TE LO ADVERTIMOS MIA

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Mia se quedó dormida entre mis brazos, con la cabeza apoyada en mi pecho, como si fuera lo más natural del mundo. No pude evitar sonreír al verla tan tranquila, tan cómoda. Parecía una marmota, siempre capaz de quedarse dormida en cualquier parte y en cualquier momento.

La miré un rato, acariciando su pelo suavemente para no despertarla. Pensaba en lo mucho que había cambiado mi vida desde que ella apareció. "Es mi pequeña marmota", pensé, y aunque suena ridículo, no me importaba. Mia era todo lo que necesitaba, incluso cuando me robaba el helado de pistacho sin vergüenza alguna.

"Qué desastre de mujer, pero es mi desastre", me dije con una sonrisa.

Con cuidado, cogí a Mia en brazos. Se dejó llevar, totalmente dormida, como si fuera una pluma. Era increíble lo profundamente que podía quedarse dormida en cualquier momento. Caminé hacia la habitación mientras me giraba un poco para mirar a Ashton y Cala, que seguían ahí sentados.

-Ya podéis iros al jacuzzi -les dije con una sonrisa-. Pero, por favor, Cala, no permitas que Ashton se quede desnudo en la alfombra. Es por nuestro bien... y por el de los futuros inquilinos de la cabaña. No creo que la gente que venga quiera sentarse o dejar a los niños en una alfombra donde Ashton haya restregado su culo y su... -me detuve un segundo para darle énfasis- su polla.

Cala rompió a reír, mientras Ashton se hacía el ofendido, con la mano en el pecho como si mis palabras le hubieran atravesado el alma.

-Oye, si me desnudo en la alfombra será después del jacuzzi -protestó Ashton, poniéndose serio-. Así estaré limpito, como los chorros del oro.

-Qué alivio -dije entre risas-. Me sentiré mucho mejor sabiendo que, al menos, no habrás dejado un rastro de roña por toda la cabaña.

Mientras los dejaba atrás, aún escuchaba a Cala riéndose y a Ashton, probablemente planeando alguna barbaridad en su mente. "Al menos, la alfombra está a salvo por ahora", pensé mientras llevaba a Mia a la cama.

Durante la noche, me empecé a sentir extrañamente acalorado. Intenté moverme, pero algo me lo impedía. Además, algo suave me hacía cosquillas en la cara, y pensé que tal vez estaba soñando. "Es irónico sudar a mares en pleno invierno en Noruega", me dije, sintiendo cómo el sudor me cubría la frente.

Cuando por fin abrí los ojos, me di cuenta de la situación: Mia estaba literalmente encima de mí. Su espalda pegada contra mi pecho, sus piernas enredadas con las mías. Básicamente, me estaba utilizando como colchón.

Intenté moverme con cuidado, intentando no despertarla, pero apenas hice un gesto, Mia gruñó medio dormida.

-Deja de moverte... -murmuró, con los ojos entrecerrados-. Me has despertado...

-Estás encima de mí -le respondí, tratando de no reírme.

-Y...? -dijo con una sonrisita adormilada-. Estás calentito.

Suspiré, sonriendo a pesar del calor.

-Sí, claro, pero estoy sudando como si fuera verano en vez de invierno... -le dije.

-Cállate y vuelve a dormir -murmuró antes de acurrucarse aún más contra mí.

Intenté volver a dormir, pero no pasaron más de unos minutos antes de que el calor se hiciera insoportable. No podía seguir así, y, con más cuidado del que había tenido antes, intenté quitarme a Mia de encima. Apenas me moví un poco y ya la sentí despertarse de nuevo.

-Jolín, Eros -murmuró Mia, quitándose de encima de mí como si fuera yo el que hubiera arruinado su sueño-. Luego dices que soy yo la que se mueve...

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