Cap 10

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La canción resonó en toda la casa, llenando el ambiente de una calidez especial. Los adultos aplaudieron emocionados, muchos con lágrimas en los ojos.

- Fue hermoso, chicos - dijo Gustavo, tratando de contener la emoción. - Gracias por este día tan especial.

- Sí, de verdad nos han dado un regalo increíble - añadió Cris, abrazando a los niños uno por uno.

Mientras recogían todo, el ambiente seguía lleno de risas y alegría. Los niños estaban cansados pero felices, y los adultos no podían dejar de sonreír al ver cuánto amor y gratitud había en cada rincón de la casa.

Michael, sintiéndose más parte de la familia que nunca, se acercó a Azul y susurró:

- Creo que este ha sido uno de los mejores días de mi vida.

- El mío también, Michael - respondió Azul, dándole un abrazo. - Tenemos una familia increíble.

- La verdad que tenemos mucha suerte. - Valentín sonrió, luego uno de los más chiquillos levantó su manita.

- ¿Dónde está la tía Sol?

- Ella tuvo que salir un rato. - explicó Abril con una chispa de tristeza en la mirada.

Al mismo tiempo que los festejos seguían, Sol estaba en otro punto de Buenos Aires. Se había desplazado hacia el hospital para visitar a su padre, quien estaba en coma por casi 14 años.

Al llegar al hospital, vio a un muchacho unos años más joven que ella sentado al lado de la camilla. Ella lo saludó amablemente y los dos empezaron a charlar.

- ¿Cómo sigue el teñido?

- Y en la misma, ninguna reacción, es como si su alma ya no estuviese acá. - el morocho respondió con tristeza. - Lo de Belén le pegó re fuerte.

- Nos pegó a todos, Marcos. Azul no deja de echarse la culpa y se cree que lo del portal fue su culpa por haber nacido discapacitada. Si no fuera por Abril, ella ya hubiera perdido su sanidad mental. - confesó Sol, expresando su angustia.

- ¿Y cómo van los nenes? - preguntó Marcos, ansioso.

- Franco va llevando la vida a patadas, no tiene amigos y se la pasa protegiendo a Azul, aunque ahora se enganchó con Sabrina, una niña que llegó al orfanato. - Sol suspiró. - Y Valentín sigue en su luna. A veces se aleja de todos y llora a escondidas. A veces hasta hace bromas y otras veces se va de casa y duerme en la calle para que no lo vean llorar. A veces me siento sola con todo. No sé qué más puedo hacer para ayudar a mis hermanos. Nada de lo que hago es suficiente.

Marcos tomó la mano de Sol, tratando de ofrecerle consuelo.

- Estás haciendo más de lo que te imaginas, Sol. Es una carga muy grande, pero no estás sola. Tienes a todos esos niños que te admiran y te quieren, y a nosotros, los que estamos aquí para ayudarte. - Marcos hizo una pausa, buscando sus palabras. - Franco, Valentín, Azul... todos ellos sienten tu amor y tu esfuerzo, aunque no lo expresen siempre. Lo que estás haciendo importa, y mucho.

Sol sonrió, aunque con lágrimas en los ojos. Sentía el peso de la responsabilidad, pero también el apoyo de quienes la rodeaban.

- Gracias, Marcos. Necesitaba escuchar eso. A veces es difícil ver el impacto de lo que hago. Pero no puedo rendirme. - Sol miró a su padre, deseando que él pudiera despertar y estar allí para ellos. - Solo espero que un día papá vuelva con nosotros.

Marcos asintió, compartiendo el deseo de Sol.

- Yo también lo espero. Hasta entonces, aquí estamos. No estás sola, Sol. Lo que más quiero es que regrese mi hermano, y cuánto a los enanos, buscaré la manera de ayudarte con ellos, para eso son los amigos.

CHIQUITITAS 2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora