Capítulo 34: La despedida.

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Entre lágrimas y abrazos, las ancianas se despedían de la que, a sus ojos, aún era aquella niña que jugaba con viento y agua a su voluntad.

Y así, con la promesa de regresar pronto, dejó a las pequeñas cuyos ojos obsidiana le despidieron ya sin llanto en el arco de piedra.

Ligera de alma y cuerpo, Dianna abandonó su hogar, sabiendo que no volvería más en lo que le restaba de vida.

De pie frente al océano, escuchaba la melodía que éste tenía para ella.
Y, sintiendo la arena bajo sus pies, entonó de regreso desde lo más profundo de su pecho.
La canción ya no era más triste, pues, despojada de hasta la última lágrima, había decidido encarar a la vida con valentía, dispuesta a tomarse el infortunio que era su existencia con humor.
Y lo disfrutaría hasta el final.

Sus iris ámbar fueron atravesados por el resplandor dorado del último atardecer que su tierra cálida le ofrecía en despedida.

Había extrañado tanto el sol.

En su rostro se formó una suave sonrisa al observar la espuma formada por las olas que rompían contra los corales. Y, soltando el oscuro listón de seda que sujetaba su cabello, le dejó ir con el viento, como un adiós a su madre, consciente de que pronto volvería a ella.

Al otro lado del mundo, en las altas tierras de Escocia, el castillo era testigo de la acalorada discusión que se desarrollaba bajo sus cimientos, en aquellos lúgubres corredores de piedra.

-¿Por qué tienes que ser tal pedazo de...?- Preguntó Lovegood, apretando los puños, sintiendo los ojos cristalinos por la rabia.

-¿Tal pedazo de qué?- Le respondió Malfoy, mirándole desafiante. -Termina lo que empezaste, Lovegood.-.

Pero la rubia apretó los labios, y girándose, siguió su camino a través de las mazmorras.

-No puedo entender cómo puedes seguir con ellos.- Exclamó a sus espaldas. -Ni siquiera les importas.- Continuó, caminando con prisa tras ella. -De no ser por Vlach seguirían burlándose de ti con los otros.- Dijo con acidez.

Luna frunció el ceño, no podía creer lo que acababa de decir. Se detuvo en seco, aguantando las ganas de soltarle un puñetazo. -¿Por qué no lo puedes dejar en paz?- Le espetó, mirándole. -Pareces ser tú el que está obsesionado con...- Pero no pudo terminar la oración, pues Draco le sujetó repentinamente por el hombro.

Volteándole hacia él, el joven rubio le detuvo.

Finalmente, en medio de su exasperación, se disculpó.
-Luna, lo lamento.- Comenzó, y, mirando alrededor suyo, bajó la voz. -No sabes lo que está por suceder. -Dijo clavando su mirada en la suya. -Sólo puedo decirte que no te conviene estar de su lado.- Sus ojos grises oscilaban entre los de ella. -Por favor.- Murmuró.

-Creo que sé de qué lado me conviene estar.- Respondió con firmeza, zafándose de su agarre, caminando lejos de él.

Malfoy permaneció de pie, inmóvil. Su mandíbula tensa.
La situación comenzaba a colmarle la paciencia. Llevándose una mano a la frente, intentó calmarse. No podía dejar que su rivalidad con Potter interfiriera en lo que realmente importaba ahora. -Luna, escúchame...- Comenzó con la voz baja; cuando repentinamente observó a sus colegas Crabble y Goyle apareciendo tras la esquina por la que Lovegood desaparecía en ese momento, sin mirar atrás.

-Te estábamos buscando.- Pronunció Goyle con la que Draco percibió como una voz más imbécil de lo habitual.

Fix me (Severus Snape).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora