7.

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Después de consolar a su hermano, buscaron otra forma de distraerse entre el bullicio de la gente.

En algún momento se separaron para recorrer más, Piero fue hacia lo que parecía una habitación de arte, y no se sorprendió al ver a su madre allí, admirando las pinturas.

Se acercó a ella, la abrazó y le mordió el hombro, sacandole risitas.

—¿Dónde está tu hermana? —preguntó antes de darle un beso en la mejilla.

Tan amorosa y llena de afecto.

—Ni idea. Vi que fue hacia los ventanales. No sé perderá.

En otro lado, Beatrice estaba observando con curiosidad a dos niñas, quienes le mostraban sus vestidos vaporosos con gran entusiasmo.

Se las había encontrado en una habitación, discutiendo por quién tenía el vestido más bonito de las dos, y al verla, la nombraron juez.

Hablaban en italiano tan rápido que se le dificultaba entenderlas bien.

Dominaba el inglés y el italiano decentemente, pero no las hablaba muy seguido al igual que la lengua materna de su madre, el guaraní, pero hacía el intento de entender todo a la perfección.

Abrió la boca para tratar de apaciguar la discusión, pero entonces disparos resonaron fuera y muchos gritos más.

—¡Dio mio! ¡¿Che cosa sta accadendo?! —chillaron las niñas y se abrazaron.

Beatrice corrió para jalar de sus brazos y esconderlas detrás de los muebles.

—Escóndanse aquí y no salgan, ¿entendido?

—¿Qué hay de ti? ¿A dónde vas?

—Tengo que salir y buscar a mi hermano... Tranquila, volveré por ustedes, lo prometo.

—E-está bien, ten cuidado, por favor. —Estaba temblando y cerró los ojos asustada cuando más disparos sonaron.

—Escóndanse.

A pasos lentos se acercó a la puerta, enfocándose en los sonidos de afuera, podía oír los pasos apresurados de la gente, varios chillidos y sollozos. Abrió la puerta y salió lentamente. Tenía que impedir que alguien entrara allí y pusiera en peligro a las chicas.

Encogiendo su postura, caminó de puntillas por el desolado pasillo, unas que otras personas pasaban corriendo desde la distancia, en especial mujeres.

Unos disparos resonaron extremadamente cerca de ella y maldijo cuando un hombre vestido totalmente de negro salió del lado derecho.

Por ser mujer, trató de someterla antes de disparar, pero ella disparó sin flaquear.

El hombre cayó al piso retorciéndose y Beatrice lo silenció con su cuchilla.

Otra persona la agarró del cuello y tiró de ella hacia atras, se tambalearon a tropezones, mientras Beatrice forzó los brazos ajenos para liberar su cuello.

Tuvo que abrir más las piernas para soportar el peso del hombre. Agarró al sujeto de los cabellos y lo balanceó hacia delante, azotándolo contra el piso. Su cuchillo terminando el trabajo al rasgarle el cuello.

Más pasos se acercaron y ella tuvo que esconderse tras los marcos.

—Mierda, mierda, mierda. Dijo que estábamos seguros, maldición. —Mirando por el borde del marco, vio a cuatro hombres armados—. Ah, esto es malo...

...

Al otro lado, Leonardo estaba escondiendo a Alexa en uno de los baños, no había otro lugar a donde ir sin exponerla.

RETORCIDA SANGRE (Ese Es El Trato 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora