Capítulo 19

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Mis pensamientos estaban enredados mientras seguía a Apolo hacia el área de entrenamiento. A pesar de su tono suave y su invitación amigable, una mezcla de emoción y miedo se apoderaba de mí. Cada paso que daba junto a él parecía acercarme a un abismo de sensaciones desconocidas. ¿Por qué me sentía así?

Al llegar, la atmósfera estaba llena de energía. Los Wrellyn entrenaban con una intensidad que me resultaba abrumadora. Miré de reojo a Apolo, y en ese momento, un impulso de timidez me hizo dar un paso atrás. Era como si cada músculo de su cuerpo hablara de fuerza, de poder, y eso me aterraba. Nunca había estado tan cerca de alguien así.

—¿Quieres intentarlo? —me preguntó, su voz suave y tentadora, pero yo solo podía pensar en lo grande que era, en cómo su altura y su musculatura parecían inalcanzables.

—No, no estoy segura —respondí, tratando de desviar mi mirada, pero él me miraba fijamente. No podía evitar sentir cómo mi corazón se aceleraba, y me retiré un poco más, buscando espacio entre nosotros.

Mientras él se quitaba la camisa, me quedé petrificada. Sus tatuajes, o al menos eso parecían, recorrían su torso en intrincadas formas. Eran como marcas de una historia que no conocía, algo que despertaba mi curiosidad a pesar del miedo que sentía. ¿Qué significaban?

—Son marcas que aparecen en algún momento de mi juventud —me explicó, notando mi mirada intrigada—. Nos conectan a nuestra cultura, a nuestras experiencias.

El tono de su voz era sereno, y aunque intentaba comprenderlo, me sentía abrumada. ¿Qué tipo de vida había llevado para tener esas marcas? Mis pensamientos se agolpaban, y por un momento, me olvidé de mi timidez.

Mientras Apolo se giraba para enseñar a sus alumnos, no pude evitar mirarlo. Se movía con una gracia inesperada, y la forma en que guiaba a los demás con su autoridad me fascinaba. Observé cómo sus músculos se tensaban con cada movimiento, cada gesto lleno de confianza. Era como si estuviera presenciando a un rey en su dominio.

Pero, a pesar de la admiración, el miedo continuaba. ¿Qué podía ofrecer yo a alguien como él? El simple hecho de estar allí, de ver a un hombre como Apolo en acción, hacía que me sintiera pequeña, insignificante. ¿Por qué era tan atrayente?

—Agatha, ven, acércate un poco más —me llamó, y mi corazón dio un salto. La invitación sonaba sencilla, pero a mí me sonó como un reto. No podía acercarme más, no sin sentirme vulnerable.

Me obligué a mirar hacia otro lado, incapaz de sostener su mirada. La intriga que sentía por él era abrumadora, pero también lo era el temor de lo que podría suceder si me permitía acercarme. La mezcla de emoción y miedo me mantenía en un estado de confusión constante.

Mientras lo veía entrenar, sentí un torbellino de sentimientos. Podía ver en sus movimientos la fuerza de un guerrero, pero también había una calidez en su mirada cuando se dirigía a sus alumnos. Quería entenderlo, quería saber más, pero la idea de acercarme a ese mundo me aterraba.

Así que decidí quedarme atrás, observando desde la distancia, alimentando mi curiosidad mientras luchaba contra la incertidumbre que sentía. Era un conflicto interno que me dejaba atrapada entre el deseo de conocerlo y el miedo a lo desconocido.

(...)

El sol brillaba intensamente sobre el campo de entrenamiento, y la atmósfera estaba cargada de energía. Agatha observaba desde una distancia prudente mientras Apolo dirigía a su grupo de jóvenes Wrellyn. Sus músculos marcados resaltaban con cada movimiento, y había algo hipnótico en la forma en que se movía, con gracia y autoridad. No podía evitar sentirse atraída por su presencia.

Apolo ArsenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora