Cuando Eros se fue con Ashton al hotel para recoger sus cosas, aproveché para despedirme de Cala y volver a casa. Tenía que hacer espacio en el vestidor para las cosas de Eros. Menos mal que mi madre insistió en hacer el vestidor enorme, cosa que en su momento me pareció absurda, pero ahora agradezco profundamente. Me puse a reorganizar mis cosas, sacando ropa que ni recordaba que tenía, y de paso, despejando un par de cajones y perchas para él.
Un par de horas después, escuché las puertas del ascensor se abrían y los pasos de Eros y Ashton entrando. Pitufo, como siempre, fue el primero en recibirlos, corriendo hacia ellos y saludándolos a lametazos, casi tirando a Ashton al suelo, otra vez. Ese perro no tiene término medio.
—Joder, Mia —dijo Ashton mirando alrededor mientras esquivaba la lengua de Pitufo—, ¿cómo puede ser que vivas en un ático en Bondi Beach, en un piso cuarenta, tengas una oficina en el sesenta, conduzcas un Lexus LC y encima seas la abogada que todas las empresas grandes quieren? ¿Eres algún tipo de superhumana?
—No, simplemente me organizo bien y... —intenté responder mientras Eros dejaba las maletas junto a la entrada.
—Ya lo sé, ya lo sé —me interrumpió Ashton con un tono exageradamente dramático—, "el poder de la organización". Pues oye, a mí lo que me falta es tiempo para organizar mi vida, no sé cómo lo haces.
Mientras hablábamos, Pitufo movía la cola de un lado a otro, y, como siempre, sin control alguno. En un giro, su cola le dio de lleno en el gemelo a Ashton, quien se dobló un poco, quejándose teatralmente.
—¡Ay! ¡Joder, Mia! Este bicho va a acabar conmigo —se frotó la pierna y miró a Pitufo, que seguía moviendo la cola sin remordimiento alguno—. Si no me tumba de un lametazo, me deja cojo de un coletazo.
Eros y yo no pudimos evitar reírnos. Ashton siempre tenía un comentario para todo, y verle medio peleando con un perro gigante era uno de esos momentos que nunca olvidarías.
—Bueno, al menos ya os conocéis bien —dije entre risas, mientras Pitufo, feliz como siempre, seguía moviendo la cola como si nada hubiera pasado.
—Sí, pero la próxima vez, tráeme un casco o un escudo, porque este "bebé" tuyo es más peligroso que un tanque —respondió Ashton, sacudiéndose las babas del pantalón.
—Deberías considerar el gimnasio para estar en forma y soportar sus cariños —le soltó Eros, dándole una palmada en la espalda.
—Bah, seguro. De aquí a un año estaré compitiendo en resistencia... contra Pitufo —Ashton se dejó caer en el sofá, resignado pero sonriendo.
Era imposible no reírse con ellos dos, y mientras les veía acomodarse, supe que los próximos días iban a estar llenos de momentos así.
Mientras Eros y Ashton se acomodaban, Cala llamó al portero desde el vestíbulo.
—¡Mándame el ascensor, desastre! —dijo Cala, con su tono habitual de autoridad.
Yo, que estaba en medio de organizar algunas cosas, le mandé el ascensor, aunque ya intuía lo que se avecinaba. Cuando Cala llegó al piso, se dirigió directamente hacia mí con un aire de indignación.
—¿Cómo que no vas a celebrar tu cumpleaños? —dijo, casi gritando.
—¿Y tú cómo te has enterado? —le pregunté, bastante sorprendida.— ¿Has hablado con mi madre, verdad?
—Pues si. Está muy disgustada contigo, ¿sabías? Para ella tu cumpleaños es muy importante.
Me llevé las manos a la cabeza. Cada año, lo mismo. Empezaba a parecer un ritual.
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MI DESASTRE FAVORITO
Teen FictionMia Thomson es una chica de 26 años con una mezcla única y extravagante: padre griego, madre noruega, y nacida en Sídney. Estudió Derecho Mercantil, y según su amiga Cala, es un "desastre con patas" certificado. Mia es la definición perfecta de torp...