Cuando mi padre terminó de hablarnos sobre las Navidades, mi madre, Astrid, intervino con un brillo en los ojos.
-Hemos decidido que nos iremos el día 21 de diciembre -dijo ella con entusiasmo-, así estaremos en Svalbard a tiempo para Nochebuena y podremos pasar también el Año Nuevo allí.
-¡Perfecto! -respondió Eros, aunque noté su mirada fugaz hacia mí, ambos sabíamos que había algo más que contar antes de ese viaje.
Yo asentí, sonriendo, aunque por dentro mi mente ya estaba trabajando a mil por hora, pensando en cómo íbamos a gestionar lo de mi embarazo. Mis padres aún no sabían nada, y la noticia de que pronto iban a ser abuelos era una bomba que tenía que soltar antes de que se enteraran de otra forma.
Al día siguiente, Eros salió de casa más temprano que yo. Tenía que ir al hotel en Sídney para una reunión con unos socios. Lo vi marcharse, con una mezcla de apoyo y un poco de preocupación en mi pecho. Sabía que debía concentrarme en mi trabajo, pero la nauseas y el dolor de cabeza no me dejaban en paz.
Llegué a la oficina y traté de sumergirme en el caso de los hoteles de Eros, así como en otros asuntos que tenía pendientes. Pasaron un par de horas y mi concentración se evaporó. Tenía la cabeza entre mis manos, intentando despejarme.
Fue entonces cuando Cala entró en la oficina, con unos papeles en la mano.
-Mia, ¿estás bien? -preguntó, mirándome con preocupación.
-Me duele la cabeza y tengo náuseas -admití, tratando de sonreír-. Creo que el zumo que tomé en el desayuno me ha sentado mal.
-¿Solo has desayunado un zumo? -me miró con sorpresa.
Asentí y apoyé la cabeza en el reposacabezas de la silla, sintiéndome un poco tonta.
-Joder, Mia, que estás embarazada. ¡Necesitas comer bien! -dijo Cala, en un tono que no podía ignorar.
Tenía razón. No era fácil pensar en comida cuando todo giraba a mi alrededor.
-Lo sé, lo sé... -murmuré, sintiéndome algo avergonzada-. Solo tengo tantas cosas en la cabeza que...
Cala se acercó y me dio un toque en el hombro.
-Tómate un momento para ti. Te traeré algo de comer. Te necesito bien para seguir con este caso. Además, tienes que cuidar de ti y del bebé.
-Gracias, Cala -respondí, sintiendo una oleada de gratitud. Sabía que debía esforzarme por cuidar de mí y del pequeño.
Mientras se marchaba, me pregunté cómo le contaría a Eros la noticia del embarazo cuando regresara. Pero por ahora, solo debía concentrarme en sentirme mejor y en dar lo mejor de mí en el trabajo.
Unos minutos después, Cala regresó con un pequeño plato de fruta, unas tostadas y un vaso de agua.
-Toma, necesitas algo más que un zumo -dijo, dejándolo en mi escritorio-. Y por favor, cuídate, Mia. Ahora llevas a mi sobrino dentro de ti.
Solté una risita mientras empezaba a comer.
-¿Ya estás segura de que es un niño? -le pregunté entre bocado y bocado.
-Totalmente. Tengo ese don de la intuición -respondió ella, con una sonrisa traviesa.
Mientras Cala hablaba, de repente la puerta de la oficina se abrió y Eros entró, con el ceño fruncido.
-¿Qué pasa aquí? -preguntó, mirándome a mí y luego a Cala.
Cala, sin perder un segundo, se giró hacia él con una sonrisa de oreja a oreja.
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MI DESASTRE FAVORITO
Teen FictionMia Thomson es una chica de 26 años con una mezcla única y extravagante: padre griego, madre noruega, y nacida en Sídney. Estudió Derecho Mercantil, y según su amiga Cala, es un "desastre con patas" certificado. Mia es la definición perfecta de torp...