27. - Peligro

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Las noches se habían vuelta más divertidas una vez que Antonio y Piero realizaron sus actividades dentro de casa.

Allí nadie los amenazaba con descubrirlos, eran libres de hacer lo que quisieran.

Piero iba directo a la ducha para darse un baño refrescante después de una tarde llena de estrés con todo lo que tenía encima, y ansiaba una liberación.

Antonio ya estaba limpio y en la espera de su compañía en la habitación. Se le acercó hasta agarrarlo del cabello y estirar hacia atrás.

Este sonrió con excitación, relamiéndose los labios.

Piero sonrió.

—Prepárate bien el culo que esta noche te lo voy a romper... —gruñó en su oído, ganándose un gemido de él—. Sé un buen chico y obedece...

Antonio asintió atontado mientras Piero entraba al baño, dejándolo con una dolorosa ereccion, palpitando en todas partes.

Quería reírse de sí mismo y de él, no esperaba esa reacción suya. Realmente gimió porque le habló medianamente sucio.

No había vuelto ser el de abajo desde que lo hicieron, pues no se sentía cómodo y no sentía tanto placer, pero el rubio lo recibía con gusto, sin quejas ni una pizca de vergüenza.

Más pasivo que nunca.

Cuando salió de la ducha, desnudo, Antonio ya estaba listo para él.

Lo empujó en la cama y se le subió sobre el pecho, acercando su ereccion a la boca ajena. Agarró sus cabellos con una mano mientras que con la otra le acariciaba la mejilla.

—Abre...

Él obedeció sin rechistar, recibiendo su punta goteante con gusto. Empezó un lento empuje, dentro y fuera, dentro y fuera, burlándose con su lengua, empapando los labios ajenos con su presemen.

Antonio tomó sus nalgas y lo empujó hacia delante hasta que su polla entró de lleno en el fondo de su garganta.

Piero se sostuvo de la cabecera de la cama por el repentino ataque, pero no desaprovechó la oportunidad para joderle la boca a su placer. Lo obligó a tragar por completo de él, y Antonio estaba contento.

Con los muslos a cada lado de su cabeza, movió sus caderas varía veces antes de retirarse y juguetear con sus labios.

—Me quieres de vuelta, ¿no es así?

El rubio asintió, persiguiéndo su punta con la boca mientras la movía de un lado a otro. Dio golpecitos en su mejilla.

—¿Estás preparado para mí, Tony?

Los temblores y la ansiedad del chico ya era una evidente respuesta. Estaba ardiendo de deseo al igual que él.

Su interior lo absorbió con hambre y presión asfixiante.

Jodidamente delicioso.

Devoró sus labios junto a sus gemidos, encantado y sumamente excitado, dándole más duro a cada minuto.

Sin piedad ni contemplación.

Era suyo para joder a su antojo, y el rubio lo sabía a la perfección, aceptando todo de él felizmente en todas las posiciones.

Muchas veces mostraba muecas algo adoloridas cuando atacaba con demasiada fuerza pero después pedía más. Insasiable y caliente.

Terminaban manchados y con muchas cajitas de condón abiertas regadas por el piso y la cama. Un desastre sin duda, pero no quedaba pruebas de su enredo.

RETORCIDA SANGRE (Ese Es El Trato 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora