Capítulo 37: Apolo Arsen

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La mención de esas palabras me golpeó con la fuerza de un hacha, y un dolor agudo se instaló en mi pecho. Me encogí, como si me hubieran apuñalado. ¿Podía ser que realmente pensara eso de mí?

—¿Tú realmente piensas que soy así? —pregunté, sintiéndome vulnerable ante su mirada—. No puedo entender cómo puedes llegar a esa conclusión.

—Lo siento, Apolo —respondió, su voz temblando—. Pero no te conozco lo suficiente 

Las palabras fueron como dagas que se hundían más profundo en mi orgullo. Sentí que la herida se abría en mi interior, y lo único que deseaba era alejarme de su presencia, de su juicio. Mi orgullo herido se mezclaba con un dolor visceral, y el impulso de alejarme se volvió abrumador.

—No puedo seguir aquí si piensas eso de mí —dije, mi voz más baja, conteniendo el deseo de gritar. Me di la vuelta, dispuesto a marcharme, pero su mano se posó suavemente sobre mi brazo.

—Apolo... —susurró, como si su voz fuera un hilo de conexión entre nosotros—. Sé que no eres una mala persona. Pero quizás deberíamos ir más lento. No estoy acostumbrada a sentir tantos sentimientos por alguien.

Las palabras de Agatha me tocaron. Pude sentir el sinceridad en su voz, pero el dolor aún burbujeaba en mi interior. No era fácil para mí abrirme, y el peso de su desconfianza se hacía más difícil de llevar.

—Entiendo —respondí, tratando de mantener mi voz firme a pesar del dolor que aún me atenazaba—. Lamento mucho lo que ocurrió con los Wrellyn y las mujeres humanas en el pasado. No debería ser así, y estoy decidido a cambiar eso.

—¿Cómo puedes cambiarlo? —preguntó, su mirada inquisitiva, pero aún llena de duda.

Me tomé un momento para respirar, intentando encontrar las palabras correctas. No era solo una cuestión de cambiar las acciones de mi pueblo, sino de demostrar a Agatha que podía confiar en mí.

—Quiero que te conviertas en una líder aquí —le propuse, mis ojos fijos en los suyos—. Juntos, podemos crear un nuevo futuro. Necesito que las personas, y sobre todo las mujeres, crean en ti.

Sus ojos se abrieron con sorpresa.

—¿Yo? ¿Una líder? —preguntó, con incredulidad.

—Sí, tú. Eres fuerte, valiente y posees un corazón lleno de luz. Imagina lo que podrías lograr —dije, sintiendo la pasión, crecer dentro de mí—. Podrías ser consejera de las mujeres humanas. De esa manera, si alguna enfrenta un mal trato por parte de un Wrellyn, podrías ayudar a sancionar esa conducta. Nadie debería tocar a ninguna humana.

Las palabras fluyeron de mis labios como un río que no podía detenerse, alimentando la esperanza que crecía entre nosotros.

—Pero, Apolo, no sé si soy lo suficientemente buena —dijo, frunciendo el ceño, como si la inseguridad aún la acompañara.

—No hables de esa manera, Agatha. La duda no tiene cabida aquí. Eres más que suficiente —aseguré, sintiendo la necesidad de tocar su mano de nuevo. Era un gesto simple, pero la conexión era fuerte—. El cambio comienza con una sola voz, y esa voz puede ser la tuya.

—¿Y si no puedo hacerlo? ¿Y si fracaso? —su voz era apenas un susurro, cargada de temor.

—Todos enfrentamos desafíos, pero no estás sola en esto. Siempre estaré aquí, a tu lado —respondí, decidido a ser su apoyo—. Te necesito como mi compañera, como la mujer que cambiará la percepción de los humanos entre los Wrellyn.

Su mirada se suavizó al escuchar mis palabras, y aunque el miedo seguía en sus ojos, también vi una chispa de esperanza.

—¿De verdad crees que puedo hacer eso? —preguntó, casi en un susurro.

—Lo sé —respondí con firmeza—. Y no solo eso; también creo que puedes cambiar el mundo. Nadie debería temer a su compañero, y es hora de que esas historias de sufrimiento queden en el pasado. Juntos, podemos forjar un nuevo camino.

Ella me miró fijamente, sus ojos brillando con una mezcla de asombro y gratitud. Fue un momento que podría haber durado para siempre. La conexión entre nosotros era palpable, como si el aire mismo vibrara con la promesa de un futuro diferente.

—¿Y cómo empezamos? —preguntó, su voz llena de determinación.

—Comencemos por hablar con las mujeres de nuestra comunidad —propuse—. Escuchemos sus historias, sus miedos y deseos. Eso nos ayudará a entender cómo avanzar. Necesitamos su confianza, y tú serás la voz que les ofrezca seguridad.

Agatha asintió lentamente, como si las piezas del rompecabezas comenzaran a encajar.

—De acuerdo. Estoy dispuesta a intentarlo —dijo, su tono decidido.

—Me alegra escucharlo —respondí, sintiendo una oleada de alivio. Era un primer paso hacia algo maravilloso. —Te ayudaré en todo lo que necesites. No hay mayor honor que tenerte a mi lado en esta misión.

Me acerqué un poco más, tratando de crear un espacio seguro entre nosotros. La cercanía era reconfortante, y las dudas que una vez nos separaron comenzaron a desvanecerse.

—Recuerda, Agatha, que en cada paso que demos, estaré aquí. La oscuridad no tiene poder sobre nosotros si permanecemos unidos —dije, buscando en su mirada la promesa de que todo sería posible.

Su respuesta fue una sonrisa tímida, pero llena de fuerza, y su mano encontró la mía. El contacto envió una corriente cálida a través de mí, reafirmando que este camino que comenzábamos juntos estaba destinado a ser uno de luz y esperanza.

—Juntos lo lograremos —susurré, sintiendo que un nuevo capítulo se abría ante nosotros, un capítulo que podría ser mucho más brillante que cualquiera que hubiéramos imaginado.

Ella era una acaricia en mi corazón, cada vez que se acercaba y me miraba era tranquilidad para mi.

Así, con el corazón lleno de determinación, supe que Agatha y yo seríamos capaces de cambiar no solo nuestras vidas, sino también el futuro de nuestras comunidades. Todo lo que necesitábamos era fe, amor y la voluntad de luchar juntos por un mundo mejor.

Y mientras el sol se ponía en el horizonte, prometiendo un nuevo día, me sentí listo para enfrentar cualquier desafío que se presentara en nuestro camino. Juntos, seríamos invencibles.

Apolo ArsenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora