Martín agarró a Piero y lo arrastró hasta su casa.
Bajo la mirada sorprendida de varios empleados, lo empujó hasta el sofá de la sala, agarrándolo por los hombros.
—Tú. ¿En qué estabas pensando al besar a Antonio en el gimnasio? —gruñó con los ojos frenéticos—. ¿Sabes lo que habría pasado si alguien te hubiera visto? Ten cuidado, o sabrán que eres gay.
—No soy gay —murmuró encogiéndose.
—Ah, ¿no? Besarte con un hombre no ayuda a tu negación, mocoso —le pinchó la nariz.
—No soy gay —volvió a negar—. He estado con una mujer, besar a un hombre... no cambia nada.
—Pero quieres hacer más que solo besar, tu amiguito allí abajo se veía ansioso. A veces olvido que eres solo un chico de diecinueve años.
Piero enrojeció, y por reflejó se cubrió la entrepierna.
Martín resopló, sentándose a su lado. Le palmeó la pierna.
—Bueno, digamos que eres bi. ¿Eso te suena correcto?
—Supongo. A los ojos de los demás será de igual forma incorrecta —se encogió de hombros.
—Eso es cierto.
—¿A ti no te molesta?
—No. Me da igual. —Le pinchó una mejilla—. Pensé que ese enamoramiento se te pasaría con los años.
—También te diste cuenta.
Martín resopló.
—Era obvio. Lo que más me sorprende es que Antonio te diera cuerda. Él afirmaba hasta la muerte que no era gay.
Aquello sonrojó a Piero.
—Supongo que tus padres no lo saben.
—Mamá lo hace, pero mi padre no. Quiero decírselo cuando me sienta listo. Pero... creo que lo voy a decepcionar mucho.
—¿Por qué lo dices?
—Quiere que sea su sucesor. Dirá que soy un desperdicio si sabe que soy... un torcido.
Martín le apretó el hombro.
Estaba preocupado, no quería decepcionar a su padre. Madre había sido flexible y comprensiva con él, y había prometido no decirle nada a su padre. Confiaba en ellos con su vida, pero este asunto era... delicado.
...
Recibían constantes videollamadas de sus padres, actualizándolos de los avances del embarazo milagro de su madre, y al parecer, todo iba perfecto.
Ya con cuatro meses de gestación, había pasado la estapa más frágil de su embarazo, y ahora podía tener un poco más de libertad en sus restricciones, pero siempre con los cuidados y descansos.
—Su padre se ha vuelto insoportable —se quejó Alexa, rodando los ojos—. No me deja comer mi dulce favorito.
—Porque sé que te provocará nauseas —le reprendió Leonardo.
—¿Ven? Es insufrible —gimoteó.
—Quéjate todo lo que quieras, pero te encanta mis cuidados.
Murmuró, dándole un beso en el cuello, mientras acariciaba su abultado vientre.
Adoraba lo redondo que se había puesto. Pero lo que más amaba, era cuando se movía. Y justo sintió un revoloteo bajo su mano.
—¡Ow! —Alexa hizo una mueca—. Despacio, bebé. No le hagas doler mucho a mamá, ¿sí?
—¿Ya se mueve? —preguntaron los gemelos al mismo tiempo.
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RETORCIDA SANGRE (Ese Es El Trato 2)
RandomSEGUNDO LIBRO DE LA SAGA (ESE ES EL TRATO) 1 - Retorcido Capricho. 2 - Retorcida Sangre. 3 - ... 4 - ... 5 - ... Los gemelos, nacidos bajo las alas amorosas de su familia, conocerán la verdadera naturaleza de su mundo. Nadie los concederá. Nadie...