Estaba tumbado en la cama, sintiéndome cómodo y relajado. A través de la puerta entreabierta, vi cómo Mia entraba en la habitación con su pijama de Barbie. Era una mezcla de colores rosa y morado, con un diseño de la muñeca que me sacó una sonrisa.
—¿En serio, Mia? —pregunté, tratando de contener la risa—. Estás para llevarte a la pasarela.
Ella se giró, con una mano en la cadera y una mueca de desafío.
—¿Qué pasa? No se puede estar cómoda y a la moda a la vez.
Me reí, y en un instante, decidió subirse a la cama, lo que me hizo anticipar lo que estaba por venir. En un intento por acomodarse y hacer una especie de salto hacia la almohada, perdió el equilibrio y, ¡plaf! Cayó de la cama como un saco de patatas.
—¡Mia! —exclamé, riendo sin poder contenerme—. ¿Vas a caer de la cama con el pijama de Barbie también?
Ella, aún en el suelo, empezó a reírse.
—Genial, ¡parece que esta noche tengo doble actuación! Barbie en la cama y desastre fuera de ella.
Me levanté rápidamente y me agaché para ayudarla a levantarse.
—Eres un verdadero espectáculo, ¿sabes? Estoy empezando a pensar que deberíamos comprar ese barandilla infantil —bromeé.
—¡No! ¡No! —gritó, levantándose y sacudiéndose el pijama—. ¡Que me veré ridícula! Además, lo de caerme ya es parte de mi encanto.
La miré, sintiendo una mezcla de cariño y diversión.
—Encanto o no, siempre estaré aquí para salvarte de caídas y torpezas.
Ella me lanzó una sonrisa brillante mientras se acomodaba en la cama. En ese instante, supe que cada día con ella sería una nueva aventura llena de risas, caídas y un toque de locura.
La miré mientras se sentaba de nuevo en la cama, con el pijama de Barbie resplandeciendo bajo la luz suave de la habitación.
—Sabes, realmente me encanta verte con ese pijama. Te queda bien —dije, acercándome un poco más.
Mia levantó una ceja, esbozando una sonrisa coqueta.
—¿Ah, sí? ¿Te gusta mi estilo? No sé si es lo que se dice "sexy".
—No se trata solo de eso. —Me incliné un poco más hacia ella, sintiendo cómo la tensión en el aire aumentaba—. Hay algo en ti que me vuelve loco, incluso con un pijama de Barbie. Eres auténtica, y eso es lo que más me atrae.
Ella se sonrojó un poco, mirándome a los ojos, y me sentí impulsado a acercarme aún más.
—Eres un desastre encantador, y eso me vuelve loco. —Con una sonrisa traviesa, la tomé de la mano—. Deberías saber que lo que realmente quiero es tenerte aquí, justo así.
Se mordió el labio, y ese pequeño gesto encendió un fuego en mí. Sin pensarlo dos veces, la besé, uniendo nuestros labios en un roce suave pero intenso. Era un beso lleno de complicidad, como si el mundo a nuestro alrededor se desvaneciera.
Cuando nos separamos, ella me miró con esos ojos brillantes, y yo no pude evitar sonreír.
—¿Ves? Con este pijama, me caigo, pero con un beso, me levantas —dijo, aún sonriendo, mientras me acariciaba la mejilla.
—Siempre estaré aquí para levantarte, no importa cuántas veces caigas —respondí, volviendo a acercarme—. Porque con cada caída, descubro algo más que me gusta de ti.
La atracción entre nosotros se sentía palpable, como si todo el mundo a nuestro alrededor se desvaneciera y solo quedáramos nosotros. La urgencia del momento me llevó a acercarme aún más a Mia, y cuando nuestros labios se encontraron, fue como si una chispa encendiera todo lo que había entre nosotros.
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MI DESASTRE FAVORITO
JugendliteraturMia Thomson es una chica de 26 años con una mezcla única y extravagante: padre griego, madre noruega, y nacida en Sídney. Estudió Derecho Mercantil, y según su amiga Cala, es un "desastre con patas" certificado. Mia es la definición perfecta de torp...