Cap 24 (MARATÓN DEL PORTAL) 3/3

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Mientras tanto en una esquina de la casa se vivía ese momento de vulnerabilidad entre Franco, Gustavo y Sabrina, en otra parte del hogar, Nadia observaba desde la puerta del comedor, con los brazos cruzados y el rostro pensativo. Había estado lidiando con sus propios sentimientos desde el aniversario, pero como hermana mayor, siempre se había sentido responsable de los demás, de mantener la fortaleza en momentos de crisis. Sin embargo, en su corazón también sentía el peso de la ausencia de su madre y las marcas que el rollo del portal había dejado en su vida.

Valentín, su hermano menor, que solía ser más reservado, notó la expresión distante de Nadia y decidió acercarse. Siempre había sido el que menos hablaba de lo que sentía, pero sabía que Nadia necesitaba alguien con quien descargar un poco de la presión que llevaba en sus hombros.

— Ey, Nadu —dijo Valentín con suavidad, mientras se apoyaba contra la pared junto a ella—. Estás muy callada hoy.

Nadia giró levemente la cabeza hacia él y forzó una pequeña sonrisa, pero no pudo evitar que sus ojos reflejaran el agotamiento emocional que sentía.

— Solo... pensando en todo esto, Valen. — suspiró, apartando la mirada hacia el ventanal del comedor—. A veces me pregunto si algún día todo este ciclo va a terminar, o si estamos destinados a repetir lo mismo año tras año.

Valentín asintió, entendiendo exactamente a qué se refería. La sombra del portal, la pérdida de su madre, las emociones reprimidas que volvían a surgir en cada aniversario. Todo eso había marcado sus vidas de formas que pocos podían comprender.

— Yo también lo he pensado —dijo Valentín, mirando al suelo—. Y... sé que no suelo hablar de esto, pero... te he visto cargando con tanto desde que mamá se fue. Vos siempre has sido la que trata de mantenernos unidos, la que intenta que no se nos caiga el mundo encima. Pero... Nadu, tenés derecho a estar mal también. Ya van miles de años que vos y Sol están cargando con todo y la tía Abril ni hablar. 

Nadia frunció el ceño, sorprendida por las palabras de su hermano. Valentín no solía ser tan directo, pero en ese momento, ella sabía que tenía razón. Desde que el portal se abrió y Belén se fue a Eudamon, ella había asumido un rol casi parental, olvidando muchas veces que ella también era una hermana, una hija, alguien que sufría la pérdida tanto como los demás.

— No puedo permitirme eso, Valen. — respondió con un susurro—. Si yo me caigo, ¿qué pasa con ustedes, los abuelos, nuestros sobrinos e hijos? Alguien tiene que mantener todo en pie.

Valentín negó con la cabeza y se inclinó hacia ella, forzándola a mirarlo.

— No podés cargar con todo sola, Nadia. Yo sé que siempre quisiste protegernos, y te lo agradezco... pero no podemos seguir así. No podemos seguir fingiendo que estamos bien cuando claramente no lo estamos.

Nadia se mordió el labio, conteniendo las lágrimas que amenazaban con escapar. No quería derrumbarse delante de su hermano, pero algo en la sinceridad de Valentín rompió la barrera que había mantenido por tanto tiempo.

— Tenés razón —admitió finalmente, su voz quebrada—. Pero es tan difícil, Valen. Es tan difícil aceptar que no tengo todas las respuestas, que no puedo solucionar todo.

Valentín se acercó y le puso una mano en el hombro, transmitiéndole una calma que ella no había sentido en mucho tiempo.

— No tenés que tener todas las respuestas. Ninguno de nosotros las tiene. Pero estamos en esto juntos. Vos no estás sola, Nadu. Yo estoy acá, Franco está acá, todos estamos acá para vos también. No tenés que ser la SpiderNadia todo el tiempo.

Las lágrimas que había estado reteniendo finalmente cayeron por sus mejillas, y Nadia dejó escapar un sollozo suave. Sentía una mezcla de alivio y culpa al mostrar su vulnerabilidad, pero también se dio cuenta de que necesitaba ese momento. Necesitaba dejar de pretender que podía con todo.

CHIQUITITAS 2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora