Epilogo: El corazón en guerra

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Violeta

Depender de una persona emocionalmente nunca ha sido algo que me haya gustado, porque al momento de no volver a verla sientes un gran vacío en tu corazón. Pero con una buena cantidad de dinero cualquier corazón roto se sana.

Incluso el más dañado.

Al principio fue algo difícil, ya nadie me despertaba con un beso en la coronilla deseándome los buenos días, nadie me elogía por el simple hecho de parpadear, ya no sentía una mano alrededor de mi cintura o cadera.

Pero dejando las estupideces esas del amor por un lado, en lo otro me fue mejor de lo que esperaba, cada día los billetes verdes me llovían, la mercancía volaba y era mucho más fácil transportarla por varios puertos de Londres.

¿Quién necesitaba del puto amor cuando podrías estar podrida en dinero y vivir una vida llena de lujos sin tener la preocupación de absolutamente nada?

Mis mayores consumidores eran los mexicanos, seguidos de los colombianos y después por Dianer quien solo me encargaba finos diamantes que utilizaba para vender en sus joyerías.

No me quedaba tiempo en todo el día para pensar en mi corazón roto cuando tenía cosas mucho más importantes que hacer.

–¡Un cargamento ha sido confiscado por la policía venezolana!– Steven entro corriendo en mi despacho.

–¡Joder!– pase una mano por mi cabello.

Ese maldito cargamento era la única prueba para que la policía tuviera razones suficientes para poder abrir una carpeta de investigación en mi contra. Podrían encontrar las pruebas suficientes y así poder meterme en la cárcel.

–Lo que estás pensando es correcto– asintió Steven recargandose sobre una de las sillas– la carpeta de investigación en tu contra hace algunas semanas ya fue abierta, desde que se enteraron que tenías Londres, ahora mismo eres una de las personas más buscadas por la Interpol, FBI, DEA y la policía anti narcotraficantes.

–Todo se me está complicando– solté un suspiro lleno de frustración– ¿Cómo fue que descubrieron el cargamento si mi ruta era perfecta?

–Te han estado siguiendo los pasos.

Y como no iban a hacerlo si casi cada noche salgo de fiesta al primer antro que me encuentro en mi camino, perdi un valioso tiempo con Vladimir y ahora estoy pagando las consecuencias.

Si me hubiera encargado desde un principio nada de esto estuviera pasando, pero en algo Vladimir me había ayudado y es que me habían perdido el rastro por varias semanas mientras me escondí en su mansión.

Sin embargo no estoy dispuesta a pasarme la vida completa encerrada y esperando a que la policía deje de buscarme.

Voy a hacer lo que sea con tal de no poner un solo pie en la cárcel, y si llego a entrar en esa porquería de lugar primero dejaré un mundo lleno de fuego y casi hecho cenizas.

–Manda a mis hombres hasta Venezuela y haz que recuperen esas catorce toneladas– ordene– no pienso tener mal entendidos con los venezolanos por culpa de la policía.

Si no recuperaba esa mercancía y se la entregaba a los venezolanos lo más probable es que tendría problemas con ellos y seguido serían los colombianos con los que tenían una buena relación y por último con algunos chinos.

Cosa que por el momento no necesito, bastante tengo con los problemas que se me están acumulando por culpa de la estúpida policía.

–Cuentame todo lo que sabes sobre mi investigación– puse las palmas de la manos sobre el escritorio clavando la mirada sobre Steven.

–Se han unido más de veinte países no solo de Europa sino también de América latina y África por si llegas a alguno de sus aeropuertos, puertos o carreteras te lleven directamente a la cárcel mientras tú caso sigue abierto. Se han dejado casos de muchos narcotraficantes solo por el tuyo, ¿en qué puto momento se te pasó por la mente que era una buena idea matar al coronel Fuentes y al mayor Jons?

–Cuando intentaron confiscarme los cargamentos– me encogi de hombros.

–Eres todo un caso mujer– negó unas cuantas veces– el echo es que la policía tiene algunas pruebas en tu contra, pero necesitan de más para poder darte una cadena perpetua, es por eso que desde el momento en que supieron que tenías a Londres bajo tus manos se pusieron más en alerta y te empezaron a seguir de cerca los pasos.

–Entonces en pocas palabras soy el centro de atención de todo el mundo– sonreí de lado.

Había estado por mucho tiempo fuera de la vista de la policía, pero ahora que tenía toda su atención no la perdería hasta llegar a sus últimas consecuencias.

Todos ellos son muy estúpidos por tratar de llevarme tras una reja, pero si querían hacerlo tendrían que soportar la guerra que les llegaría y no estarán preparados para ella.

Porque cada maldito ataque será peor que el otro hasta que me supliquen porque la termine.

–Es mejor que te escondas por un tiempo o que te entregues Violeta– comento Steven por lo bajo– tienes a la policía de todo el mundo en tu contra.

–Esta vez estás equivocado Steven– una retorcida sonrisa se planto en mis labios– tengo aliados dispuestos a todo con tal de dejar de ser perseguidos, voy a desmantelar poco a poco a la DEA, FBI, la Interpol y la policía anti narcotraficantes.

–¿Y si tus enemigos quieren aprovechar para hundirte?– enarco una ceja.

–Entonces no tienen en cuenta lo que les esperara, tu más que nadie sabe los números aliados que tengo dispuestos a apoyarme hasta las últimas consecuencias, hombres poderosos y dueños de potencias mundiales, además de que la policía nunca sabrá de dónde vendrá el primer ataque ni los siguientes.

Tengo todo a mi favor para salir victoriosa de esto que está por comenzar.

El mundo terminara postrado ante mis pies y quién me traicionó recibirá sus consecuencias.

No me importa quien esté de mi lado y quién esté en mi contra, voy a empezar esto y no me importa quien muera en mi camino.

Destruiré a cada persona que se me ponga en contra y los haré besar el suelo por dónde yo he pasado.

Mis aliados me respaldarán, conozco muy bien sus capacidades y saben que cuando están de mi lado nunca salen perdiendo sino todo lo contrario.

El mundo se arrepentirá de este error que están cometiendo.

–¿En qué piensas?– pregunto Steven entrecerrando los ojos.

Me cruce de brazos y mi vista se perdió en algún punto inespecífico mientras una media sonrisa se asomo en la comisura de mis labios.

–Estoy pensando que si quieren guerra, guerra tendrán.


Continuará...

Dominio oscuro: La pasión encadenada (Completa ✓)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora