Ubicacion desconocida.
El bosque se sumía en un silencio inquietante mientras un hombre pelirrojo, de mediana edad, corría sin rumbo claro, aferrando un maletín dorado como si su vida dependiera de ello. Miraba frenético a ambos lados y el sudor le perlaba la frente, consciente de que lo perseguían aunque no lograba identificar el peligro.
A varios metros, otro hombre de cabello negro y un corte de estilo militar lo observaba a través del visor de su rifle. La luz del sol brillaba sobre una cicatriz que recorría su antebrazo, tensándose mientras ajustaba el dedo en el gatillo. Disparó, y su presa cayó al suelo, arrastrándose desesperado por recuperar el maletín que habia caído a unos metros de distancia. Su perseguidor se acercó lentamente, con una sonrisa triunfal en el rostro, y lo remató con un tiro en la cabeza.
De pronto, su teléfono sonó, interrumpiéndolo antes de efectuar un tercer tiro de ensañamiento. Respondió la llamada, mirando el cuerpo ensangrentado a sus pies.
—Oye, te llamo más tarde, tengo un follón que no veas —respondió con voz relajada. Asentía con una sonrisa ante las palabras de su interlocutor—. Sí, yo también te quiero, amorcito —colgó con una sonrisa bobalicona y disparó una última vez al cadáver, esta vez directo al hígado.
——
Fiesta Bresh, La Riviera
—Dios, hacía siglos que no salía de fiesta —exclamó Violeta, con un ligero ralentí en la voz producto del alcohol—. ¿Cuánto tiempo te quedarás por aquí?
—Me iré muy pronto; Madrid tiene el nivel cultural de un cubo de basura —contestó Arancha, su antigua compañera, riendo mientras rodaba los ojos, provocando otra carcajada en la espía.
—Madre mía, te he echado de menos —brindaron torpemente, chocando sus vasos de ron con cola.
—¿Y tú? ¿Por qué sigues aquí? —preguntó la pelinegra, mirándola con curiosidad—. ¿Hasta cuándo tienes que proteger a la payasa de la tienda de electrónica?
La pelirroja desvió la mirada y bufó—. Hoy no quiero hablar de trabajo.
—Aaaaamiga... te estás tirando a la Kiki, ¿eh? —rió, notando la incomodidad en el rostro de su amiga.
—Tenemos una relación únicamente profesional — centró la atención en su vaso antes de darle un buen sorbo.
—Oh...
—¿Qué? — captó al instante el tono sinuoso en su acompañante.
—Nada, solo que estás coladita por ella —dijo Arancha, entrecerrando los ojos con malicia.
—Mira, mejor no hablemos de Chiara — dejó caer la sonrisa; su expresión se tornó seria, incluso amarga.
—Qué pena...
—¿El qué? —replicó, agotada por el interrogatorio.
—Has quebrantado las normas del espía, ¿verdad?
La espía simplemente la miró con seriedad antes de vaciar su copa de un trago.
——
Casa de Chiara y Ruslana
—Has quebrantado todas las normas.
—¿Podemos hablar de algo que no sea Violeta? —Chiara bufó, agotada por los comentarios de Ruslana.
—Claro, pero estás hecha polvo, chica — la miró de reojo. Había perdido peso, y unas sombras oscuras bajo sus ojos empañaban su antes risueño semblante.
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LA ESPÍA QUE ME ENAMORÓ // KIVI
De TodoChiara es una joven brillante pero sin grandes aspiraciones que trabaja en una tienda de electrónica llamada "ElectroPlanet". Un día, su vida da un giro inesperado cuando recibe un misterioso correo electrónico de una antigua amiga de la universidad...