CAPRICHO PASAJERO

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Recibir la llamada de Cala fue como si el suelo se abriera bajo mis pies. Su voz temblorosa me decía que Mia estaba en el hospital, que Evelyn la había empujado y que había caído, dándose un golpe en la cabeza. La palabra "inconsciente" resonaba en mi mente como un eco aterrador. Sin pensarlo, corrí hacia el hospital, con el corazón en un puño. No me tranquilizaría hasta que no viera esos ojos que iluminaban mi vida. La espera fue interminable, y cada segundo que pasaba se sentía como una eternidad. Finalmente, cuando Mia abrió los ojos, un suspiro de alivio salió de mis labios.

Ahora, tenerla en casa, rodeadoE HAS  de mis hermanos y amigos, me daba un poco de paz, aunque no podía dejar de preocuparme. La imagen de ella inconsciente aún me perseguía. Tenía que estar pendiente de que no se durmiera toda la noche.

—Así que vais a tener un día de chicas con Riley —le dije a Mia, intentando sacarle una sonrisa.

—Sí, la pobre parecía muy disgustada por no estar aquí —respondió, y noté un atisbo de tristeza en su voz—. Además, el sábado por la noche se quedará a dormir aquí. Ha dicho que quiere dormir con Pitufo y Panda.

La abracé fuerte, sintiendo que la preocupación se desvanecía un poco. La salud de Mia era lo más importante.

—¿Estás bien? —le pregunté, y ella asintió. Entonces, toqué suavemente su tripita—. Y nuestra cosita, ¿está bien?

—Sí, está feliz porque he comido hamburguesa y un montón de patatas fritas —dijo con una chispa en los ojos que me hizo sonreír.

Tomé su mano y la llevé a la sala, donde los chicos estaban preparándose para un juego de mesa.

—¿El Monopoly? —dije, haciéndome el ofendido—. No tengo bastante con dirigir una cadena de hoteles todos los días, ¿ahora me hacéis jugar a construir hoteles?

—¡Exacto! —gritó Ashton, frotándose las manos como si estuviera planeando un gran golpe—. Voy a comprar las calles más caras y pondré los Ashton Resorts & Spa en cada esquina. ¡Te arruinaré, Eros Bennet! Me verás en la portada de la revista Forbes, ¡seré el rey!

—¡Ja! —me reí, sacudiendo la cabeza—. Capullo, ¿en serio crees que voy a dejar que te conviertas en el magnate de los hoteles con un tablero de Monopoly? ¡El único que puede ganar aquí soy yo!

—Emmm... sí, bueno... —dijo Ashton, intentando parecer serio pero con una sonrisa que le delataba—. Pero aquí yo seré el jefe de mis hoteles. ¡Prepara la tarjeta, Eros Bennet! Porque cuando me vea en la cima, ¡tú serás mi conserje!

—¡Eso no te lo crees ni tu pringado! ¡Yo soy el rey del Monopoly! —dije, señalándolo con un dedo mientras intentaba contener las risas—. ¿Crees que vas a tener suficiente dinero para pagarte un café, Ashton? ¡Con esa actitud, no llegarás ni a la primera calle!

—¡Cuidado, que voy a hipotecar tu hotel y convertirlo en un parque de atracciones! —replicó, lanzando una almohada hacia mí.

La sala se llenó de risas y bromas, y, por un momento, el peso de la preocupación se aligeró. Era un buen recordatorio de que, a pesar de todo, siempre había espacio para la diversión.

Y como era de esperar, Asthon no llegó a ser el magnate de nada...

—¿Me das dinero Vega? —dijo Ashton, con una sonrisa pícara—. Y a cambio, te ofrezco favores sexuales.

—¿Ahora eres puto? —le espetó Jaden, riendo a carcajadas.

—¡Sí, se está arruinando y ahora le pide dinero a la parienta! —agregó Isaac, sacudiendo la cabeza.

—Eh, ¡al menos yo no soy el que ha caído tres veces seguidas en la cárcel! —respondió Ashton, levantando las manos en señal de defensa.

—Ya, pero mi cuñada es abogada, así que ella me sacará en un santiamén —replicó Isaac, inflando el pecho con orgullo.

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