Capítulo 17

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El sol comenzaba a asomarse por el horizonte, tiñendo el cielo de tonos dorados y naranjas. Agatha despertó con una mezcla de emoción y nerviosismo, por lo que el día le depararía. Justo cuando se estiraba en su cama, escuchó un suave golpe en la puerta. Era Kalum.

—¡Buenos días, Agatha! —exclamó Kalum con una gran sonrisa—. Hoy quiero mostrarte el lugar. Hay mucho que explorar.

Agatha se levantó rápidamente, sintiendo la energía de la guía que irradiaba su amiga. Se vistió con un vestido ligero que había recibido, una prenda de colores vibrantes que le recordaba la calidez de la Tierra. Al salir, se encontró con Kalum, quien parecía ansiosa por comenzar su aventura.

Caminaron juntas por el bosque, rodeadas de árboles con ramas curiosas que se alzaban hacia un cielo amarillo-naranja. Kalum le señalaba diferentes plantas y criaturas, compartiendo detalles sobre la fauna y flora del lugar.

—Mira, esas son las flores que usamos para el baño —dijo Kalum, señalando unas flores de un color brillante que crecían cerca—. Aunque no tienen un aroma fuerte, se dice que tienen propiedades que hacen que quienes las usan se sientan renovados. ¿Te has bañado con ellas?

—Sí, las utilicé —respondió Agatha, sonriendo—. No tienen mucho olor, pero me siento fresca después de usarlas. Es una sensación agradable.

—Los machos parecen interesados en ti —dijo Kalum con un guiño travieso—. Dicen que eres hermosa. ¡Y tu olor es intrigante!

Agatha se sonrojó, sintiéndose halagada, pero también un poco confundida por la atención.

—Supongo que me siento bien después de usar esas flores. No puedo decir que tengo un aroma especial —respondió, sintiéndose intrigada por el comentario.

Después de un rato caminando, llegaron a un claro donde varios machos Wrellyn estaban reunidos, conversando y riendo. Su presencia era imponente, y Agatha sintió una mezcla de admiración y nerviosismo. Uno de ellos, alto y musculoso, se acercó con una sonrisa amplia. Su cabello gris azulado brillaba con la luz del sol, y sus tatuajes tribales contaban historias antiguas.

—¿Quién es esta belleza que nos acompaña? —preguntó, su voz profunda resonando en el aire.

Kalum se adelantó, presentando a Agatha con orgullo.

—Esta es Agatha, una humana que hemos traído de la Tierra. Es... especial.

Agatha sintió que todas las miradas se centraban en ella, un calor subiendo por su rostro. Con un suspiro, decidió hablar con sinceridad.

—Soy Agatha —dijo, tratando de mantener la calma—. He venido de un lugar muy diferente. La Tierra es un mundo lleno de diversidad y contrastes.

Los machos intercambiaron miradas, claramente intrigados. Uno de ellos, con ojos claros como el cielo, se inclinó un poco más cerca.

—Nos gustaría conocerte mejor, Agatha —dijo—. Cuéntanos sobre tu cultura y lo que significa ser humana.

Agatha tomó aire, sintiendo que había llegado el momento de abrirse un poco más. Sin embargo, el dolor de su situación aún pesaba en su corazón.

—En la Tierra, somos una especie diversa. Hay personas de todos los colores, culturas y creencias. Cada uno tiene su propio sueño y aspiraciones. Yo... —hizo una pausa, sintiendo la tristeza asomarse a sus pensamientos—. Yo soñaba con ser médico, ayudar a los demás. Pero ahora, estoy aquí... y no sé cuándo volveré a ver a mi familia o a mi hermana.

Los machos la escuchaban con atención, un aire de comprensión y respeto en sus miradas.

—Entendemos que esta situación debe ser difícil para ti. Muchos de nosotros hemos pasado años buscando a nuestras almas gemelas en soledad. Sabemos lo que es la pérdida y el anhelo —dijo uno de los machos, sus ojos reflejando una profunda empatía.

Apolo ArsenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora