La escena no podía ser más surrealista. Mia, sentada en el suelo con el culo bien plantado, defendía la galleta de su cucurucho como si le fuera la vida en ello. La gaviota, que claramente había decidido que hoy no tocaba pescar en el mar, seguía revoloteando encima, acechando como si fuera su última oportunidad de comer.
-¡No te la voy a dar, bicho! -le gritaba Mia, agitándole el helado a la gaviota, como si eso fuera a ahuyentarla.
Yo, mientras tanto, estaba apoyado en la barandilla del mirador, aguantando la risa como podía. Bueno, la verdad es que no podía. Ashton y Cala ya estaban descojonándose, y Riley miraba la escena con los ojos abiertos como platos. Mia seguía con su guerra particular, mientras la gaviota hacía piruetas en el aire, completamente decidida a robarle la galleta.
-Mia, dale la galleta al pájaro, tía -dijo Cala, intentando sonar seria pero fallando estrepitosamente.
-¡Que no! -respondió ella, con toda la indignación del mundo-. ¡Es MI galleta, la del helado! Si ese bicho volador quiere una, que se la compre, que no voy regalando galletas por ahí.
En ese momento, Mia intentó levantarse con toda la dignidad que pudo reunir, pero, cómo no, se tropezó con sus propios pies. Soltó un gritito y cayó de culo otra vez. La gaviota, asustada por tanto movimiento, decidió que hoy no valía la pena arriesgarse tanto por una galleta y salió volando. Y ahí estaba Mia, en el suelo, triunfante, mirando su cucurucho.
-¡Eso es! ¡Vete y búscate otra galleta, desgraciada! -dijo, aún sentada pero victoriosa, antes de pegarle un mordisco a su preciada galleta.
No podía más. Me acerqué a ella riéndome como un loco. No sé cómo lo hacía, pero siempre conseguía que me doliera la tripa de tanto reír.
-Tengo un déjà vu -le dije entre risas, agachándome a su lado-. Esto es lo mismo que te pasó en Hawái. Estoy convencido de que es la misma gaviota, te sigue por el mundo.
Mia me miró con los morritos más graciosos del planeta. Sabía que estaba intentando mantener la dignidad, pero era imposible con ese espectáculo.
-¡No me digas eso! -bufó, pero ya estaba al borde de reírse también.
La ayudé a levantarse, y cuando estuvo de pie, por fin soltó una carcajada. Esa risa que siempre me hacía sentir que estaba exactamente donde debía estar, aunque acabáramos rodeados de gaviotas ladronas de galletas.
Cuando llegamos a casa de los padres de Mia, mis hermanos no habían parado de descojonarse ni un segundo. Riley y Ashton seguían recordando el episodio de la gaviota, imitando a Mia con voces ridículas.
-"¡Es MI galleta, la del helado!", ¡buah, tío, es que no puedo! -Ashton imitaba la voz de Mia, y Riley, a su lado, se doblaba de la risa, mientras Cala negaba con la cabeza, aunque se le escapaba alguna carcajada.
Cuando entramos en la casa escuchamos las voces de sus padres y de los míos, que estaban relajados en el jardín, disfrutando de una limonada como si nada. En cuanto nos vieron llegar, los saludaron con una sonrisa, aunque era imposible no notar que mis hermanos y Ashton seguían riéndose.
-¿A qué vienen esas risas? -preguntó Nikos, mirándonos con curiosidad.
Ashton, con los ojos llenos de lágrimas de tanto reír, solo podía señalar a Mia, que ya estaba roja de vergüenza. Así que, con una sonrisa en la cara, decidí contarles lo que había pasado.
-Pues nada, que estábamos en el mirador del parque de atracciones, disfrutando del paisaje, y a Mia se le antojó un helado. Todo bien hasta que una gaviota decidió que la galleta de su cucurucho era el mejor manjar del mundo y empezó a perseguirla. Mia, obviamente, no estaba dispuesta a compartir su galleta y comenzó a gritarle a la gaviota, ¡como si el pájaro la entendiera! -Todos se echaron a reír mientras yo seguía con la historia-. Al final, después de un espectáculo que parecía sacado de una película de dibujos animados, Mia se cayó de culo, y la gaviota decidió que mejor se iba volando... pero no sin que Mia triunfara con su galleta intacta.
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MI DESASTRE FAVORITO
Novela JuvenilMia Thomson es una chica de 26 años con una mezcla única y extravagante: padre griego, madre noruega, y nacida en Sídney. Estudió Derecho Mercantil, y según su amiga Cala, es un "desastre con patas" certificado. Mia es la definición perfecta de torp...