10

250 28 0
                                    

Takemichi mantuvo la mirada en Manjiro por unos segundos, tratando de procesar lo que acababa de escuchar. **"Es mi hijo"**, había dicho Manjiro con tal convicción, como si siempre hubiera sido consciente de ese hecho. Sin embargo, hasta ahora, siempre había sido distante, indiferente. **¿Por qué el cambio repentino?**

- ¿De verdad? -murmuró Takemichi con voz baja, aunque no pudo evitar que una ligera amargura se filtrara en sus palabras. **"Es tu hijo", sí, pero... ¿por qué te importa ahora?**

Manjiro pareció captar el tono en la voz de Takemichi, y lo miró con una mezcla de desconcierto y ligera irritación.

- ¿Qué estás insinuando? -preguntó, su tono volviéndose más severo.

Takemichi desvió la mirada hacia Shinichiro, que seguía balbuceando felizmente en el regazo de Manjiro, ajeno a la tensión en el aire. **No quería tener esta conversación**, no en este momento y no frente a su hijo. Pero la situación se estaba volviendo insostenible.

- Nada... -respondió, con un suspiro pesado-. Solo me sorprende que ahora te importe. Durante meses has estado tan... distante. Apenas lo mirabas. Ahora, de repente, eres... -Takemichi hizo un gesto vago con la mano hacia Manjiro y Shinichiro, como si eso explicara todo-. Esto.

Manjiro se quedó en silencio por un momento, su mirada fija en Takemichi, evaluando cada una de sus palabras. No había negación en su expresión, pero tampoco había una explicación clara. Finalmente, soltó un pequeño suspiro, como si estuviera perdiendo la paciencia.

- Las cosas cambian -fue todo lo que dijo, como si eso fuera suficiente.

Para Manjiro, tal vez lo era. Para Takemichi, no.

- ¿Qué cosas, Manjiro? -preguntó Takemichi, levantando la voz solo un poco-. ¿Qué ha cambiado para ti? Porque para mí, nada ha cambiado. Todavía estoy aquí, todavía estoy criando a Shinichiro solo, mientras tú... tú sigues con tu vida, como si nosotros no existiéramos.

La habitación se llenó de un tenso silencio. Takemichi nunca había hablado tan abiertamente sobre sus frustraciones, pero estaba cansado. Cansado de las mentiras, de la confusión, de estar atrapado en un limbo emocional en el que no sabía dónde se encontraba con Manjiro. ¿Lo odiaba? ¿Lo necesitaba? Todo era un torbellino de emociones que lo agotaba día tras día.

Manjiro apretó los labios, su mirada volviéndose fría y calculadora. Colocó a Shinichiro en su regazo de manera más firme y apartó los documentos a un lado. **No era bueno en estas conversaciones emocionales**. Nunca lo había sido.

- Takemichi, no tienes ni idea de lo que pasa por mi cabeza -dijo finalmente, su voz baja pero cargada de una amenaza apenas velada-. Las cosas no son tan simples como tú crees.

Takemichi apretó los puños sobre sus rodillas, su frustración creciendo. **Siempre era lo mismo con él**. La frialdad, la distancia, las respuestas vagas que nunca llegaban a nada. **Siempre había algo más que Takemichi no entendía, algo que se le escapaba**. Pero ya no podía soportarlo.

- Entonces explícame, Manjiro -replicó Takemichi, su voz temblando un poco por la intensidad de las emociones reprimidas-. Dime, ¿por qué le mentiste a Senju? ¿Por qué le dijiste que eres infértil? ¿Por qué estás fingiendo que no tienes un hijo conmigo? ¿Por qué...?

Antes de que pudiera terminar, Manjiro se levantó de repente, haciendo que Bruce, que aún dormía a sus pies, se despertara alarmado. El movimiento también hizo que Shinichiro comenzara a lloriquear, sintiendo la tensión en el aire.

- ¡Ya basta, Takemichi! -exclamó Manjiro, su voz más alta de lo habitual. Caminó hacia Takemichi, todavía sosteniendo a Shinichiro en sus brazos-. No tienes idea de lo complicado que es todo esto. No tienes idea de las decisiones que tengo que tomar. Y tampoco tienes derecho a cuestionarlas.

Takemichi retrocedió un poco ante la intensidad de sus palabras, pero no se dejó intimidar.

- ¡No tengo derecho a cuestionarlas? -respondió con incredulidad-. ¡Soy la madre de tu hijo, Manjiro! ¡Tengo todo el derecho de saber qué está pasando en tu cabeza cuando juegas con nuestras vidas como si no importaran!

Manjiro apretó la mandíbula, claramente furioso, pero había algo más en su mirada. **Culpa**. Por más que intentara ocultarlo, Takemichi podía verlo. Había una parte de Manjiro que sabía que tenía razón, aunque jamás lo admitiría.

Sin embargo, en lugar de continuar discutiendo, Manjiro simplemente se volvió hacia Shinichiro, que ahora sollozaba suavemente en sus brazos, y comenzó a mecerlo para calmarlo. El silencio entre ellos se alargó, pesado y sofocante.

Después de un momento, Manjiro finalmente habló, pero esta vez su voz era más suave, más controlada.

- Lo hago porque no tengo otra opción -murmuró, sin levantar la vista de Shinichiro-. Porque este mundo... este mundo no es justo. Y no quiero que nadie, ni siquiera Senju, se vea arrastrado por decisiones que no entenderían.

Takemichi lo miró fijamente, sin saber si debía sentir lástima o frustración. Manjiro seguía hablando en círculos, evitando el tema principal. **Era experto en eso**, en mantener el control sobre lo que decía, en ocultar sus verdaderas intenciones.

- No tiene que ser así -dijo Takemichi, más calmado ahora-. No tienes que hacerlo todo solo. Puedes confiar en mí... al menos, en lo que respecta a nuestro hijo. No puedes seguir ignorando que es tu responsabilidad también.

Manjiro guardó silencio, y por un momento, Takemichi pensó que no respondería. Pero entonces, sin apartar la vista de Shinichiro, murmuró:

- Lo sé.

Esas dos palabras golpearon a Takemichi con más fuerza de lo que esperaba. **¿De verdad lo sabía? ¿O simplemente estaba diciendo lo que él quería escuchar?**

Antes de que Takemichi pudiera decir algo más, Manjiro volvió a mirarlo, esta vez con una expresión que era una mezcla de determinación y algo más que no podía identificar.

- Vete a casa por hoy, Takemichi -ordenó, su tono suave pero firme-. Yo me quedaré con Shinichiro un rato más.

Takemichi lo miró con desconfianza, pero asintió lentamente. Aunque las cosas seguían siendo confusas y dolorosas, una pequeña parte de él quería creer que, tal vez, Manjiro estaba comenzando a cambiar. **Tal vez**, solo tal vez, las cosas podrían mejorar.

Pero mientras salía de la oficina, no pudo evitar sentir que había más sombras en ese mundo de las que él podía ver.

El Amor De madre Donde viven las historias. Descúbrelo ahora