NO TIENES MI PERMISO

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Empezamos el día con toda la energía. Cala y yo pasamos a recoger a Riley, que, nada más vernos, se emocionó, encantada con la idea de pasar un "día de chicas". Nos fuimos directo a la peluquería; era hora de un cambio de look.

A mí me apetecía darle un toque distinto al pelo, así que decidí hacerme unas mechas californianas, un cambio sutil, pero con carácter. A Riley le cortaron un poco el pelo y le hicieron unas ondas suaves que le daban un aire fresco y juguetón, ideal para una niña de su edad. Cala también se cortó un poco las puntas, pero mantuvo su color natural. Luego, todas aprovechamos para hacernos las uñas, un mimo extra que nunca viene mal, y además, nos hicieron un masaje facial de esos que te dejan la piel como nueva. Riley estaba encantada con los pepinos en los ojos, aunque, como era de esperar, Cala se los terminó comiendo en cuanto se despistaron.

Después de la sesión de belleza, nos fuimos a comer a The Beach Surf, uno de esos sitios en la playa de los surferos donde sirven unas hamburguesas espectaculares. Además, no puedo negar que el ambiente ayuda: surferos por todas partes, marcando abdominales y músculos al sol. La comida estaba buenísima, y entre bocado y bocado, Cala no dejaba de comentar lo "motivante" que era el lugar para el espíritu, y, según ella, la vista también necesitaba su parte.

Mientras estábamos disfrutando de las hamburguesas, mi móvil sonó. Era Lilian, la madre de Eros, quien me llamaba para preguntar por Riley y saber cómo iba nuestro día.

-Hola, Lilian, ¿qué tal va todo? -respondí, sonriendo.

-¡Hola, Mia! Todo bien, ¿y vosotras? ¿Qué tal Riley, se está portando bien?

-Sí, tranquila, es un encanto. ¿Quieres hablar con ella?

Lilian puso el altavoz, y Riley, emocionada, comenzó a contarle cada detalle del día.

-¡Hola, mami! -dijo Riley con entusiasmo-. Nos hemos cortado un poco el pelo, nos han hecho las uñas y un masaje en la cara. Pero lo mejor fue cuando nos pusieron pepino en los ojos, y Cala se lo terminó comiendo.

Nos reímos todas y luego Riley continuó, riéndose de lo mejor del día.

-Cala quería hacerse rubia, pero Mia no le dejó. Y luego Mia quería hacerse unas mechas moradas, pero Cala le dijo que ni loca. Al final, Mia se ha hecho unas californianas.

Ashton y Nikos se quedaron un momento en silencio y luego Ashton, con tono de duda, preguntó:

-¿Y qué es eso de las californianas? ¿Se han ido a California a hacerse unas mechas?

Nos reímos aún más, y Nikos, riendo también, preguntó:

-¿Y dónde estáis ahora?

-Estamos en... espera, ¿Mia, cómo se llama este sitio? -preguntó Riley, con la boca llena de hamburguesa.

-The Beach Surf -respondí.

-¿Habéis ido al *The Beach Surf* sin mí? -preguntó Astrid en broma.

Nikos aclaró lo que realmente era el lugar.

-Es en la playa de los surferos, donde solo hay tíos marcando abdominales y bíceps.

-Exacto, hay que alimentar el cuerpo... y la vista -dijo Cala con una sonrisa.

Después de comer, nos dirigimos a uno de los centros comerciales en Sídney para hacer algunas compras y seguir disfrutando del día de chicas. Era el plan perfecto para acabar una mañana increíble.

Las compras en el centro comercial fueron una auténtica locura, pero de las buenas. En cuanto entramos, Riley se convirtió en una mini líder, guiándonos entre las tiendas con un entusiasmo casi contagioso. La primera parada fue una tienda de ropa donde, nada más ver un conjunto que nos encantó, decidimos comprarlo igual para ella y para mí. Era ideal: una falda de talle alto de un rosa suave con algo de vuelo, perfecta para dar vueltas como princesas sin perder la dignidad (o eso creía). Para la parte de arriba, una camiseta blanca básica con un pequeño detalle en el hombro, que le daba ese toque informal pero bonito. Claro, yo tuve que pedir un par de tallas más por el tema de la barriguita, y Cala se echó a reír diciendo que en nada estaría pidiendo ropa de embarazada.

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