Intersect 2.0

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Seis meses despues, Praga.

En el interior de una habitación sucia y cochambrosa, las luces parpadeaban mientras cuatro hombres rodeaban a una persona sentada en una silla. La figura permanecía inmóvil, con una capucha negra cubriéndole el rostro. Uno de los hombres, de mandíbula fuerte y cabello lacio, se acercó lentamente. Con un movimiento rápido, arrancó la capucha, revelando el rostro serio y despeinado de Chiara, quien, a pesar de la situación, no mostró ni una pizca de miedo.

—Agente Rodrigo... —dijo el hombre, con una sonrisa burlona.

—Llámame Kiki —respondió sarcástica. La tranquilidad en su voz hizo reír al hombre, sorprendido por su osadía. —Tienes algo que es de mi jefa, Yuri, y necesito que me lo des, por favor —a pesar de la cortesía, su tono era frío y amenazante.

—¿Por favor? —respondió el hombre incrédulo—. ¿Y qué? ¿Debería estar asustado? —rió, mientras el resto de sus secuaces lo seguían con risas socarronas.

—"Hemos localizado el maletín. Está en esa habitación,"— la voz de Galera resonó en el pequeño pinganillo oculto en el oído de Chiara. Su mirada recorrió la sala rápidamente y, efectivamente, vio el maletín en manos de uno de los hombres.

—Dame el maletín... —dijo, apoyando los codos sobre la mesa con un aire desafiante—. O ya verás.

—¿O ya veré qué? —preguntó Yuri, mientras se acercaba con un movimiento rápido, sacando su arma. La apuntó directamente a la cabeza de Chiara, disfrutando del momento—. ¿Veré esto?

Los párpados de la inglesa temblaron mientras un flash diferente la invadía. Al abrir los ojos, esbozó una sonrisa sardónica.

—Me refería más bien a esto —dijo, y antes de que el hombre pudiera reaccionar, con un giro a velocidad sobrehumana, golpeó sus muñecas contra la lámpara colgante, haciéndolo soltar el arma. La pistola quedó en manos de Chiara en cuestión de segundos—. ¡Todas las armas al suelo! —ordenó, apuntando al líder con firmeza. Los otros hombres obedecieron, aterrorizados.—Yuri, si me das el maletín, se acabará este problema —ofreció, sin dejar de vigilarlo.

—No.

—"Dispare, Oliver,"—  Las manos de Chiara comenzaron a temblar, mostrando por primera vez una señal de humanidad.

—Vamos, dispara —se burló Yuri, envalentonado al ver la indecisión en la chica.

—No me provoques —pidió ella, retrocediendo ligeramente.

Con una orden silenciosa, los tres hombres restantes se lanzaron sobre ella. El primer golpe en su rostro la hizo reaccionar. Chiara atrapó el puño del atacante antes de que pudiera asestarle otro golpe, girando sobre sí misma y retorciéndole el brazo hasta escuchar un crujido, dejándolo fuera de combate.

Retrocedió un par de pasos y, de un salto ágil, se enganchó a una viga del techo, usándola para impulsarse y golpear a los dos hombres restantes en la cabeza con las punteras de sus botas rockeras adornadas con pinchos. Ambos cayeron inconscientes al suelo.

Yuri, asustado al ver cómo la mujer había despachado a sus hombres con tanta facilidad, intentó acercarse a ella con pasos temblorosos. Pero antes de que pudiera siquiera levantar el brazo, Chiara lo derribó con una patada lateral que lo mandó al suelo.

—"¿Chiara, estás bien? Tu pulso está acelerado,"—dijo Galera con tono preocupado.

—Estoy bien —murmuró, tambaleándose ligeramente—. Solo... me han golpeado en la cara y estoy un poco aturdida —tomó el maletín y salió de la habitación a toda prisa.

LA ESPÍA QUE ME ENAMORÓ // KIVIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora