Se hizo otro día, el sol brillaba intenso, los niños despertaron animados y se alistaron para el desayuno, risas y bullicio llenando el hogar.
Abril entro a la pieza de las niñas y ayudó a Azul a vestirse con el uniforme del hogar, en seguida la peinó.
— ¿Cómo dormiste cariño?
— Ay tía, dormí re bien, además las chicas son te copadas. — Azul respondió.
— Me alegra escuchar eso, Azul. Hoy será un día especial lleno de nuevas experiencias. ¿Estás lista para desayunar y conocer más sobre lo que haremos hoy? — preguntó Abril mientras terminaba de ajustar la corbata de Azul.
En el comedor, los niños compartieron risas y desayunaron juntos, creando un ambiente bullicioso y alegre. La casa estaba impregnada de energía positiva, reflejando la promesa de un día lleno de descubrimientos y momentos especiales.
— ¿Y si vamos a jugar la pelota en el patio otra vez? — preguntó Tortuga que hasta ese momento era el más chico del hogar.
— Ay estoy de acuerdo con vos. Vamos a hacer muchos goles así igualito a Messi. — agregó Michael com alegria.
— Ay ustedes son unos tarados. — Renata levantó su mano. — A la pelota Azul no puede jugar por la vista, hay que buscar un juego que ella pueda jugar con nosotros.
— Tenés razón, Renata. Gracias por recordarlo. Azul, ¿tienes alguna idea de qué juego te gustaría jugar? — preguntó Franco con una sonrisa, mostrando su preocupación por incluir a todos.
Azul pensó por un momento y luego sonrió.
— Y no se me ocurre nada. — la niña respondió. — Aunque si podríamos poner música y bailar.
— ¡Esa es una idea genial, Azul! — exclamó Sol. — ¿Qué les parece a todos? Podemos poner música y tener nuestro propio mini baile aquí en el hogar.
Los niños asintieron emocionados, y Franco fue hacia la radio para seleccionar algunas canciones alegres. En poco tiempo, la sala se llenó de ritmo y alegría mientras los niños, con risas y movimientos divertidos, creaban su propia pista de baile improvisada.
Azul, a pesar de no poder ver, se dejó llevar por la música, sintiendo la vibración y la energía que fluía a su alrededor. Los demás niños bailaban alegremente, mientras Ariana aburrida se dirigió a la cocina por un vaso de agua.
La niña abrió la nevera y se sirvió con agua helada al paso que Sabrina entraba a la cocina por un vaso de jugo. Las dos se miraron y Sabrina no tardó mucho eñ darse cuenta del fastidio de Ariana.
— ¿Ey, que carajo te pasa flaca?
— ¿A mí? Nada. — Ariana rodó los ojos.
— Yo conozco esa cara de fastidio que tenés.
— ¡Ay, no te interesa! — la nena guardó el vaso. — Mejor me voy a mi pieza.
— Antes me vas a decir que mierda te pasa en la cabeza. — Sabrina la miró seria. — Yo vi la manera que miras a Azul y me pareció muy grosera.
— ¿Viste que todos la siguen como perritos falderos? — Ariana rodó los ojos. — Valentín estaba re enganchado con la idea de jugar a la pelota y vino la tonta de Renata y dijo que jugar a la pelota seria mala idea porque Azul tiene mal la vista.
Sabrina cruzó los brazos, mirando fijamente a Ariana.
— Eso no significa que no pueda disfrutar de otras cosas como el baile. Además, deberías ser más comprensiva. Todos estamos tratando de hacer que Azul se sienta incluida y feliz. No cuesta nada ser amable.