Capítulo 15

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Nos reunimos alrededor de la fogata, las llamas danzando como si fueran almas alegres, proyectando sombras juguetonas en nuestras caras. El aire era fresco, y la fragancia de la madera quemándose llenaba el ambiente, trayendo consigo un calor reconfortante. Me senté junto a Alicia, Lara y Samira, sintiéndome cada vez más cómoda en su compañía, como si el calor de la fogata también nos envolviera a nosotras.

Kalum apareció con una mirada serena, su presencia siempre calmante. Miró a todas las mujeres reunidas y sonrió con un destello de sabiduría en sus ojos.

—Esta noche, me gustaría compartir algunas historias sobre los Wrellyn —dijo, su voz resonando con autoridad y calidez, como un abrazo envolvente—. Muchas de ustedes ya saben que somos una raza antigua, pero hay algo más que deben entender sobre nosotros, algo que va más allá de los hechos.

Todas nos acomodamos, atentas a sus palabras, como si cada una de nosotras estuviera lista para absorber su conocimiento. La luz de la fogata iluminaba su rostro, y podía ver la pasión en sus ojos mientras hablaba, un brillo que prometía revelar secretos profundos.

—Durante siglos, los Wrellyn hemos estado en búsqueda de nuestras almas gemelas. Desde que nuestra especie comenzó, hemos sentido un vacío profundo, una soledad que nos ha acompañado en nuestro viaje. Esta búsqueda no es solo un deseo; es una necesidad intrínseca en nuestra esencia, un anhelo que corre por nuestras venas. Sin nuestras compañeras, nuestra energía se desvanece, como un fuego sin leña.

A medida que hablaba, el sonido del crepitar de la leña creaba una atmósfera casi mágica, hipnótica. Kalum continuó, su voz profunda resonando en la noche, llenándola de un eco ancestral.

—Los hombres Wrellyn han recorrido galaxias en busca de esa conexión. Hemos pasado años en soledad, viendo cómo el tiempo nos consumía, mientras nuestras almas anhelaban unirse a las de las mujeres que nos complementan. La conexión con ustedes es fundamental para nuestra existencia; es a través de su luz que encontramos el equilibrio y la fuerza para seguir adelante. Sin ustedes, somos solo sombras de lo que podríamos ser.

Las mujeres a mi alrededor intercambiaron miradas, comprendiendo la profundidad de sus palabras. Kalum seguía hablando, su tono era suave, pero había una determinación palpable en él, como si cada palabra que pronunciara llevase consigo el peso de siglos de historia.

—Sin las mujeres, somos incompletos. Cada una de ustedes tiene un papel vital en esta comunidad. Ustedes son las que traen esperanza, curación y, sobre todo, amor. En este nuevo hogar, buscamos construir una unión en la que todos podamos prosperar, en la que cada historia cuente.

—¿Cómo saben quién es su alma gemela? —preguntó Samira, curiosidad brillando en sus ojos, como si la respuesta pudiera cambiar su vida.

Kalum sonrió, como si se hubiera estado preparando para esta pregunta durante años.

—La conexión no siempre es clara. A veces, se siente como un susurro en el alma, una atracción inexplicable hacia alguien que nos llama incluso desde lejos. Pero también hay señales, momentos compartidos que nos llevan a entender que esa persona está destinada a ser parte de nuestras vidas. A menudo, esa conexión se confirma cuando hay contacto íntimo, como tocarse.

—Oh, como un beso —interrumpió Lara con una sonrisa traviesa, su tono ligero contrastando con la gravedad de la conversación.

Kalum frunció el ceño, desconcertada por el concepto.

—¿Qué es un beso? —preguntó, su expresión seria y curiosa, como si estuviera tratando de desentrañar un enigma.

Las mujeres se miraron entre sí, una mezcla de sorpresa y risa contenida iluminando el ambiente.

—Un beso es cuando dos personas juntan sus labios —explicó Alicia, conteniendo una sonrisa, sus palabras flotando en el aire como un susurro delicado—. Es un gesto de cariño, algo que puede ser muy especial y profundo, un puente entre dos almas.

Kalum la observó con curiosidad, asintiendo lentamente, como si cada palabra que escuchaba la acercara más a la comprensión.

—¿No es un gesto que los Wrellyn compartan? —preguntó, intrigada, su mente comenzando a explorar nuevos conceptos.

—No, en nuestra cultura, el contacto físico es diferente. Nos unimos de otras maneras —respondió Samira, su voz suave como el murmullo del viento—. Pero hay algo único en un beso, algo que expresa una conexión emocional muy fuerte, un eco de lo que sentimos en el fondo.

Kalum pareció reflexionar sobre esto, su expresión seria mientras consideraba las palabras de las mujeres, como si cada información fuera un ladrillo en un nuevo entendimiento.

—Interesante... Entonces, ¿este beso podría ser una forma de conectar con el alma gemela? —preguntó, su voz suave y contemplativa, el brillo de la fogata reflejándose en su piel.

—Sí, puede serlo —respondí, sintiendo que este momento estaba acercando nuestras experiencias, a pesar de las diferencias que nos separaban—. Es una forma de compartir lo que sentimos de una manera tangible, una declaración del alma.

Kalum asintió, como si comenzara a entender algo nuevo y fascinante, una chispa de conexión iluminando sus ojos.

—Este es un nuevo comienzo para todas ustedes —continuó Kalum, su voz vibrante con esperanza—. Juntas, podemos crear un espacio donde cada mujer brille, donde puedan explorar sus sueños y encontrar su propósito. La fortaleza de los Wrellyn proviene de esta unión, y ustedes son una parte esencial de ello, como las raíces de un árbol que sostiene su tronco.

Miré a mis compañeras y vi la luz de la fogata reflejada en sus ojos, llenándolos de vida y determinación. En ese momento, supe que había encontrado más que solo un grupo de mujeres; había encontrado un nuevo hogar, un lugar donde podía ser auténtica, donde mis palabras podrían danzar libremente.

Kalum concluyó su relato, y el silencio se llenó de reflexión. Cada una de nosotras estaba inmersa en sus propios pensamientos, y el fuego crepitante parecía susurrar secretos de un futuro prometedor, un futuro que empezaba a gestarse en nuestra comunidad.

Esa noche, mientras las historias flotaban en el aire, entendí que mi viaje aquí apenas comenzaba, y que, aunque el camino por delante podría ser incierto, ya no tendría que recorrerlo sola. Había encontrado mi lugar en este nuevo mundo, y las llamas de la fogata iluminaban no solo nuestras caras, sino también nuestros corazones.

Apolo ArsenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora