Cap 14

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Cuando la última nota resonó en el aire, hubo un breve momento de quietud antes de que estallara un aplauso entusiasta. Los adultos y los niños se pusieron de pie, aplaudiendo y vitoreando a los dos jóvenes cantantes. Valeria, con una gran sonrisa en el rostro, hizo una pequeña reverencia, mientras Simon, con una expresión igualmente feliz, levantaba su mano para chocar los cinco con ella.

— ¡Lo hiciste genial, Vale! —exclamó Simon con entusiasmo. —Me alegra haber cantado con vos.

— ¡Vos también, Simon! —respondió ella, sintiendo una calidez especial en su corazón. —Gracias por invitarme a cantar.

Ambos bajaron del escenario, aún sintiendo la emoción del momento. Azul, que había seguido toda la actuación desde su lugar, recibió a Vale con un abrazo cálido.

— ¡Estuviste increíble, Vale! —dijo Azul, apretando su mano. —Sabía que lo harías bien.

— ¡Gracias, Azul! —respondió Vale, sintiéndose orgullosa y agradecida por el apoyo de su amiga.

La fiesta continuó con más canciones, risas y juegos. La atmósfera estaba llena de alegría y camaradería, mientras todos celebraban no solo el Día del Niño, sino también el sentido de pertenencia y unidad que compartían en el Rincón de Luz. A medida que el día avanzaba y el sol comenzaba a ponerse, los niños se sintieron llenos de una energía renovada, con la certeza de que no estaban solos y que, a pesar de las dificultades, siempre podían contar unos con otros.

En medio de la festividad, Abril se acercó a Vale y Simon con una sonrisa satisfecha.

— ¡Ustedes dos hicieron una gran dupla en el escenario! —les dijo, guiñándoles un ojo. —Deberían considerarlo para el próximo evento.

— ¿Quién sabe? —respondió Vale, riendo. —Puede que esta no sea la última vez que cantemos juntos.

Simon asintió, sonriendo ampliamente.

— Seguro que no.

Mientras las últimas luces del día se desvanecían y el jardín comenzaba a iluminarse con las primeras estrellas de la noche, los niños del Rincón de Luz y sus amigos del barrio se reunieron alrededor de una fogata improvisada. Allí, compartieron historias, canciones y promesas de amistad eterna, sabiendo que, aunque el Día del Niño llegaba a su fin, la felicidad que habían sentido permanecería en sus corazones por mucho tiempo.

Finalmente, cuando la fiesta terminó y todos regresaron a sus habitaciones, Vale y Azul se quedaron un momento más en el jardín, disfrutando de la tranquilidad de la noche. Vale miró a las estrellas, sintiendo una profunda gratitud por el día que habían compartido.

— Azul, hoy fue un día perfecto, ¿no? —murmuró Vale.

— Sí, lo fue —respondió Azul, asintiendo con una sonrisa. —Y es solo el comienzo de muchos días felices que tendremos acá, yo gané tres Barbies, una de Sol, uns de la tía Abril y otra de la cola de juguetes. 

— Yo gané dos Barbies y un Ken, fue increíble.  — Vale tenía los ojos brillando.

— ¡Y encina cantaste con Simón, su voz es re linda! — Azul sonrió. 

— ¡Y los ojitos que tiene, la sonrisa, el olor, el color de pelo! — la niña sonreía encantada. 

Azul soltó una risita al escuchar la descripción entusiasta de Vale sobre Simón. Sabía que su amiga se sentía atraída por él, y no pudo evitar sonreír ante la alegría que irradiaba en sus palabras.

— Parece que te gusta mucho Simón —dijo Azul con un tono pícaro.

Vale se ruborizó un poco, pero no pudo evitar reírse también.

CHIQUITITAS 2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora