sintió una punzada de culpa. Había salido corriendo sin pensar, dejando que la furia lo controlara. Había enfrentado a Marcos y su grupo con todo lo que tenía, pero aun así, todo había salido mal. La imagen del motociclista llevándose a Marcos seguía grabada en su mente, como una sombra que acechaba en las esquinas de su conciencia.
—Kazuki, quiero ayudarte —dijo Lee, su voz teñida de una mezcla de tristeza y comprensión—. Pero necesito que confíes en mí. Necesito saber qué pasó realmente.
Kazuki dudó. Parte de él quería contarle todo a Lee, descargar la carga que sentía en su pecho. Pero la otra parte, la que se sentía avergonzada y rota, no quería enfrentar la realidad de lo que había sucedido. Había dejado que la ira lo dominara, que su deseo de venganza nublara su juicio. ¿Qué pensaría Lee de él si supiera la verdad?
Fingió moverse levemente, como si estuviera empezando a despertar. Escuchó a Lee suspirar suavemente, tal vez dándole un poco de espacio para decidir si quería hablar o no.
—Elena está estable —dijo Lee de repente, como si supiera que esas eran las palabras que Kazuki necesitaba escuchar—. Los médicos dicen que se pondrá bien, pero... será un proceso largo.
La noticia le dio un poco de alivio a Kazuki, pero también lo llenó de una nueva preocupación. Elena estaba herida, y todo era por su culpa. Había fracasado en proteger a la única persona que realmente le importaba.
—El motociclista... —murmuró Lee, haciendo que el corazón de Kazuki diera un vuelco—. No sabemos quién es ni qué quería. Pero está claro que hay algo más en juego aquí.
Kazuki apretó los dientes, tratando de no dejar que sus emociones se desbordaran. Había querido que todo terminara con Marcos, pero ahora parecía que había algo más oscuro acechando en las sombras.
—Descansa por ahora, Kazuki —dijo Lee suavemente—. Cuando estés listo, hablaremos. Pero recuerda, no estás solo en esto.
Lee se levantó y se dirigió hacia la puerta, dejándolo solo en la habitación. Kazuki esperó hasta que escuchó el clic de la puerta cerrándose antes de abrir los ojos lentamente. La habitación del hospital se veía fría y estéril, un reflejo de cómo se sentía en su interior.
Sabía que Lee tenía razón. Había más en juego, y aunque no lo quería admitir, necesitaba ayuda. Pero por ahora, solo quería un momento para sí mismo, para procesar lo que había pasado y lo que venía después.
Mientras cerraba los ojos una vez más, solo una cosa estaba clara en su mente: debía encontrar respuestas. Y para ello, tendría que enfrentarse a la oscuridad que se cernía sobre él y aquellos a quienes amaba.
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¿Quieres morir o sobrevivir?
AcciónKazuki Baldur ha conocido el sufrimiento y la soledad desde una edad temprana. Nacido en el pequeño pueblo de Elorrio, en el País Vasco, su vida ha sido una constante lucha. Con unos padres ausentes y una escuela llena de hostilidad, Kazuki ha apren...