28.

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...

—Qué sabes de mi cicatriz?

Brandon se vio de pronto muy incómodo, desvío los ojos en todos lados menos en ella.

—¿Qué sucede? ¿Por qué evitas mirarme?

—Yo... no quería llegar a esto. Pero desde hace tiempo quiero decirte que...

—¿Qué es?

—Tú cicatriz... fue por una histerectomía, ¿no es así?

—Así es... ¿Cómo lo sabes?

—Porque yo estuve el día en que te provocaron esa herida. A ti y a tu hermano.

Beatrice palideció. Un nudo raspando su garganta. Cuchillas atravesando su estómago dolorosamente.

—¿Q-qué...?

Brandon se frotó el cuello, luciendo mortificado.

—Yo... eh... Yo estuve allí, cuando los... violaron.

Su corazón se desplomó por los suelos, temblaba agitado y asustado.

No puede ser cierto... No es cierto.

—¿Estabas allí? E-eras...

¿Entonces era él el sujeto quien los observaba mientras eran ultrajados?

Años tratando de descifra quién era ese sujeto y resulta que todo el tiempo estuvo con él, y no solo eso, también se había acostado con él,  peor aún... se había enamorado de él.

El odio, el asco y la aversión al contacto volvieron con todas sus fuerzas, enjauládola en una pequeña caja oscura.

Se dio la vuelta, tratando de ordenar sus pensamientos.

Todo el tiempo... Todo el tiempo estuve con él. Siempre fue él...

—Beatrice, yo...

Beatrice se volteó histérica.

Apretó sus manos sobre su vientre, sintiendo un gran dolor y vacío dentro.

Su rostro se retorció en agonía, su ojos ardiendo de odio y furia.

—¡Ellos me hicieron esto! —gritó, apuntándose a sí misma—. ¡Me mutilaron! ¡Arrancaron un maldito pedazo de mi cuerpo! ¡Me destrozaron por dentro! ¡Me destruyeron!

Su garganta estaba a carne viva por gritar tan fuerte, pero necesitaba soltarlo. Dolía demasiado mantenerlo en silencio.

—¡Tú estuviste allí! ¡Nos viste llorar, gritar y pedir piedad! ¡Y no hiciste nada! —Lo empujó por el pecho—. ¡Solo eramos niños! —le gritó en la cara.

—¡Lo sé! Pero no tenía opción, estaba acorralado.

Beatrice resopló.

—¿Qué te habría hecho dudar tanto? ¿Seguro que no quisiste participar? —Algo se removió asqueado dentro de ella—. Por eso estuviste tan accesible a explorar mi cuerpo, ¿cierto? Para probar lo que no pudiste antes.

El rostro de Brandon se retorció.

—Dios santo, ¡no! ¡Yo tenía una familia! ¡Una esposa y una hija! ¡Y me las arrebataron! —Lágrimas salieron de sus ojos—. Él me amenazó de que las iba a matar si no contribuía en su secuestro.

Beatrice tragó saliva dolorosamente al oírlo.

—¿Quién...?

—N-no lo sé... nunca lo vi... Y lo hice para protegerlas... N-no sabía que eran unos niños, y tampoco sabía que quería que les hicieran tanto daño. —Jadeó, atormentado—. Cuando los vi... me quedé paralizado, no podía moverme ni obligarme a hacer... algo.

RETORCIDA SANGRE (Ese Es El Trato 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora