Capítulo 32: Apolo Arsen

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Me desperté con la luz del día filtrándose a través de las cortinas de mi habitación. Al estirarme, sentí la energía fluir por mi cuerpo, un recordatorio de la conexión especial que compartía con Agatha. Después de vestirme, me dirigí a la cocina, donde Yolek ya había comenzado su rutina matutina.

Yolek, una hembra de otro mundo que había perdido a su macho en tiempos de guerra, me recibió con una cálida sonrisa. Su cabello largo y plateado caía en suaves ondas alrededor de su rostro, y sus ojos, de un profundo color azul, reflejaban la sabiduría y el cariño que había acumulado a lo largo de los años. Aunque era mayor, su espíritu seguía siendo fuerte, y siempre encontraba consuelo en cuidar de mí y de nuestro hogar.

—Buenos días, Apolo —me dijo mientras colocaba un plato humeante sobre la mesa—. He hecho tu yolek favorito, con especias que te darán energía para el día.

Sonreí, agradecido. Su yolek siempre me reconfortaba.

—Gracias, Yolek. Siempre sabes lo que necesito —respondí, disfrutando del sabor familiar que me llenaba de energía.

—Pero no solo se trata de la comida, querido —dijo, con un toque de preocupación en su voz—. He notado que últimamente te has estado forzando mucho. La carga de ser líder no es ligera.

—Lo sé, Yolek, pero tengo que estar presente para los jóvenes y para nuestra gente. Ellos dependen de mí —contesté, intentando ocultar la fatiga que comenzaba a acumularse en mis hombros.

Yolek se acercó y me tocó suavemente el brazo, su mirada llena de ternura y preocupación.

—Apolo, no eres solo un líder; eres también un ser vivo que necesita cuidarse. Tu salud es crucial para nosotros. No olvides que hay quienes también se preocupan por ti —dijo, su voz un susurro lleno de cuidado.

—Tu preocupación significa mucho para mí. Pero tengo que seguir adelante —respondí, sintiéndome un poco culpable por no poder tranquilizarla.

—Está bien, pero prométeme que al menos hoy harás un descanso después del entrenamiento. —Su tono era firme pero amoroso—. La fortaleza también proviene del autocuidado.

Asentí, comprendiendo que tenía razón. Yolek siempre había sido un pilar de apoyo en mi vida, no solo como ama de casa, sino también como consejera. Su sabiduría y cariño eran invaluables.

Después de desayunar, me dirigí al área de entrenamiento. Era hora de trabajar con los más jóvenes, un grupo diverso lleno de aspiraciones de convertirse en protectores de nuestra gente. Cuando llegué, sus miradas expectantes me recordaron la responsabilidad que tenía sobre mis hombros.

—Hoy, vamos a practicar la agilidad y la coordinación —anuncié, mi voz firme—. La lucha no se trata solo de fuerza; la inteligencia y la rapidez son clave.

Comenzamos con ejercicios de calentamiento, seguidos de desafíos físicos. Mientras los guiaba, no podía evitar recordar mi propia juventud y los sacrificios que hice para convertirme en líder.

Tras una intensa sesión de entrenamiento, decidí que era hora de visitar a mi gente. Sabía que muchos estaban lidiando con los cambios recientes y quería asegurarme de que todos estuvieran bien. Me dirigí al asentamiento, donde los Wrellyn se reunían para compartir sus preocupaciones y celebrar sus logros.

Al llegar, fui recibido con miradas de respeto y admiración. Algunos se acercaron para compartir noticias, mientras otros simplemente sonreían al verme.

—Apolo, estamos bien, gracias por preguntar —dijo una mujer mayor, su voz temblorosa pero llena de gratitud—. Tu presencia siempre nos da esperanza.

Pasé tiempo escuchando sus historias y preocupaciones, compartiendo palabras de aliento y apoyo. Sabía que era importante que sintieran que no estaban solos y que yo estaba allí para guiarlos.

Al caer la tarde, me senté en un lugar elevado, observando el horizonte. El cielo se teñía de tonos dorados y naranjas, recordándome la belleza del mundo que nos rodeaba. Pensé en Agatha y en la conexión que compartíamos, deseando que ella estuviera allí conmigo.

—Debo ser fuerte, no solo por mí, sino por todos los que dependen de mí —me dije a mí mismo, sintiendo el peso de mi responsabilidad.

(...)


Al caer la tarde, regresé a casa con el corazón lleno de determinación, listo para enfrentar los desafíos que se avecinaban y el futuro incierto que me esperaba junto a Agatha. Sin embargo, apenas crucé la puerta, la calma que me rodeaba se vio interrumpida por el sonido de pasos apresurados.

Drax, mi amigo y compañero de batalla, llegó corriendo, su rostro marcado por la urgencia y la preocupación.

—¡Apolo! —gritó, su voz resonando en la entrada—. Hubo un pequeño ataque en la frontera. Necesitamos hacer un plan de refuerzo y contraataque de inmediato.

La adrenalina se disparó en mi interior. La seguridad de nuestra gente dependía de decisiones rápidas y efectivas. Mi voz se volvió la de un guerrero, demandante y fuerte.

—¡Reúne a los mejores guerreros en el campo! —ordene, sintiendo el peso de mi responsabilidad en cada palabra—. Dile a los demás que preparen sus armas y que estén listos para movilizarse. No podemos permitir que esta amenaza se expanda.

Drax asintió, tomando nota mentalmente.

—Entendido. Pero, ¿qué hacemos con los jóvenes?

—Protegemos a los inocentes primero. Haremos una línea defensiva mientras los guerreros más experimentados avanzan —respondí, mi mente ya trazando el plan de batalla—. Después de eso, nos reagruparemos para un ataque coordinado. ¡Vamos!

Mientras Drax se alejaba para poner en marcha nuestras órdenes, sentí que el deber me empujaba aún más. Tenía que informar a Kalum sobre la situación. Sabía que ella podría ayudar a Agatha y a las demás mujeres a mantenerse a salvo.

Corrí hacia el lugar más cercano donde sabía que Kalum podría estar, mi mente centrada en lo que tenía que decirle. Al llegar, la encontré preparando algunas de sus herramientas para la purificación.

—¡Kalum! —llamé, deteniéndome frente a ella—. Necesito hablar contigo.

Ella levantó la vista, sorprendida por mi llegada.

—¿Qué ocurre, Apolo?

—Hubo un ataque en la frontera. Drax está organizando un plan de refuerzo y ataque, pero no podré hablar con Agatha ahora mismo —expliqué, la preocupación dibujándose en mi rostro—. Necesito que le digas que está a salvo y que se mantenga cerca de ti. La situación es inestable y no sé cuánto tiempo estaré ocupado.

Kalum asintió, su expresión seria pero comprensiva.

—Entendido. Me aseguraré de que Agatha se mantenga a salvo y preparada. Su seguridad es primordial.

Sin tiempo que perder, me giré para regresar al campo de batalla, pero antes de partir, Kalum me detuvo.

—Apolo, ten cuidado. Eres nuestro líder y tu vida es valiosa para todos nosotros.

—Lo sé —respondí, la determinación ardiendo en mis venas—. No dejaré que les pase nada a los nuestros.

Con esas palabras resonando en mi mente, corrí hacia la frontera, preparado para enfrentar la amenaza y proteger a los que tanto valoraba.

Apolo ArsenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora