Cris observaba la televisión, con el corazón apretado al escuchar las palabras de Nacho. Era como si su mensaje resonara con la historia de cada uno de ellos, especialmente con Sol, que seguía luchando por ser un pilar en medio de tantas adversidades.
— ¿Vieron eso? —dijo Gustavo, señalando la pantalla con una sonrisa. — Ese chico nunca se olvidó de sus raíces.
Sol, aunque aún con el rostro húmedo por las lágrimas, se sintió un poco más ligera al escuchar a Nacho. Su historia era un recordatorio de que, a pesar de las dificultades, los sueños podían hacerse realidad.
— Me gustaría hablar con él un día —murmuró Sol, casi para sí misma. — Quiero preguntarle cómo hizo para no rendirse.
— Quizás un día lo hagas —respondió Cris, dándole un suave apretón en el brazo—. Todo es posible, cariño.
Franco, con una sonrisa traviesa, interrumpió el momento.
— ¡Nachoman está de moda! ¡Podríamos organizar una fiesta temática!
Todos rieron, aliviando un poco la tensión del ambiente. La risa era un bálsamo para las heridas.
— Pero primero, tenemos que centrarnos en nuestra familia —dijo Gustavo, mirándolos a todos—. No importa lo que venga, lo enfrentaremos juntos.
Azul, que se había despertado, se unió al abrazo familiar, y Sol sintió que, aunque el camino era largo, no estaba sola en esta batalla. La presencia de su familia era un recordatorio constante de que el amor y el apoyo podían superar cualquier desafío.
— ¿Alguien quiere más chocolatada? —preguntó Franco, levantando la bandeja.
— ¡Yo! —gritaron todos al unísono, riendo una vez más.
En ese momento, le sonó el móvil a Sol y vio que era un llamado de Nadia.
— ¡Nadu!
— Ey, con Nacho se nos ocurrió ir a dormir en la casa hoy, podremos ir al hogar?
— Si, por supuesto Nadu, vengan.
— Perfecto, vamos ahí con Roña y Lucia, solo esperamos a que Nachito termine de hablar con el entrenador y nos vamos para allá, ¿Cómo están los peques?
— Los peques están bien —respondió Sol, echando un vistazo a Azul, que ya estaba completamente despierta y jugando con una almohada—. Están llenos de energía, como siempre.
— Genial, entonces nos vemos en un rato —dijo Nadia con entusiasmo.
Sol colgó y miró a los demás con una sonrisa.
— Parece que vamos a tener compañía esta noche —anunció—. Nadia, Nacho, Roña y Lucía vienen para acá.
Franco levantó las cejas con diversión.
— ¡Otra noche de pijamas! ¿Debemos preparar más chocolatada?
Cris sonrió, dándose cuenta de que esa visita inesperada podría ser justo lo que necesitaban para distraerse un poco de los últimos días difíciles.
— Será una buena oportunidad para relajarnos un poco —dijo Gustavo—. Hace falta más momentos como estos, ¿no creen?
Sol asintió, sintiendo un cálido alivio en su pecho. La idea de tener a sus amigos cerca la reconfortaba.
— Sí, definitivamente lo necesitamos.
Mientras esperaban la llegada de los demás, comenzaron a organizar la casa para la noche de pijamas. Franco se encargó de preparar la chocolatada extra, mientras Cris y Gustavo sacaban mantas y almohadas adicionales. Azul corría de un lado a otro, emocionada por la llegada de Nadia y los otros.
