Capítulo 35

29 4 0
                                    


Al abrir los ojos, me encontré con Apolo sentado a mi lado, observándome en silencio. Su expresión era suave, y en sus ojos brillaba una ternura que jamás había imaginado ver en él. Sin palabras, él alcanzó a rozar mi mejilla con los dedos, su tacto cálido y reconfortante.

—Dormida eres hermosa, Agatha —murmuró, con una voz suave—. Me transmites una paz que no puedo describir.

Me quedé en silencio, sintiendo el calor subir a mis mejillas mientras su mano descansaba en mi rostro. No sabía qué decir; nadie me había hablado de esa forma antes. De repente, me percaté de que estaba sentado, como si estuviera completamente recuperado. Lo miré, confundida.

—¿Ya estás sanado? —le pregunté, sorprendida—. Con todas esas heridas y rasguños, debería ser imposible.

Apolo sonrió, enderezándose lentamente. En su rostro había un leve gesto de dolor, pero era evidente que se estaba recuperando a una velocidad sorprendente.

—Nosotros sanamos mucho más rápido que ustedes, humanas —dijo, encogiéndose de hombros—. Estar al lado de mi Zyrae me ayuda a sanar más rápido... o eso quiero creer.

Sus palabras me hicieron sonreír sin querer. Me gustaba la idea de que, de algún modo, le daba fuerzas. Sin embargo, el recuerdo de mi sueño volvió con fuerza, y una sensación de urgencia se apoderó de mí. Me levanté y le serví un poco de agua mientras buscaba las palabras adecuadas.

—Apolo, necesito pedirte algo —comencé, mirándolo con seriedad—. Quiero que me ayudes a traer a mi hermana, Jazz. No puedo estar tranquila aquí sin ella... y siento que debo protegerla.

Apolo frunció el ceño y bajó la mirada, pensativo.

—Jazz está con las mujeres de su edad, aprendiendo todo lo que necesita saber. Yo no puedo hacer mucho para traerla aquí ahora, Agatha —respondió, resignado—. Es importante que siga su camino, así como tú debes seguir el tuyo.

Me senté a su lado, tratando de hacerle entender la urgencia que sentía.

—No entiendes, Apolo. Soñé con mis antepasadas... Ellas me hablaron. Me dijeron que siempre hemos estado junto a los líderes Wrellyn, y que debo cuidar de Jazz. Dijeron que es mi deber, y siento que no puedo ignorarlo.

Apolo se quedó en silencio, observando mis ojos con una mezcla de sorpresa y resignación. Finalmente, asintió, como si comprendiera algo que yo aún no podía ver.

—Si es tan importante para ti, enviaré a mi hermano Zarek a buscar a Jazz —dijo, con un suspiro—. No sé si podrá traerla de inmediato, pero al menos intentaremos encontrarla y asegurarnos de que esté bien.

Me sentí aliviada al escuchar sus palabras, y sin pensarlo, apoyé mi mano sobre la suya en un gesto de agradecimiento.

—Gracias, Apolo. No sabes cuánto significa esto para mí.

Él entrelazó sus dedos con los míos, y por un instante, me perdí en la intensidad de su mirada. Había algo indescriptible en esos ojos que me hacía sentir más conectada a él de lo que hubiera imaginado. El peso de sus palabras, su promesa de buscar a mi hermana, y el vínculo que parecía crecer entre nosotros, me daban fuerzas.

Sin embargo, sabía que esta decisión podría traer cambios irreversibles, y aunque no comprendía todo lo que nos unía, sentía que nuestro destino estaba sellado de alguna forma. Me pregunté si el camino que había empezado a recorrer me llevaría a algo más grande, algo que aún no lograba entender.

(... )

El bullicio se sentía en el aire, y Agatha lo notó incluso antes de salir de la tienda. Afuera, el pueblo Wrellyn, con sus habitantes de aspecto solemne y fuerte, se encontraba agitado, como si un llamado ancestral los hubiera reunido en un solo lugar. Apolo caminaba a su lado, y tan pronto como aparecieron, todos dejaron de trabajar, susurrando respetuosamente mientras sus miradas se llenaban de reverencia. Uno a uno, se acercaban a Apolo, su héroe, ofreciéndole saludos y agradecimientos.

Apolo ArsenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora