Capitulo 26

127 12 1
                                    

Violeta

Cuando el coche se detuvo al pie de las escaleras salí de él sin esperar a que Vladimir me siguiera por detrás, me adentre en la mansión subiendo las escaleras hasta que la mano de Vladimir me tomo del brazo y me hizo girar.

–Estoy cansada– mire al suelo evitando su mirada, porque de alguna manera sentía que lo estaba traicionando en pensar en alguien más.

–Vamos a la habitación– murmuró con delicadeza.

–Hoy quiero dormir sola, si no te importa– me encogi de hombros.

–Esta bien– quitó su mano de mi brazo dejando que continuará con mi camino.

Camine a pasos rápidos hasta llegar a mi habitación, cerré la puerta y me quedé por unos momentos recargada en ella, sintiendo como mi respiración se volvía irregular y mi vista se nublaba.

Necesitaba algo o sino empezaría a llorar y eso era lo que menos quería, no quería volver a llorar por un gilipollas como él.

¿Cómo es que me seguía doliendo si ya habían pasado más de diez años?

Camine a pasos rápidos y abrí uno de los cajones del escritorio sacando una pequeña bolsa con polvo blanco, lo saque de la bolsa y esparci un poco sobre la mesa.

Pero cuando estuve a punto de inhalar la puerta se abrió de golpe, gire mi cuerpo para encontrarme con Steven quien venía hacia a mi y en tan solo unas cuantas zancadas ya estaba frente a mi.

Dio un manotazo sobre la mesa para tirar la cocaína al suelo y que quedará esparcida por todo el suelo.

Sus brazos me acogieron en un abrazo pegando mi cabeza a su pecho, fue cuando deje que cayera la primera lágrima volviendo a romperme como en aquel entonces.

–Lo volví a ver– dije en un murmullo.

Me dolía el pecho y al mismo tiempo sentía que no podía respirar, porque su estúpido recuerdo no me dejaba vivir de verdad, me había arruinado la vida y ni siquiera lo supo porque solo pensó en si mismo y su maldita diversión.

–Lo se– acaricio mi cabello dejando un casto beso sobre mi coronilla– me contacto porque quiere verte, pero le dejé muy en claro que no lo verías nunca.

–Me duele el corazón– solloce.

Ya no quería llorar por él, quería olvidarlo y dejarlo en el pasado, pero cada vez que su estúpido recuerdo llegaba a mi cabeza me sentía débil, como una gilipollas por haber creído en cada una de sus malditas promesas.

Mis mejillas estaban llenas de todas mis lágrimas, todo se sentía como si solo hubiera sido hace tan solo unos pocos minutos, me quería esconder bajo mis sábanas y perderme entre mis sueños.

Le creí todo lo que alguna vez me había dicho, sus te amo, cada beso que me daba o robaba, aquellas miradas que me juraban ser de amor, sus palabras, todo, absolutamente todo le creí.

Solamente para que al final todo fuera una mentira y todo mi mundo se cayera en pedazos.

¿Por qué tenía que volver cuando ya todo estaba bien?

¿Por qué volver para abrir una herida que nunca estuvo cerrada?

–Todo estará bien– susurro tomándome de los hombros– escúchame bien Violeta, así sientas que el mundo se te cae, que el mundo está en tu contra y que probablemente en algún momento te llegues a sentir sola, solo piensa que me tienes a mi. Un amigo que daría la vida por ti si es necesario, porque aunque tuve dos hijos, tu eres aquella hija que no pude tener.

Steven era más que un amigo, se había vuelto parte de mi familia. Aquella que yo misma elegí.

Steven es mi tío del alma.

–Ya no quiero seguir llorando por él– sorbi la nariz.

–Es mejor que llores a qué te drogues– me volvió a envolver entre sus brazos– así que deja de hacerte la fuerte y llora todo lo que tú corazón sienta que es necesario.

Quizás a veces dejamos encerradas nuestras emociones para dejar de ser lastimados, pero lo malo es que tarde o temprano explotamos y todo lo que alguna vez no sacamos sale mil veces peor.

Pero yo ya no quería pensar en él.

Ya no quería seguir pensando en el pasado.

___

Unos pequeños toques detrás de la puerta hicieron que me sentará sobre la cama, pedí que entrarán y cuando su cuerpo entro me sentí mal.

Porque por aquel maldito hijo de puta arruine nuestra noche, arruine nuestra cena y no pude disfrutar de aquel momento juntos.

–Se que dijiste que querías dormir sola pero solo vine a dejarte unas cosas– cerro la puerta detrás de él y camino hasta sentarse en la orilla de la cama.

Entre sus manos llevaba una bolsa plástica con varias cosas que fue esparciendo sobre la cama.

–Estuve investigando un rato y me encontré con que en los primeros días de periodo a las mujeres les da cólicos, por eso aquí te tengo una bolsa con agua caliente que debes de poner sobre tu abdomen– me dio la bolsa y llevo mis manos hasta la zona– también te compre algunas pastillas– dejo las cajas sobre el estante– al igual que algunas toallas higiénicas. No sabía de cuales comprar así que te traje de diferentes, con alas, sin alas, nocturnas, tampones, protectores, medianas, grandes...– fue sacando cada paquete de las que iba mencionando.

Y ese acto se me hizo tan tierno porque se preocupaba por mi, me había traído todo esto sin siquiera pedírselo.

–Debes de tomar mucha agua para que...– puse mi dedo índice sobre sus labios.

–Gracias– acaricie su mejilla.

–Solo quiero que estés bien– dejo la bolsa en el suelo.

–Cuando te tengo a mi lado estoy bien– deje un corto beso sobre sus labios– ¿Y sabes que? Cambie de opinión, si quiero dormir contigo.

–Que bueno porque el traerte todo esto era solo una excusa para ver si cambiabas de opinión. ¿Acaso olvidaste lo que alguna vez te dije?– enarco una ceja esperando por mi respuesta, una respuesta que no supe cómo darle– quería dormir contigo cada noche y despertar cada mañana y lo primero que vea sea tu rostro.

Solté una pequeña risa al igual que él, se acomodo en el otro extremo de la cama y paso su mano por mi cintura atrayendo mi cuerpo al suyo.

–Te amo, mi emperatriz.

Deje que mi cabeza se reposará sobre su pecho sintiendo como subía y bajaba por cada reparación que daba.

Y esa noche no solo aclaro todo lo que rondaba sobre mi cabeza, sino que me volvió a confirmar que para poder amar a una persona no se necesitan de años para conocerse. Sino solo días e incluso un solo segundo.

Las personas tienen muchas formas extrañas de conocerse y comenzar a sentir algo más que atracción física.

Tal vez no estaba segura de muchas cosas en mi vida, pero de algo si podía confirmar e incluso meter las manos al fuego en que Vladimir nunca me rompería el corazón.

Pero yo no podía decir lo mismo.

–Te amo, Vlad– susurré cerrando los ojos.

–Te amo, Vlad– susurré cerrando los ojos

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Últimos capítulos!!

Dominio oscuro: La pasión encadenada (Completa ✓)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora